Esquilmados, contaminados: Doñana pone en el foco los acuíferos aunque no sabemos bien qué son

Raúl Rejón

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Acuífero en peligro de Doñana. Acuífero esquilmado en las Tablas de Daimiel. Acuífero contaminado que filtra al Mar Menor. Acuíferos invadidos de agua salada en la costa.

Con España atravesando sequía y escasez para satisfacer las altas demandas habituales de agua, estos depósitos subterráneos van de boca en boca. ¿Su importancia? Además de sus funciones ecosistémicas, el Instituto Geológico y Minero de España destaca que tienen “un papel muy importante como suministro en situaciones de emergencia, periodos de sequía y cuando falla la garantía de los sistemas superficiales”. Una frase aplicable a 2023 en particular y al escenario de crisis climática que los científicos proyectan sobre gran parte de España en general.

Las aguas subterráneas se extienden por casi toda España en más de 760 masas. Prácticamente la mitad está en mal estado. Deteriorados por la sobreexplotación y la contaminación –ya sea de vertidos de fitosanitarios o la intrusión marina al esquilmarlos– no pueden cumplir esas funciones, ya sean ecológicas, económicas o para poder beber.

Los acuíferos abastecen al 70% de los núcleos urbanos y “casi el 30% de la población”, analiza el IGME. Esos supone más de 14 millones de personas. También se usan para irrigar más de un millón de hectáreas de regadío. Cada año se extraen de media unos 5.500 hm3. Más en periodos de sequía. En el curso 2020-2021 fueron 6.557 hm3.

Tienen un papel muy importante como suministro en situaciones de emergencia, periodos de sequía y cuando falla la garantía de los sistemas superficiales

Y, a pesar de haberse convertido en protagonistas, pueden calificarse de olvidados o ignorados. “La atención que han recibido ha sido mínima a pesar de su íntima relación con las aguas superficiales”, explicaba la organización Greenpeace en este informe específico: SOS Acuíferos. ¿De qué hablamos cuando hablamos del acuífero de Doñana? ¿Cómo se sobreexplota el acuífero conectado a Las Tablas de Daimiel? ¿Cómo es que filtra nitratos la masa Campo de Cartagena al Mar Menor?

Los acuíferos no son, en general, un lago por debajo del suelo. No se trata de aljibes o cisternas naturales donde el agua queda almacenada formando una lámina como la de estos depósitos fabricados por humanos.

Los acuíferos son formaciones geológicas subterráneas que contienen agua, sí. Pero se trata de rocas o sedimentos, como la grava o la arena, en cuyos poros o grietas se almacena el agua que llega desde la superficie y se filtra por el terreno hasta esas formaciones. El agua puede venir de la lluvia o de, por ejemplo, un río cuyo lecho es permeable.

El agua, una vez se ha infiltrado hasta esas capas, rellena los huecos hasta saturarlos. Más abajo, no continúa su camino al topar con una faja de material impermeable. La parte de subsuelo cuyos poros o fracturas están llenos de agua (saturados) conforma, grosso modo, esa masa de agua subterránea capaz de moverse, es decir, lo que llamamos acuífero.

Por tanto, al hablar de acuíferos, hay que pensar más en un subsuelo de sólidos muy mojado que contiene entre los huecos del sedimento o la roca el líquido más que esas superficies de agua que llenan una cueva subterránea (que también existen).

Esas zonas empapadas son complejas. Pueden encontrarse libres de cualquier tapa impermeable o lo contrario: ser una masa cautiva al tener un techo de materiales que no dejan pasar el líquido –el agua puede llegarles lateralmente desde otro acuífero–. Y, como casi tantas veces, también hay casos intermedios –semiconfinados–. Y todos pueden interconectarse entre sí dentro de una misma zona.

Cuando se explota un acuífero, se perfora un pozo que alcance la capa saturada de agua. Si la zona está libre de material impermeable por arriba, una vez pinchada hay que bombear el líquido infiltrado. Si es un acuífero cautivo, la tapa provoca una diferencia de presión respecto a la atmósfera y hace que el agua ascienda, a la manera de un pozo petrolífero, aunque no siempre surja el agua a la superficie.

La complejidad: tres acuíferos por debajo del Coto

“Cuando al acuífero entra más agua de la que sale, es sostenible. Si es al revés, se está sobreexplotando. Los bombeos con pozos sacan mucho y a mucha velocidad, por lo que se vacía rápido”, explicaba a elDiario.es la hidrogeóloga de la Universidad Jaume I Arianna Renau Pruñonosa.

La gran estrella mediática de las masas de agua subterránea es la de Doñana. Su fama le ha llegado al haber surgido como palanca política y electoral. Y sus acuíferos sirven para ilustrar esta naturaleza subterránea.

En Doñana, gran parte de la superficie que está fuera de la célebre marisma se superpone a un gran acuífero libre. El agua, que al infiltrarse se queda en la capa inferior, no tiene ninguna zona impermeable por encima.

Si se mira el plano de esa masa de agua sobre el mapa, puede apreciarse cómo abarca los municipios que conforman el Parque Nacional, Almonte e Hinojos, pero también caen encima los terrenos de Villamanrique de la Condesa, Rociana del Condado, Bollullos del Condado, Bonares, Lucena del Puerto, Moguer y hasta Palos de la Frontera.

Además de eso hay una parte entre sus famosas dunas y la marisma del parque que se considera un acuífero semiconfinado. La superficie de la marisma se asienta sobre unos sedimentos impermeables que hacen de techo a un acuífero más profundo que está 'sellado' por esa capa impenetrable para el agua. Se denomina acuífero confinado (o cautivo). “Enlaza lateralmente con el acuífero libre”, explica este documento de la Agencia Andaluza del Agua.

Sin embargo, para entender lo complejo de esta realidad subterránea –y cómo influyen los regadíos fuera de la linde del parque nacional–, el mismo trabajo describe que “todos estos sedimentos están en contacto entre sí y el agua que contienen puede pasar de unos sectores a otros, aunque se mueva a distinta velocidad en zonas distintas”.

Por este motivo, “el conjunto se considera un sistema acuífero”. Y al chupar de una, influye en las otras, aunque, como ha defendido la Junta de Andalucía, los pozos estén lejos del corazón del parque nacional.

El maltrato que en España se ha dado a los acuíferos tiene reflejo en cifras. No solo el 44% presenta un mal estado, sino que el Gobierno ya ha admitido que la mitad de esas masa deterioradas no van a poder arreglarse dentro del tope legal del año 2027 (ya se han sobrepasado los primeros plazos establecidos en la normativa europea: 2015 y 2021). Para algunos, los planes de recuperación se van a 2039. La realidad es que “a pesar de su enorme importancia, los diagnósticos sobre la situación de las aguas subterráneas evidencian carencias importantes”, admite el Ministerio de Transición Ecológica.