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Viktor Orbán, el gran polarizador

Viktor Orbán logra un cuarto mandato en Hungría con una amplia victoria
BUDAPEST —

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Budapest, 3 abr (EFE).- Tras la retirada de la canciller alemana Angela Merkel, Viktor Orbán es el jefe de Gobierno más veterano de la Unión Europea (UE), con doce años seguidos en el cargo. Este domingo logró su cuarto mandato al imponerse con claridad en las elecciones generales.

Orbán, de 58 años, ha gobernado Hungría desde 2010 con una amplia mayoría absoluta con la que ha podido aprobar en solitario una nueva Carta Magna y enmiendas constitucionales con las que ha socavado la separación de poderes.

En los últimos 35 años ha pasado de ser un joven liberal que luchó contra el comunismo a defender un sistema “iliberal”, de ser ateo a erigirse en defensor de la Europa cristiana, de abogar por derribar los muros de la Guerra Fría a levantar otros contra la inmigración.

Su legado y su personalidad dividen Hungría, unos lo consideran un gran líder, otros un simple político corrupto que quiere eternizarse en el poder.

Con todo, Orbán sigue siendo el político más popular de Hungría, también debido a una presencia benévola y constante en los medios que controla.

DE JOVEN REBELDE...

Orbán tuvo una infancia como la de pocos líderes de la UE: en alguna ocasión ha recordado la sensación mágica de abrir con 15 años por primera vez un grifo de agua caliente en su pequeña localidad de Felcsút, a 40 kilómetros de Budapest.

Su padre fue un modesto ingeniero y su madre era profesora. Orbán tuvo que trabajar en el campo y en la infancia descubrió su otra gran pasión además de la política: el fútbol.

Cuando llegó a Budapest en 1982 para estudiar derecho ya era un anticomunista convencido. En la residencia universitaria István Bibó fundó en 1988 con otra treintena de estudiantes el Fidesz, la Alianza de Jóvenes Demócratas.

Orbán fue pronto el líder del grupo y mostró un carácter impulsivo y gran olfato político. Su discurso en junio de 1989 en el entierro con honores de Imre Nagy, jefe del Gobierno durante la revuelta antisoviética de 1956, lo lanzó a la fama.

En los estertores del sistema comunista pero con las tropas soviéticas todavía presentes, Orbán pidió que el Ejército Rojo abandonara el país antes más de 200.000 personas que le aplaudieron. Tenía 26 años y muchos se quedaron con el nombre de aquel joven rebelde de pelo largo.

Al frente de Fidesz logró entrar en el Parlamento en las primeras elecciones democráticas de 1990, pero no llegó al poder. A partir de ahí comenzó a girar cada vez más a la derecha. Mientras que varios partidos liberales y de izquierda competían por el centro no existía ningún partido de derecha nacionalista.

Orbán vio que ese era un nicho electoral en el que podía crecer y el tiempo le dio la razón: en 1998 se convirtió con 35 años en el primer ministro más joven de Europa.

Tras cuatro años en los que el país entró en la OTAN (1999) y encarriló el ingreso en la Unión Europea (UE), Orbán estaba seguro de que conseguiría la reelección en 2002, pero una coalición de socialistas y liberales lo desalojó del poder.

...A VETERANO REFERENTE ULTRA

Orbán pasó ocho años en la oposición hasta que encontró el momento oportuno. Los escándalos de corrupción de los socialistas y los duros ajustes debido a la crisis financiera de 2008 dispararon el malestar social.

El resultado: Orbán logró en 2010 una mayoría absoluta de dos tercios que le abría la posibilidad de cambiar el Estado. El político lo definió como “una revolución conservadora”.

En tiempo récord el gobierno de Orbán trabajó para controlar los medios, aprobó en solitario una nueva Constitución, impulsó una nueva ley electoral que beneficia zonas rurales de voto conservador y reformó el Tribunal Supremo y el Constitucional para garantizarse una mayoría favorable.

Todos estos cambios despertaron críticas de la Comisión Europea y pronto Orbán comenzó a atacar a las “elites de Bruselas” y a comparar la UE con la Unión Soviética.

El enfrentamiento fue a más con la crisis de los refugiados de 2015. Orbán criminalizó a los refugiados llegados de Siria, Irak y Afganistán.

Los vinculó con el terrorismo y la delincuencia y los retrató como un “ejército” que invadía Europa y ponía en peligro la cultura cristiana.

Estas declaraciones le acercaron a la ultraderecha europea, que considera a Orbán un referente, sobre todo por su rechazo a la inmigración musulmanes y la defensa de valores tradicionales.

Su cercanía a China y a Rusia ha sido también un elemento de tensión con Bruselas, que aumentó la presión contra Hungría hasta aprobar un mecanismo que condiciona la llegada de fondos europeos al respeto del Estado de Derecho.

La comprensión con Moscú y las críticas a Kiev incluso durante la invasión rusa de Ucrania ha distanciado a Budapest también de sus socios tradicionales del Este, como Polonia y República Checa, ahondando en un creciente aislamiento en el seno la UE.

Luis Lidón

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