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Israel valora cierres los fines de semanas en la segunda ola de COVID-19

Israel valora cierres los fines de semanas en la segunda ola de COVID-19
Jerusalén —

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Jerusalén, 16 jul (EFE).- Los contagios en la segunda ola de coronavirus en Israel siguen subiendo y rozan los 2.000 diarios, ante lo que el Gobierno debatirá hoy nuevas restricciones y podría decretar cierres durante los fines de semana.

El país debe tomar “medidas provisionales para evitar un cierre general tras el aumento enorme” de casos diarios, afirmó hoy en un comunicado el primer ministro, Benjamín Netanyahu, que se reunió de urgencia con ministros y expertos para debatir la grave situación.

EVITAR EL CIERRE TOTAL

Netanyahu lamentó “el incremento gigantesco” de infecciones que registró Israel en las últimas horas, y alertó de que el número de casos graves se duplica cada siete días, por lo que se debe reaccionar rápido para no tener que adoptar medidas más drásticas que paralicen de nuevo el país y limiten más su actividad económica.

Las nuevas decisiones deberán aprobarse esta tarde en el seno del Gabinete que, según medios locales, planea cerrar por completo el país durante los fines de semana (viernes y sábado en Israel).

También plantea clausurar restaurantes -hasta ahora abiertos con aforo limitado-, que solo podrían trabajar para pedidos a domicilio. Los encuentros en espacios cerrados quedarían restringidos a diez personas.

UN PANORAMA SANITARIO A PEOR

En cuestión de un mes y medio, el panorama sanitario de Israel ha ido de la casi total estabilidad al empeoramiento continuo. Las infecciones se mantuvieron por encima de los mil casos diarios durante los últimos días, y el miércoles se acercaron a los 1.900.

El país acabó mayo, con una rápida reapertura, su salida de una primera fase de la pandemia más bien suave. Entonces registraba 17.000 casos y 285 muertos, pero su desescalada acelerada derivó en un segundo rebrote más fuerte: hoy registra casi 45.000 infecciones y 380 fallecidos mientras la tendencia al alza no disminuye.

Las restricciones de la semana pasada, que incluyeron el cierre de algunos barrios, bares, discotecas o salas de eventos, no parecen haber sido suficientes para frenar el incesante ritmo de contagios y aplanar una curva que supera con creces la de la primera oleada.

Los casos activos casi alcanzan los 25.000, y más de 200 personas están en estado grave en un país de nueve millones de habitantes.

DESCONTENTO GENERALIZADO

La situación política también ha cambiado: el primer ministro, Benjamín Netanyahu, se llevó todas las medallas por su gestión de la primera oleada. En marzo implementó pronto las restricciones para prevenir su propagación, pero la falta de un plan firme para enfrentar esta segunda oleada le ha valido críticas: el malestar es cada vez más patente, y los últimos días se dejó notar también en la calle.

La heterogénea sociedad israelí -que hace un mes encaraba el verano con cierto optimismo- se muestra cada vez más frustrada: los judíos ultraortodoxos denuncian discriminación y estos últimos días protestaron por el cierre de algunos de sus barrios, mientras que autónomos, asalariados y empresarios más afectados abarrotaron una icónica plaza de Tel Aviv el pasado sábado para pedir más ayudas.

Las protestas culminaron el martes en Jerusalén. Como es usual en los últimos meses, entidades civiles y activistas contrarios a Netanyahu protestaron delante de su residencia. Pero la movilización -más multitudinaria que otras veces- congregó a miles, derivó en fuertes disturbios con la Policía y acabó con decenas de arrestados.

Formalmente, el elemento principal de la protesta eran las acusaciones de corrupción contra Netanyahu, que este domingo enfrentará su segunda vista judicial, pero a juicio de los analistas la magnitud, tensión y presencia de muchos jóvenes en la manifestación fue un indicativo del malestar creciente.

DETERIORADA SITUACIÓN ECONÓMICA

La crisis generada por la pandemia ha llevado al país a un nivel de paro sin precedentes. En febrero no llegaba al 4%; en abril -en pleno confinamiento- se disparó al 25%, y la reapertura culminada en mayo lo rebajó ligeramente, pero el retorno a las restricciones recientes lo mantienen en un 21%: más de 853.000 personas están sin trabajar, 575.000 de éstas con bajas no retribuidas.

Netanyahu trata de aplacar la tensión con un plan económico de ayudas a los más afectados. El miércoles anunció la entrega de una paga única para todos los ciudadanos, pero no parece suficiente para una población cada vez más insatisfecha con su gestión.

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