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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Pedro Sánchez, recibido con pitidos y gritos de “fuera, fuera” en el desfile militar del 12 de octubre

El presidente de Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ha vuelto a ser recibido con pitidos y gritos de “fuera, fuera” a su llegada al Paseo de la Castellana, minutos antes de que empezase el desfile de la fiesta nacional. En el acto, que ha arrancado a las 11 de la mañana, han participado alrededor de 3.500 efectivos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, 76 aeronaves y más de 100 vehículos.

Nada más comenzar, un paracaidista de la Brigada Almogáraves, que portaba la bandera de España, se ha chocado contra una farola mientras estaba haciendo las maniobras de aterrizaje. Se trata de Luis Fernando Pozo, que tiene más de 600 saltos de experiencia. Tras pasar reconocimiento médico se ha confirmado que se encuentra bien. El rey y el presidente en funciones se han acercado a saludarle al finalizar el desfile. 

Es la segunda vez que Sánchez acude como presidente del Ejecutivo y la segunda vez que es recibido con pitos. A pesar de que su llegada no ha sido anunciada por megafonía, y muchos de los asistentes no han visto cómo entraba en el recinto, los gritos de los espectadores que estaba cercanos a la tribuna se han comenzado a escuchar y se han ido reproduciendo a lo largo del Paseo de la Castellana. 

También ha sido reprobado cuando a través de los altavoces sí que han explicado que el jefe del Ejecutivo recibiría a los reyes. En este caso de forma más contundente, le han silbado y abroncado. Este recibimiento contrasta con los aplausos y algún “viva el rey” brindados a Felipe VI y a la reina Letizia.

Como es habitual, este evento ha estado presidido por los monarcas, Sánchez, la ministra de Defensa, Margarita Robles, y los presidentes del Senado y del Congreso, Manuel Cruz y Meritxell Batet. En esta ocasión el departamento de Robles no ha aportado el dato de cuánto costará este despliegue, en la edición anterior desembolsaron 420.000 euros.

El año pasado los asistentes se quedaron sin presenciar el desfile aéreo debido a la amenaza de lluvia. En esta ocasión las condiciones climatológicas han acompañado al desfile de banderas que los espectadores han comenzado a primera hora de la mañana para conseguir el mejor sitio. Enseñas nacionales a la espalda, en el cuello, en la muñeca, en la camiseta o sus colores pintados en la cara, han sido algunas de las opciones escogidas por los espectadores para asistir a este evento. 

Durante las horas previas al arranque, los civiles se mezclaban con agentes de la Guardia Civil y militares vestidos de gala que han asistido para apoyar a los compañeros que sí desfilaban. Muchos eran reclamados para hacerse fotos y otros aprovechaban para retratarse con familiares, pareja o amigos. Uno de ellos, Bruno, 21 años, insistía en que esta jornada es el día “mas feliz” y “más importante” para los alumnos de las academias de oficiales del Ejército de Tierra. “Se celebra nuestra historia, nuestro legado”, planteaba.

Aunque los pitidos al presidente han sido apoyados por gran parte de los asistentes, esta reprobación en el día de la fiesta nacional genera división entre los espectadores entrevistados por esta redacción. Por un lado, Julia se mostraba muy a favor de abroncarle por segunda vez. “Espero que se repita porque nos tiene en una situación horrible. Primero, no es competente. Segundo, lo ha hecho muy mal y tercero que no le aguanto”, apuntaba antes de que comenzase el acto, bandera de España en mano.

El punto de vista opuesto lo aportaba Nerea, 19 años, una canaria que lleva un par de años residiendo en Madrid. “No creo que haya que meterse con nadie, seas del partido que seas. Abuchear no creo que sea necesario”, apuntaba. Esta joven ha acudido al acto junto a su pareja para ver desfilar a un amigo en común. No es la primera vez que asiste, ya vino el año pasado, aunque en esta ocasión ha conseguido verlo en primera fila.

Los sitios con mejor visión han sido muy codiciados a lo largo de la mañana. Los madrugadores han conseguido colocarse al lado de las vallas que marcaban el perímetro o en los asientos de la marquesinas, entre los asistentes que han llegado un poco más tarde ha primado la imaginación.

A la altura del edificio del Ministerio de Defensa un espectador ha optado por escalar un árbol y otros han subido a sus hijos a los techos de una marquesina, llegando a romperse parte de uno de los laterales de cristal de una de ellas entre las ascensiones y descenso de los pequeños. Ante este incidente, la Policía Nacional ha optado por desalojar la parte superior de esta parada de autobús. 

En esta ocasión, la Unidad Militar de Emergencia (UME) – que ha participado este verano en la extinción del incendio de Gran Canaria – y la Guardia Civil han sido algunos de los destacamentos más vitoreados, aunque sin duda el más esperado ha sido el de la legión. “Ya vienen. ¡Viva la Legión!”, planteaban algunos, mientras un padre de familia le preguntaba a su hijo, que estaba sentado en sus hombros, si veía a la cabra.