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Rajoy sacrifica a Soria para frenar su desgaste

Mariano Rajoy y José Manuel Soria.

Luz Sanchis

“Si un funcionario no puede ser funcionario... ¡Esto qué es!”. El comentario de Mariano Rajoy, hecho durante su viaje a China, demuestra cómo hasta hace dos días el presidente del Gobierno en funciones se mostraba seguro de que José Manuel Soria era la mejor opción para el puesto de director ejecutivo del Banco Mundial.

Hasta que dejó de serlo. En la carta en la que Soria renunciaba al muy lucrativo puesto (226.000 euros al año libres de impuestos), el exministro comunicaba que lo hacía a petición del Gobierno, según la agencia EFE, y a causa de la “desproporcionada” utilización política que se había hecho de su designación.

A pesar del escándalo creado, Soria sostenía que se veía obligado a dar ese paso “a pesar de que no está ni imputado, ni investigado, ni condenado por ninguna instancia, ni inhabilitado para el ejercicio de ese cargo en el Banco Mundial”.

El nombramiento, difundido por el Ministerio de Economía mientras se votaba por segunda vez la investidura fallida de Rajoy, provocó inmediatamente una polémica que afectó al Ejecutivo, al PP y, sobre todo, al líder de ambos. La renuncia de Soria este martes no sólo resulta incongruente con la defensa que hizo de él el propio Rajoy, también deja en mal lugar a los miembros del Gabinete y del partido que se apresuraron a elogiar la candidatura. 

A pesar del respaldo del presidente, amigo personal de Soria, la tormenta provocada por el caso amenazaba con convertirse en un martirio para Rajoy. La noticia se ha convertido en el foco de atención durante sus tres días de viaje con motivo de la cumbre del G20. Ante la insistencia de los periodistas que lo acompañaban, Rajoy llegó a cortar la conversación con la frase “eso, a De Guindos”.

Los efectos del escándalo han hecho mella en el Ejecutivo, ya que la opinión distaba de ser unánime. Quizá el ministro que más distancia ha puesto de por medio ha sido el titular de Hacienda. Cristóbal Montoro se negó el viernes a decir nada, pero sí insinuó su desacuerdo. Los más valientes a la hora de censurar la iniciativa han sido algunos barones del PP, con la vicepresidenta de Castilla y León a la cabeza. Rosa Valdeón fue la primera en hablar de “vergüenza” poco después de conocerse la noticia. Su jefe, Juan Vicente Herrera, también recordó que su opinión sobre Soria era “muy mejorable”. 

Los que se desmarcaron

Después, se apuntaron Alberto Núñez Feijóo y Cristina Cifuentes. El primero, que se enfrenta a unas elecciones dentro de 19 días y en sólo cuatro empieza la campaña, reconoció en un desayuno informativo que era “difícil de explicar”. La presidenta de la Comunidad de Madrid, que fue elegida gracias a un pacto con Ciudadanos, también admitió que el nombramiento “no debía haberse llevado a cabo”. 

En el segundo nivel de cargos del Gobierno también hubo el viernes quien confesaba sin problemas que no entendía nada ni de la elección ni del momento escogido para difundirla. Un secretario de Estado y un diputado con larga experiencia coincidieron en calificar el hecho de “alucinante”.

En contraste con los más críticos, varios ministros y dirigentes conservadores hicieron una defensa férrea de la candidatura de Soria. Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal, Luis de Guindos, Rafael Catalá, José Manuel García Margallo, Íñigo Méndez de Vigo y Rafael Hernando son algunos de los nombres que respaldaron la elección por parte de la comisión que controla Economía e insistieron en que no había perfil más adecuado que el suyo. La vicepresidenta, que se desmarcó en un primer momento de la decisión, aducía tres días después que se trataba de la propuesta de una comisión “técnica” y que todo estaba “de acuerdo con el escalafón”.

La más vehemente fue María Dolores de Cospedal, que tuvo que dar la cara en rueda de prensa tras el comité ejecutivo que el PP celebró este sábado. La secretaria general se enfrentó a varias preguntas sobre la elección de Soria, incluida la de si no había otro técnico comercial en España que se adecuase al puesto. “Es un funcionario que vuelve a su carrera de técnico comercial” y “no conozco nada que le relacione con la corrupción” fueron dos de sus afirmaciones, los mismos argumentos que utilizaron los ministros de Economía y Justicia. 

Rafael Catalá abundaba este lunes en la teoría de que la “exigencia de ejemplaridad no puede llevar consigo la renuncia a derechos civiles”. El titular de Justicia zanjaba el asunto con la afirmación de que todo entraba dentro “del normal funcionamiento de la Administración Pública”.

El sustituto de Soria

El único consuelo para el Gobierno es que podrá nombrar a un sustituto para ocupar el puesto que ahora ha quedado libre, a pesar de que el plazo de presentación de los candidatos de cada país finalizaba el pasado viernes. Las normas del Banco Mundial establecen que “si un nominado retira su nombre después del cierre de presentación de candidaturas pero antes de la fecha final de la votación” (7 de octubre), el secretario pedirá que a la mayor brevedad los “gobernadores” (representantes de cada país, en el caso español, Luis de Guindos) presenten nuevos candidatos.

La situación no es la más habitual en estos casos, por lo que fuentes de Economía afirman que en el Ministerio están estudiando cómo hacerlo para que haya un español representado entre los directores del Banco Mundial.

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