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Europa insta a Madrid a reducir el ozono troposférico a pesar de admitir progresos en la calidad del aire

Uno de los accesos a Madrid Central, en el primer día de restricción del tráfico.

Marta Montojo

La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) ha reconocido los esfuerzos que el Ayuntamiento de Madrid ha llevado a cabo en estos últimos cinco años para reducir la contaminación atmosférica en la ciudad, pero, al mismo tiempo, ha recalcado que debe reducir los niveles de ozono troposférico (el ozono malo) que continúa por encima de los umbrales marcados como seguros por la Organización Mundial de la Salud, según un análisis de la agencia publicado este lunes. Este gas nocivo sigue representando un problema para las ciudades del sur europeo.

La AEMA ha evaluado 10 de las 12 ciudades europeas que en 2014 entraron a formar parte del proyecto piloto de implementación de medidas de calidad del aire: Amberes (Bélgica), Berlín (Alemania), Dublín (Irlanda), Madrid, Malmö (Suecia), Milán (Italia), París (Francia), Plovdiv (Bulgaria), Praga (República Checa) y Viena (Austria). En el caso madrileño, ha destacado como positivas medidas como el aumento de los puntos de medición de contaminantes, el proyecto de Madrid  Central que ha rebajado la polución o la comunicación sobre el estado de la calidad del aire, entre otros. 

“En general, las 10 ciudades participantes han mejorado sus prácticas de gestión de la calidad del aire en el último lustro, especialmente en el uso de herramientas y métodos para medir la eficacia de las políticas implementadas”, concluye la AEMA, si bien insiste que hay todavía algunos desafíos comunes, como comunicar de manera efectiva estos asuntos —aspecto que valora positivamente en la ciudad de Madrid— o lograr coherencia entre los diferentes niveles de gobernanza.

Otros de los retos subrayado por la agencia son la desigualdad social, dado que los impactos por la contaminación atmosférica se sufren de manera desigual en función a factores como la edad o el nivel de renta y la reducción del ozono troposférico (O3), sobre todo en los países del Mediterráneo, al ser éstos más susceptibles a sufrir altas concentraciones dada su mayor “sensibilidad climática”. Este contaminante secundario surge por la reacción química entre el dióxido de nitrógeno y los hidrocarburos en estado gaseoso (emitidos por automóviles y algunas industrias) en presencia de radiación solar y, según los especialistas, las altas temperaturas están directamente relacionadas con picos de concentración de ozono.

En este sentido, la AEMA recuerda que, pese a que hay ciudades del sur de Europa que sobrepasan los niveles deseables de ozono troposférico, aún “no se han definido medidas específicas para reducir las emisiones de los compuestos orgánicos volátiles”, precursores de este contaminante.

También asegura que entre el 2014 y 2016, el 98% de la población de la UE estuvo expuesta a niveles de O3 superiores a los estándares de la OMS, mientras que, sólo en España, 1.800 muertes prematuras se asocian cada año con este problema aunque todavía se han  desarrollado planes específicos generalizado. Para el caso concreto de Madrid, el informe alega que es un reto garantizar que las estaciones de medición reflejen de forma fidedigna la concentración de ozono.

Las rentas bajas, más vunerables

Respecto a la desigualdad en el impacto de la contaminación atmosférica, Catherine Ganzleben, especialista en Calidad del Aire y Medio Ambiente de la AEMA, señala a eldiario.es que el sur de España es especialmente vulnerable ante este problema, al presentar mayores tasas de desempleo y menores salarios que el resto del país.

Las personas con menor nivel adquisitivo tienen generalmente peores condiciones de salud —en factores como la dieta o el acceso a servicios sanitarios — y son más vulnerables ante los riesgos asociados a la contaminación atmosférica“, precisa esta experta. Se refiere a riesgos como el aumento en la probabilidad de padecer problemas respiratorios, como asma o EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), cáncer de pulmón o enfermedades cardiovasculares, entre otras.

Los niños también son más propensos a sufrir los impactos de la polución atmosférica, al no haber desarrollado completamente su sistema inmunológico, y lo mismo ocurre con la tercera edad, que son menos resistentes a los impactos de la contaminación.

Al mismo tiempo, Ganzleben recalca que hay un tipo de desigualdad relativa a la exposición. Hay regiones más expuestas a la contaminación de ozono, por ejemplo, como las rurales, o el sur de España, donde se registran temperaturas más altas. Por eso, en el caso español se produce la casualidad de que “los mayores niveles de ozono coinciden con las más altas tasas de desempleo, aunque no haya una relación causa-efecto”.

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