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La semana abertzale de Pablo Kasado

Imagen del vídeo difundido por Pablo Casado en el momento en que coge la bandera.

Iñigo Sáenz de Ugarte

Circulan comentarios de algunos politólogos escandalizados porque los medios de comunicación presten tanta atención a Vox, un partido extraparlamentario al que el último CIS da un 1,4% de votos. Sus cifras no son para echarse a temblar. Su mensaje e influencia en otros partidos son un asunto diferente. Da la impresión de que Pablo Casado no cometerá el error de Mariano Rajoy, que pensaba que esto de Podemos y Ciudadanos era un asunto liviano de poco recorrido que se limitaría a que los primeros sustituirían a IU y los segundos a UPyD, y aquí paz y después bipartidismo.

Por eso, en su nueva identidad de Pablo Kasado, ha lanzado la semana abertzale (patriota en euskera) del Partido Popular. Y no hay semana patriótica sin bandera, cuanto más grande, mejor. Otras herramientas –acusar a los indepes catalanes de romper España, acusar al Gobierno de ayudar a los que rompen España– también servirán, pero lo primero es la bandera.

Al calor de la semana en que se celebra la Fiesta Nacional de España, la dirección del PP ha pedido a los españoles que pongan la bandera en sus balcones. Por efectos del sol, algunas que permanecen desde hace un año son un curioso homenaje a Austria. Toca renovar el emblema. Casado grabó un vídeo bandera en mano –no llegó a besarla– y recordó que es “la bandera que el próximo 12 conmemoraremos en el Día de la Hispanidad”.

¿Hispanidad? Regreso al pasado. Alguien tiene que consultar el BOE en la sede del PP. Una ley de 1987 establece que el nombre oficial de la festividad del 12 es estrictamente Fiesta Nacional de España. El nombre de Día de la Hispanidad se estableció en el franquismo en 1958, se mantuvo con un decreto de 1981 y desapareció seis años después.

Todo eso es cierto, pero Kasado respondería que España está muy por encima del BOE.

“Casado está consiguiendo liderar la España de los balcones”, dijo Teodoro García Egea al presentar la campaña con un hashtag en Twitter que no tuvo mucho éxito. El secretario general del PP predicó con el ejemplo. “Yo ya he colgado la bandera en el balcón”, dijo con una foto que revela las dimensiones realmente notables del suyo.

La frase introduce una nueva métrica en una época en la que cada paso político se mide en función del resultado de las encuestas. No conocemos el margen de error de la España de los balcones como instrumento de medición. Suponemos que es lo bastante amplio como para que se pueda cantar victoria con facilidad.

En la sesión de control del miércoles, Casado volvió a enfrentarse a Pedro Sánchez después de dos semanas de abstinencia (el presidente estaba en el extranjero una semana y a la siguiente no hubo plenos). A tono con la semana nacionalista, el líder del PP denunció que son los enemigos de España los que detentan el poder, no el presidente del Gobierno al que llamó “señor Sánchez”.

“El problema es que en España ya no manda usted ni el Gobierno. Quien manda y pone plazos es el señor Torra”, le lanzó a la cara. Esto es todo un Breaking News para el presidente de la Generalitat, que ya quisiera estar en condiciones de gobernar Cataluña, ahora que ERC comienza a estar un poco harta con que el Parlament esté siendo condicionado por los intereses personales de Puigdemont.

Ocupar el espacio que deja libre el rival

En el despliegue de Casado hacia la derecha para no dejar huecos por los que se cuele Vox, corre el riesgo de abandonar un amplio espacio por el otro lado. Por eso, la estrategia del PSOE de Sánchez es intentar alargarse hacia el centro mientras no pierde el contacto con Podemos, al que necesita en el Congreso, como Elastigirl en Los Increíbles.

Nada más fácil para un Gobierno que presentarse como un factor de moderación frente a todos los demás, a los que se presenta como locos o exaltados. Por eso, su presidente puso en circulación en el duelo con Casado un concepto que el PSOE exprimirá a fondo: “Usted desde que ha sido elegido presidente del Partido Popular junto al señor Rivera han formado una suerte de coalición de la crispación”.

Tres veces usó la expresión. A la tercera: “Se han visto este fin de semana en Madrid los frutos de esa coalición de la crispación”. No utilizó la palabra Vox, pero se le entendió.

A la sesión de control se va con el mensaje aprendido. Casi nadie responde a lo que dice el otro. Sánchez llevaba el suyo muy presente, como quien lleva la comida al trabajo en el tupper. Siguió en esa línea y acusó al PP de haber iniciado un camino de “radicalización y abandono de la moderación”. Y por último, el consejo dirigiéndose al líder del PP: “Céntrese, recupere la moderación...” y ahí se apagó el micro porque se había acabado el tiempo. Da igual, nos podemos imaginar lo que iba a decir luego. Como también podemos suponer que Sánchez no desea en absoluto que Casado se centre, que intente posicionarse en el centro.

Casado tendrá eso en cuenta cuando piense que ha llegado el momento adecuado. Pero antes debe celebrar la semana abertzale y ondear la bandera hasta que se le cansen los brazos.

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