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La Policía de Nicaragua evita marcha contra Ortega en una tensa jornada

Una joven con la cara tapada y una bandera de Nicaragua participa de una protesta contra el Gobierno del presidente Daniel Ortega hoy, martes en Managua. Cientos de policías antidisturbios y de línea ingresaron este martes a un centro comercial donde sacaron a la fuerza a un número aún no cuantificado de jóvenes que se alistaban a participar en una marcha opositora.

EFE

Managua —

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La Policía de Nicaragua evitó este martes una marcha de protesta contra el presidente Daniel Ortega, en una tensa jornada, que incluyó agresiones y detenciones, contra opositores y periodistas, que agudizó la crisis sociopolítica local, sin lograr impedir protestas efímeras.

Miles de agentes policiales se desplegaron por diferentes sectores de Managua y algunas ciudades, para evitar que los disidentes asistieran al llamado de marcha, citado para este martes en el centro actual de la capital nicaragüense.

Durante el despliegue, que incluyó técnica canina, antimotines y fuerzas especiales contra criminales peligrosos, la Policía Nacional realizó varias capturas, entre ellas la del dirigente de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, Juan Sebastián Chamorro, quien fue dejado libre pocos minutos después.

La líder opositora Karen Lacayo denunció que fue capturada y despojada de sus pertenencias por un grupo de policías mientras intentaba ingresar a la catedral de Managua, y otro disidente filmó cuando un agente, armado con un fusil de guerra, lo amenazó con golpearlo si salía de su casa.

CAPTURAS Y AGRESIONES

Algunos de los capturados menos conocidos denunciaron que fueron golpeados por los agentes antes de ser liberados.

Caravanas de hasta 20 vehículos policiales provocaron embotellamientos en algunas zonas de Managua, y causaron disgusto entre quienes los observaban.

En las caravanas desfilaban camionetas cargadas con agentes especializados en diferentes técnicas policiales, así como carros todoterrenos y cárceles móviles.

Varios opositores fueron capturados en diferentes puntos de Managua y de otras ciudades, aunque quedaron en libertad este mismo martes, según diversos fuertes de la disidencia.

Miembros de la opositora Unidad Nacional Azul y Blanco denunciaron que varias personas fueron capturadas por lanzar al viento papelillos blanquiazules, para honrar la bandera de Nicaragua, un acto prohibido en el país.

La excarcelada “política” Neyma Hernández denunció que un grupo de policías ingresó a su casa por la fuerza, para intentar capturarla, y emitieron amenazas frente a su mamá y sus tres hermanos, todos menores de edad.

LAS PROTESTAS

Aunque la Policía impidió la marcha, no pudo evitar dos “piquetes express” (protestas efímeras), uno en un centro comercial de Managua, y otra en la parroquia Divina Misericordia.

Los manifestantes gritaron consignas como “¿Cuál es la ruta? ¡Que se vaya el hijo de puta!”, “Ortega, escucha: ¡seguimos en la lucha!”, o “¡Sí se pudo!”.

Al menos siete periodistas y camarógrafos fueron agredidos durante las protestas, mientras uno de ellos recibió amenazas de muerte para sus familiares, por agentes de la Policía, quienes además pincharon las llantas de dos medios de comunicación no oficialistas.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenó las acciones policiales para impedir las manifestaciones, las que incluyeron la retención de líderes disidentes en sus propias casas.

CRISIS SANGRIENTA

Los sucesos de Nicaragua se dan en medio de una crisis que ha dejado cientos de presos, muertos y desaparecidos, desde el estallido social contra Ortega, en abril de 2018.

Un total de entre 328 y 684 personas han muerto en el marco de la crisis, según organismos defensores de los derechos humanos, de los cuales Ortega ha reconocido 200.

La CIDH y la oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) han responsabilizado al Gobierno de Ortega por la violencia en Nicaragua, que incluye crímenes “de lesa humanidad”.

Ortega, quien lleva 13 años consecutivos en el poder, ha explicado que se defiende de un “golpe de Estado fallido”.

Nicaragua no vivía una crisis sangrienta como esta desde la primera vez que Ortega fue presidente, entre 1980 y 1990.

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