“Estoy muerta por dentro”. A Dolores Ruiz no hace falta que le expliquen lo que pasó o no pasó el 29 de octubre de 2024 en València ni quién hizo o no lo que debía porque su pena infinita acredita la verdad de los acontecimientos que arruinaron aquel día su vida para siempre. Su marido y dos de sus tres hijos murieron ahogados, arrastrados por el agua y el fango. Ocurrió poco después de las seis de la tarde, cuando el máximo responsable de la administración competente en Emergencias, el president de la Generalitat, Carlos Mazón, aún estaba en el reservado de un restaurante de lujo. Y nadie había dado la orden de enviar las alertas a la población.
“He perdido todo. A mi marido, a mis hijos, mi casa, mi vida. Es un infierno. No le deseo a nadie lo que estoy viviendo. Pero tengo clara una cosa, que a mí me los han arrebatado por no hacer las cosas bien hechas quienes las tenían que hacer. Eso lo tengo más que claro, que si hubiesen mandado las alarmas, mis hijos y mi marido estarían vivos. Después sí han mandado las alarmas en otras ocasiones y la gente no es tonta. No hubieran muerto si hubieran mandado las alarmas”, explicó este martes Dolores ante los diputados que forman parte de la Comisión de Investigación.
Rota de dolor y entre lágrimas que obligaron a la presidenta de la Comisión a parar en algún momento la intervención para asistirla y consolarla, la mujer cuyo proyecto de vida arrasó la dana no dudó en señalar a Carlos Mazón como principal responsable de lo sucedido. “Yo era la persona más feliz del mundo con mi familia. Y yo no entiendo de política ni de muchas cosas, pero sí entiendo que el señor Mazón no hizo bien el trabajo, que se fue a comer al Ventorro y ya sabía que el Barranco del Poyo iba lleno de agua. Se fue tan tranquilo a comer y cuando mis hijos se fueron aún seguía comiendo. Y eso es injusto. ¿Para qué queréis tanta tecnología si no mandáis las alertas? El que sea padre o madre me entenderá. Sin mi Jesús y mi Javi yo no tengo vida”, dijo mirando a los diputados antes de denunciar lo que le ocurría en estos meses cuando veía a Mazón en el televisor de su casa: “Cada vez que el señor Mazón salía en televisión, mis heridas se abrían aún más”.
Los diputados del PP, que decidieron no aplaudir ninguna de las intervenciones de las víctimas, apenas pudieron sostenerle la mirada a Dolores durante gran parte de su intervención y se refugiaron en las pantallas de sus móviles. Una actitud que les reprochó el portavoz de ERC, Gabriel Rufián. “Por favor, señorías del PP, pidan perdón. Se pudo evitar. No miren al suelo ni al techo ni a las pantallas de sus móviles. Pidan perdón porque ustedes han mantenido un año a este tío”.
El portavoz popular, César Sánchez, quiso excusar la actitud de su grupo. “El mayor y más cariñoso aplauso que podemos darle es el silencio, porque en el silencio reside el respeto”. María Teresa Pagán, que vio morir a su hermana, a su sobrino y a su cuñado en la riada, le reprochó la excusa. “Está bien el silencio, pero no es suficiente. El respeto se tenía que haber demostrado cuando tocaba, el día 29, el respeto que tenía que haber tenido Mazón y todo su Consell. No entiendo de colores políticos, entiendo lo que no se hizo el 29. Si en València se hubiera gestionado como tocaba el día de la dana [...] mi hermana y mi sobrino y mi cuñada hoy estarían vivos”.
Antes, había comparecido Rosa María Álvarez, presidenta de la asociación de Víctimas de la Dana. Su padre murió en su casa de Catarroja (València) esa tarde del 29 de octubre de 2024, también mucho antes de que la Generalitat mandara el mensaje de alerta a la población. Y ella promete no perdonar a quienes no estuvieron a la altura de la emergencia climática que provocó, entre otras cosas, el desbordamiento del Barranco del Poyo.
“Mi padre no tenía que haber muerto, no quería morir. Se vacunó ese día de la vacuna de la Covid. Mi padre no era un número, era un hombre. Un hombre que tuvo la muerte más dura que ustedes puedan imaginar. Arrastrado por el agua, por el lodo. Jamás podré perdonar a los responsables que permitieron que esto sucediera”, prometió este martes en el Congreso de los Diputados.
Presidenta de la Asociación de víctimas de la dana, Rosa María Álvarez fue la primera compareciente de la comisión de investigación impulsada por los partidos que apoyaron la investidura de Pedro Sánchez y con la oposición de PP y Vox. Y 24 horas después de la dimisión de Carlos Mazón ha pedido que las responsabilidades jurídicas lleguen hasta el final.
“Es una victoria pequeña, pero el primer paso es ya una realidad: Mazón dimisión. Eso demuestra que gente pequeña haciendo cosas pequeñas puede conseguir cosas grandes. Pero nos queda el segundo: Mazón a prisión”, reclamó. Rosa María Álvarez denunció que, como a su padre, a las 229 víctimas “las mató una alerta que cuando llegó, ya habían muerto”.
Álvarez pidió al conjunto de grupos políticos que las buenas palabras no se queden en gestos de cara a la galería y ha mandado un mensaje al líder del PP. “El 14 de marzo estuve en la calle Génova y quise facilitarle el teléfono al señor Feijóo, pero no se ha puesto en contacto conmigo. Me gustaría que cualquier partido político, sea del espectro que sea porque en la asociación hay víctimas de todas las sensibilidades, se pusiera en contacto con nosotros. Han contactado periodistas de todo el mundo, no creo que sea tan difícil conseguir nuestro teléfono”, dijo.
La presidenta de la asociación recordó que ninguna víctima habla por afinidad a ningún partido político, sino por la defensa de la memoria y la justicia hacia las víctimas: “Nosotros no hablamos desde el partidismo, hablamos desde la pérdida. Desde el convencimiento de que muchas de las muertes, si no todas, eran evitables”.
También compareció María del Carmen Gil, que perdió a su suegra el 29 de octubre de 2024. Visiblemente emocionada, María del Carmen se derrumbó en algún momento de su intervención al recordar lo ocurrido. “No pedimos compasión, pedimos verdad. No queremos minutos de silencio, queremos responsabilidades”, pidió a los asistentes.
La comisión, que examina la gestión política, técnica y administrativa de la catástrofe, inicia sus trabajos pocos días después del funeral de Estado celebrado el pasado jueves, donde el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, fue duramente increpado por algunos asistentes. Mazón será uno de los principales comparecientes previstos: su turno está fijado para el 17 de noviembre.
A Dolores, que encontró los cuerpos de sus hijos y su marido más de diez días después a varios kilómetros de su casa, se le quebró la voz en su intervención final cuando avisó de que no parará hasta conseguir justicia. “Prometí que iba a luchar por mi marido y por mis hijos mientras tenga fuerza”.