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Monsanto se enfrenta a una nueva ola de juicios: “No vamos a quedarnos callados”

Monsanto va a tener que enfrentarse a cientos de casos en los próximos años

Sam Levin / Carey Gillam

Dean Brooks se sujetó fuerte al carro de la compra. De repente, no podía respirar ni tenerse en pie. Más tarde, en una sala de emergencias de California, una enfermera con los ojos llorosos le daba la noticia a su esposa Deborah, diciéndole que no perdiera las esperanzas de un milagro. Era diciembre de 2015 cuando supieron que un cáncer en la sangre llamado linfoma no Hodgkin (LNH) estaba atacando rápidamente el cuerpo y el sistema inmunológico del hombre.

En julio de 2016, Dean ya había fallecido. Deborah se emociona al relatar el último capítulo del amor de su vida. Pero en los últimos meses, Deborah ha tenido razones para volver a tener esperanzas.

En un fallo histórico del mes de agosto, un jurado sentenció que Monsanto le había causado un cáncer terminal a un hombre y ordenó que la empresa agroquímica pagara más de 250 millones de euros por daños y perjuicios. La extraordinaria decisión, que expone los posibles peligros del herbicida más utilizado del mundo, ha abierto la puerta a que miles de pacientes con cáncer y familias busquen justicia en los tribunales.

“Es como un asesino en serie, pero es un producto”, afirmó Brooks, de 57 años, que tiene una denuncia en curso contra Monsanto, en la que alega que el uso que hizo su marido del popular herbicida de la empresa lo llevó a la muerte. “Es inadmisible. No veo cómo pueden llegar a ganar. Tienen al mundo en su contra”.

Brooks dijo que rompió a llorar cuando supo que un jurado había fallado a favor de Dewayne “Lee” Johnson, un exencargado de escuela enfermo terminal de cáncer que se convirtió en la primera persona en llevar a Monsanto a juicio por el producto Roundup. El veredicto asegura que Monsanto “actuó con maldad”, sabía o debería haber sabido que el producto químico era peligroso y no les advirtió a sus consumidores sobre los riesgos.

Monsanto ha apelado la sentencia y el miércoles habrá una audiencia en San Francisco. Monsanto y Bayer, el gigante farmacéutico alemán que adquirió la empresa a principios de este año, se juegan mucho. Alentados por la victoria de Johnson, una ola de nuevos juicios amenaza el legado y las finanzas de las corporaciones, y el futuro de un producto químico que se utiliza en el mundo entero.

La lucha contra 8.000 demandantes

Monsanto ha argumentado que la “ciencia de pacotilla” provocó el fallo del jurado sobre el producto químico llamado glifosato, que la empresa introdujo en el mercado en 1974. Comercializado bajo numerosas marcas, incluidas Roundup y Ranger Pro, el herbicida hoy genera miles de millones de dólares de ingresos y está registrado en 130 países, aprobado para su utilización en más de 100 tipos de cultivos.

El juicio de Johnson contra Monsanto fue revolucionario desde antes de comenzar, porque el juez les permitió a los abogados del demandante presentar investigaciones científicas y testimonios de expertos sobre el glifosato y sus peligros para la salud, evidencia científica que el jurado consideró creíble y convincente.

Johnson, que tiene una esperanza de vida de menos de dos años, afirmó que estuvo expuesto al glifosato de forma prolongada cuando aplicaba el herbicida en las propiedades de la escuela, y al menos en dos ocasiones accidentalmente derramó una gran cantidad del producto sobre su piel. Como Monsanto insiste en que el producto es seguro y no hay ninguna advertencia en la etiqueta sobre los riesgos cancerígenos, Johnson dijo que no supo de los peligros hasta que fue demasiado tarde.

La indemnización de 252 millones de euros, que incluyen 218 millones por daños y perjuicios, le cambiarían la vida a este hombre de 46 años, que al morir dejará una esposa y tres hijos. Pero Monsanto está luchando para que no reciba nada.

“Es una señal de alarma importante para la empresa”, remarcó Jean M. Eggen, profesora emérita en la Facultad de Derecho de la Universidad de Widener, añadiendo que el veredicto “alentará a muchas personas a iniciar demandas”.

En todo Estados Unidos se han presentado unas 8.700 demandas similares, alegando que la exposición a los herbicidas basados en glifosato han provocado diferentes tipos de cáncer. Si Monsanto sigue perdiendo juicios, el impacto podría ser enorme, y una acumulación de victorias podría obligar a la empresa a llegar a acuerdos con los demandantes.

“Todo esto puede acabar siendo muy costoso”, afirmó Eggen, comparando el tema con la lucha contra las empresas tabacaleras que dieron batalla fervientemente en los tribunales pero finalmente decidieron que era mejor llegar a acuerdos extrajudiciales. “Es una decisión comercial”.

Monsanto podría finalmente decidir incluir una advertencia sobre los peligros cancerígenos en la etiqueta e intentar llegar a acuerdos extrajudiciales con los consumidores que han tenido una alta exposición al producto, dijo Lars Noah, profesor de derecho de la Universidad de Florida: “Es un toque de atención de que la estrategia que están usando no es realista”.

De esos miles de demandas, hay más de diez juicios en curso para llevarse a cabo en 2019 y 2020, con batallas judiciales acelerándose en California, Montana, Delaware, Kansas City y San Luis (donde están las oficinas principales de Monsanto). Granjeros, jardineros, empleados públicos, paisajistas y muchos otros han asegurado que los productos de Monsanto les han provocado enfermedades o han matado a sus seres queridos.

“Es una enorme cantidad de juicios para un año solo y esto permitirá que los demandantes presenten ante los jurados pruebas importantes, algo que aún no se conocía”, explicó la abogada Aimee Wagstaff.

Los primeros demandantes que pueden tener la oportunidad de enfrentarse a Monsanto en un tribunal son Alberta y Alva Pilliod, una pareja de California. Alberta, de 74 años, tiene cáncer en el cerebro, mientras que su esposo, de 76 años, tiene un cáncer en los huesos que ha hecho metástasis en la pelvis y la columna vertebral. Ambos desarrollaron diferentes formas de LNH.

Teniendo en cuenta sus edades y sus diagnósticos, sus abogados han pedido que se lleve a cabo un juicio rápido. Sin embargo, Monsanto se ha opuesto a esta petición y este martes estaba prevista una audiencia por esto.

La pareja, que tiene dos hijos y cuatro nietos, utilizó Roundup desde los años 70 hasta hace unos años, en su jardín y en muchas propiedades que compraron y renovaron. La pareja afirmó que eligió el herbicida porque creía que no era dañino para los ciervos, patos y otros animales que rondaban su casa. Además, pensaban que era seguro para ellos también.

“Estamos muy enfadados. Esperamos que se haga justicia”, le dijo Alberta a the Guardian, señalando que no utilizaban elementos protectores cuando rociaban el producto y que no hubieran utilizado Roundup de la forma en que lo hicieron si hubieran sabido los riesgos. “Si hubiéramos tenido la información adecuada, si nos hubieran advertido, esto no habría sucedido”.

Alva dijo que el cáncer les ha destruido la vida. “Los últimos años han sido horribles”.

Sus abogados esperan que puedan ir a juicio antes de que sea demasiado tarde. Los médicos de Alberta han dicho que tiene “un riesgo considerablemente alto” de que el cáncer vuelva, presenta “lesiones profundas en el cerebro” y creen que si sufre una recaída no sobrevivirá.

“No vamos a quedarnos callados”

Hace mucho tiempo que los Pilliod y otros demandantes aseguran que Monsanto llevó a cabo “una prolongada campaña de desinformación para convencer a las agencias del Gobierno, los agricultores y a la población en general de que Roundup es un producto seguro”.

Los abogados han citado documentos internos de Monsanto que dicen que demuestran que la empresa ha manipulado los informes científicos sobre la seguridad del producto. En las últimas semanas, ha aumentado el escrutinio.

El 26 de septiembre, la importante revista científica Critical Reviews in Toxicology (Reseñas Críticas sobre Toxicología) publicó una “muestra de preocupación”, diciendo que las investigaciones que habían concluido que el glifosato era seguro no habían hecho pública la intervención de Monsanto en los estudios.

Esta notoria corrección llegó después de que un pleito revelara la participación de la empresa en la organización y edición de los borradores de los artículos. Monsanto estuvo involucrado en una reseña científica que contraargumentó la decisiva clasificación de 2015 de la Agencia para la Investigación del Cáncer que definió al glifosato como un posible agente cancerígeno humano.

Los abogados han afirmado que en los próximos juicios podrían salir a la luz más pruebas de la cuestionable intervención de Monsanto en estudios científicos.

Un portavoz de Bayer, Utz Klages, afirmó en un correo electrónico que la cifra de denuncias presentadas “no es indicativo de los méritos de un pleito”. Dijo que el glifosato es “una revolución para la agricultura moderna” y una “herramienta rentable que puede utilizarse de forma segura para el control de una amplia variedad de malas hierbas”.

Aseguró que reseñas normativas y estudios científicos han demostrado que el glifosato es seguro y que no causa LNH, añadiendo: “La sentencia del caso Johnson no es firme y concierne a un caso puntual y específico”.

John Barton, un granjero de California que utilizó Roundup durante décadas y al que le diagnosticaron LNH en 2015, dijo que está ansioso por ir a juicio, especialmente porque Monsanto y Bayer todavía afirman públicamente que el glifosato es seguro.

“Monsanto tiene que darse cuenta de que ya no vamos a quedarnos callados”, dijo Barton, que es tercera generación de granjeros y forma parte de una demanda presentada en California por el despacho Baum Hedlund, el mismo que representó a Johnson. “No vamos a tumbarnos y hacernos los muertos. La gente de todo el mundo tiene que saber la verdad sobre este producto y tomar precauciones”.

Barton, de 69 años, señaló que también tiene miedo de que sus tres hijos se enfermen por haber estado expuestos al Roundup. “Mi padre me expuso a esto. Él nunca lo habría hecho si hubiera sabido que era peligroso”, añadió. “Siento culpa al pensar que puse en peligro a mis propios hijos”.

Deborah Brooks describió al LNH como una “tortura”, relatando cómo su marido debía tumbarse en el suelo sobre toallas para intentar detener interminables sangrados nasales y explicando los malestares constantes que lo aquejaban mientras su sistema inmunológico se iba debilitando.

“Nadie debería pasar por eso. Se te va la vida de una forma terrible”, declaró Brooks, cuyo marido tenía 72 años cuando falleció. “Estoy luchando en honor a mi marido y por todos los otros que se han ido antes y los que vendrán… Lo siento mucho por todas aquellas víctimas que no saben que son víctimas”.

Bayer se negó a hacer comentarios sobre los casos de Brooks y Barton. Una portavoz, Charla Lord, afirmó en un correo electrónico que como los Pilliod están en remisión y no hay “ningún indicio de que vaya a haber una recurrencia inminente del cáncer”, la empresa ha pedido que no se adelante la fecha del juicio.

Expertos en derecho han dicho que es posible que la apelación del caso Johnson resulte en una reducción de la indemnización. Los tribunales también podrían concluir que no hay pruebas suficientes de que el glifosato haya provocado el cáncer, o que los abogados no han podido demostrar que el herbicida causó el cáncer de Johnson.

Esos desenlaces serían devastadores para Johnson y un revés para todos aquellos que luchan contra el glifosato. Pero los pacientes con cáncer y sus familias podrán seguir adelante con los juicios al margen de cómo se resuelva el caso de San Francisco, dijo David Levine, profesor de derecho de la Universidad de California.

“Incluso si Monsanto logra una victoria completa en este caso, eso no detendrá a otros demandantes”, concluye.

Traducido por Lucía Balducci

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