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Los domingos de Madrid vuelven a ser de misa

EFE

Madrid —

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Tras más de dos meses de cierre forzoso, las iglesias de Madrid han recuperado hoy su misa de domingo, un paso clave hacia la recuperación de la normalidad en el que han podido ser testigos presenciales los feligreses que, hasta ahora, se habían visto obligados a seguir las eucaristías por la televisión o por internet.

Desde el pasado lunes se permite la apertura de los lugares de culto en la Comunidad de Madrid, por lo que, diez domingos y una Semana Santa después, los fieles han vuelto a unos templos en los que aún son muchos los detalles que recuerdan la sombra de la pandemia; entre los más tangibles están la separación entre los asistentes, la obligada limitación del aforo de los templos y, cómo no, las omnipresentes mascarillas.

“Volver a encontrarnos con nuestra gente está siendo una experiencia de choque”, declara a Efe Fernando Artigas, párroco de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, en el distrito capitalino de Chamartin, donde a primera hora de esta mañana se ultimaban los preparativos para la primera de las tres misas previstas para el domingo, a las 11 horas.

Atrás queda un período “complicado” pero que el cura ha visto “muy interesante”, sobre todo por la “creatividad” mostrada por creyentes y clérigos para mantener el contacto espiritual durante el confinamiento.

Artigas explica que él y los otros tres sacerdotes de la parroquia, adscrita a la congregación de los Misioneros del Espíritu Santo, han mantenido un “acompañamiento” de la feligresía mediante teléfono, correo electrónico o herramientas de videoconferencia, mientras que las eucaristías dominicales se han retransmitido por YouTube.

Pese a la extrañeza de “no tener un interlocutor”, el párroco valora la iniciativa, que ha permitido canalizar un acercamiento “muy esperanzador y colaborador” entre los miembros de la comunidad, a pesar de lo “doloroso” de la pandemia.

Las misas 'online' de esta parroquia continuarán durante las próximas semanas, con la idea de dar servicio a quienes prefieren no ir al templo “por prudencia” o por ser especialmente vulnerables, pero ya el martes se retomaron los oficios en la iglesia.

Hoy, al ser el día más señalado de la pandemia, un grupo de voluntarios laicos ha ayudado a organizar las ceremonias, limitadas a un aforo máximo de 200 personas.

Así, en cada entrada al templo se ha colocado un 'portero' para llevar la cuenta de los asistentes, echarles gel hidroalcohólico en las manos y, en el caso de que no la llevasen, darles una mascarilla.

Luego, un 'acomodador' ubicaba a los feligreses, nunca más de dos o tres por banco y separados por varios metros salvo en el caso de los convivientes, que podían sentarse juntos.

Además, uno de cada dos bancos se ha dejado libre para dejar moverse a los sacerdotes y entregar la comunión sin necesidad de que los asistentes se movieran.

La necesidad de evitar cualquier contacto se nota incluso en la colecta; en vez de pasear el cestillo, se ha utilizado un terminal electrónico de pago colocado en la entrada del templo y se ha dado a los fieles un número de teléfono para transferir dinero a través de la aplicación móvil Bizum.

Pese a todos los cambios, los feligreses han vuelto a la iglesia con ganas y sin miedo, como es el caso de Sandra, que ha ido a misa durante toda la semana con una mezcla de “sorpresa y alegría”.

“Es muy raro pero bueno, a todo hay que acostumbrarse, me imagino que dentro de no mucho empezará a ser todo más normal (...) cuanto antes perdamos los miedos, mejor nos irá a todos”, declaraba Javier, quien durante el confinamiento ha sido asiduo a las misas televisadas de La 2, que “no son lo mismo pero ayudan bastante”.

En opinión de Adolfo, se nota que aún hay mucha gente a la que le cuesta “decidirse a venir” al templo, aunque confía en que todos se animen “con el paso de las semanas”, porque no cree que ir a misa “vaya a ser un trastorno, ni mucho menos”.

En el resto de la región, según ha indicado a Efe un portavoz del Arzobispado de Madrid, la tónica este domingo ha sido de “normalidad”, con respeto a las normas por parte de los fieles.

Para evitar las aglomeraciones, muchas parroquias que preveían problemas por su asistencia promedio de fieles o por su reducido tamaño han ampliado el número de misas oficiadas, mientras que templos como la propia catedral de La Almudena, que hoy se ha abierto entera por primera vez desde que empezó el estado de alarma, ajustan el espacio hábil a la afluencia prevista.

Prevalecen, en cualquier caso, las instrucciones dadas por el Arzobispado más allá de las obligaciones impuestas por el Gobierno: por ejemplo evitar los coros, reduciendo la música a un solo cantor, y la distribución de hojas parroquiales o cualquier otro objeto.

Juan Vargas