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Sánchez incrementa la presión sobre la UE con su 'no' al Brexit por Gibraltar en un escenario de bloqueo total

El presidente, Pedro Sánchez, junto a su homólogo portugués, António Costa.

Irene Castro / Andrés Gil

El Gobierno de Pedro Sánchez mantiene el 'no' al acuerdo del Brexit al que la Unión Europea debe dar el visto bueno por este domingo para que la desconexión del Reino Unido se haga de la forma pactada por Bruselas y el Ejecutivo de Theresa May. Sánchez sigue determinado a rechazar el acuerdo porque entiende que tal y como está redactado “pone en cuestión la capacidad que tiene España para negociar el futuro de Gibraltar”. El presidente sostiene que “no es aceptable para España” e intensifica la presión sobre la UE y el Reino Unido.

España quiere que la relación con Gibraltar y las negociaciones en torno al Peñón deben contar, como ha sido hasta ahora, con el acuerdo entre Reino Unido y España. Pero eso no viene recogido en el acuerdo de retirada del Reino Unido. Y, según ha dicho Pedro Sánchez, tampoco en la declaración política de la relación futura que debe ser aprobado este domingo también.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, mantuvo este miércoles una “larga conversación” telefónica con Theresa May para reiterar su postura frente al acuerdo del Brexit planteado por el Ejecutivo británico.

Sánchez presionó a Jean-Claude Juncker y Donald Tusk, presidentes de la Comisión y el Consejo Europeo, al comunicarles que España se opondrá el acuerdo del Brexit si se mantiene en los términos actuales y ha insinuado que ha hablado con la primera ministra británica al asegurar que tanto los máximos representantes de la UE y ella entienden las preocupaciones de España.

Cuatro días antes de que los 27 tengan que tomar la decisión final sobre el Brexit tras un año y medio de negociaciones, el escenario de bloqueo es una realidad. El fruto del desacuerdo es básicamente un artículo que, a juicio de Sánchez, “pone en cuestión la capacidad que tiene España para negociar el futuro de Gibraltar”.

Lo que exige el Ejecutivo español es la “retirada del artículo 184” del acuerdo de 585 páginas, así como que la relación preferente de España en relación con Gibraltar figure expresamente en la futura declaración política. Bruselas prefiere no reabrir el acuerdo alcanzado con Reino Unido y solucionar el conflicto en la declaración, pero para Sánchez es insuficiente.

“Nos sentimos contrariados”, ha admitido Sánchez en una rueda de prensa junto al primer ministro portugués, Antònio Costa, con motivo de la Cumbre hispano-lusa que se ha celebrado en Valladolid.

“La actitud del Gobierno de España para con el contencioso con Gibraltar es productiva y constructiva –ha señalado Sánchez tras recordar que sí se han alcanzado acuerdos en los memorándums de entendimiento de aspectos concretos de la relación con el Peñón–, pero tenemos que hacerlo nosotros”. Sánchez quiere que la relación sea bilateral: “Si eso se pone en solfa, se duda por parte del Reino Unido, España no va a poder votar ese acuerdo de retirada y esa declaración política futura”, ha zanjado.

Para Sánchez, los socios europeos y Reino Unido deben comprender que no se puede “permitir que se debilite la capacidad de un país de la UE”. El presidente del Gobierno ha llegado incluso a reivindicar su capacidad de veto al acuerdo, que es más bien política –muy difícilmente la UE podrá seguir con este acuerdo si no se suma España– que técnica –el acuerdo no requiere unanimidad, sino una mayoría equivalente al 60% de la población europea–.

La Unión Europea contaba con un aterrizaje suave hasta la cumbre del domingo que estaba previsto santificara el acuerdo. Hasta tal punto que el orden del día apenas ocupa desde las 9.30 hasta las 12.00, dos horas y media para una decisión que marca un punto de inflexión en el continente.

En Bruselas entendían que las resistencias vendrían fundamentalmente del Reino Unido, por las dificultades de May para sacar el acuerdo adelante en el Parlamento británico. Pero a escasos días de la reunión, todo está en el aire: la declaración política de la relación futura, que debería estar ya redactada para su aprobación el domingo, sigue sin ver la luz; y hay aspectos que siguen abiertos, como la pesca en aguas británicas o la relación comercial.

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