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The Guardian en español

OPINIÓN

Malas noticias: Missouri puede quedarse sin clínicas abortivas esta misma semana

Única clínica de abortos de Missouri de la ONG Planned Parenthood.

Jill Filipovic

Es posible que cuando termine la semana Missouri no tenga ni una sola clínica abortiva. Frente a estados como Alabama, que ha sido noticia recientemente por el fuerte endurecimiento de las leyes que permiten abortar a las mujeres, Missouri ha apostado por otra estrategia: imposibilitar el libre ejercicio del derecho al aborto. No hace falta impedirlo si en la práctica resulta imposible acceder a un aborto seguro y legal.

Missouri apenas tiene una clínica que practique abortos. El estado ha puesto todas las trabas posibles para que no existan aprobando normas y reglamentos innecesarios y misóginos que parten de la base de que las mujeres no pueden tomar sus propias decisiones. Obligan a las mujeres a  a ir a una clínica, solicitar el procedimiento, regresar a su casa y sopesar su decisión durante tres días antes de que se le pueda practicar de forma legal. También obligan a las menores de 18 años a informar a ambos padres y a obtener el consentimiento notarial de al menos uno de ellos, lo que en la práctica representa una grave dificultad para las menores maltratadas, para las que no tienen una buena relación con sus padres, o que quieren mantener su decisión en secreto. 

Por su parte, los médicos deben poder demostrar que sus pacientes, en caso de emergencia, serán admitidos en un hospital que esté a menos de un cuarto de hora de la clínica, un requisito absurdo para una intervención médica increíblemente segura. Los llamados “privilegios de admisión” son en la práctica un obstáculo innecesario: si no pueden existir clínicas que practiquen abortos que no estén a 15 minutos de un hospital habrá comunidades desatendidas que van a tener aún menos servicios. Además, no es frecuente que las pacientes tengan que ser hospitalizadas después de un aborto. Es mucho más común ingresar en un hospital cuando un médico diagnostica un embarazo ectópico u otra condición que requiere tratamiento adicional.

Un estudio comparativo de casos de aborto en los que se exigía este convenio previo con un hospital y casos en los que no, ha concluido que la necesidad del acuerdo no hace más seguras las operaciones, sino que complica el acceso a médicos y clínicas que efectivamente ofrezcan este servicio con el hospital. La normativa también requiere que los médicos realicen exámenes pélvicos invasivos y poco útiles antes de recetar los medicamentos que inducen el aborto. Y en realidad, estas evaluaciones pélvicas no son necesarias para la prescripción del medicamento. Es simplemente otra barrera más para dificultar la terminación voluntaria del embarazo, hacerla más costosa y, en este caso, físicamente invasiva. Hay que tener esto en consideración: el estado de Missouri exige a las mujeres que accedan a que sus vaginas sean innecesariamente penetradas antes de que puedan tener un procedimiento médico que es común en todo el mundo. Nada menos que abusivo.

Si la única clínica de Missouri que practica abortos cierra, las mujeres tendrán que desplazarse a otro estado para interrumpir sus embarazos. Lo que crea nuevas dificultades. Este tipo de viaje cuesta dinero, requiere un vehículo y pedir un día libre en el trabajo. Además, en función de lo lejos que esté, es posible que se necesite una habitación de hotel. En definitiva, hace que el aborto sea particularmente inaccesible para las mujeres pobres, para las mujeres que ya están criando a sus hijos por su cuenta, y para las mujeres en situación de vulnerabilidad, por ejemplo, la que sufren maltrato. Estas leyes no terminarán con el aborto. Simplemente lo harán más difícil, más doloroso y más caro.

En el mismo sentido, Missouri aprobó recientemente una ley que prohíbe abortar después de las ocho semanas de gestación. Este aspecto refleja la doble estrategia que han utilizado los que se oponen al uso de los servicios sanitarios por parte de las mujeres. Por una parte, consiste en promulgar normas que dificulten el acceso al aborto, incluso cuando va en contra de normativa vigente, la ley 'Roe v Wade' que garantiza este derecho. Y por otro lado, la estrategia de aprobar leyes que de facto lo prohíban, acorralando poco a poco a la 'Roe v Wade' llevando textos a los tribunales que la dejen sin efecto. El objetivo final es que las mujeres no puedan acceder de forma segura a un procedimiento que necesitará una de cada cuatro mujeres en Estados Unidos en algún momento de su vida.

La clínica de Planned Parenthood, una ONG estadounidense que promueve la salud reproductiva y ofrece servicios de planificación familiar, se ha convertido en el último recurso para las mujeres de Missouri que quieran abortar. Es devastador que se haya llegado a esta situación y vergonzoso que el estado esté haciendo un esfuerzo de estas proporciones para restringir el aborto en lugar de hacer frente, por ejemplo, las terribles tasas de mortalidad materna. Una mujer en Missouri tiene cuatro veces más de probabilidades de morir durante el embarazo o el parto que una mujer en Massachusetts. Unos índices que se ven exacerbados por el hecho de que a las mujeres de Missouri les resulta muy difícil acceder a los servicios de salud, y una parte significativa no recibe atención prenatal en el primer trimestre del embarazo. Sin embargo, los políticos de Missouri se dedican a imposibilitar el aborto a las  mujeres vulnerables: casi el 70% de los condados del estado no tienen un ginecólogo obstetra, lo que deja en una situación de absoluta indefensión a todas las mujeres que desean continuar con sus embarazos.

Esta situación también dice mucho sobre el movimiento nacional pro vida, que no hace prácticamente nada para proteger o mejorar las vidas de las mujeres y los niños, sino que centra sus esfuerzos en impedir el acceso de las mujeres a las clínicas que practican abortos. Sabemos que los abortos ilegales e inaccesibles aumentan las tasas de mortalidad materna. Las leyes pro vida a menudo van acompañadas de medidas para dificultar el acceso a anticonceptivos. Un sucio secreto del movimiento antiaborto es que sus activistas a menudo también se oponen a la anticoncepción, a pesar de que es la manera más efectiva de prevenir los embarazos no deseados y, por extensión, el aborto.

La estrategia de los antiabortistas consiste en menoscabar los derechos de las mujeres. Nada tiene que ver con la protección de la vida sino de castigar y controlar a las mujeres. Para conocer la estrategia de los antiabortistas solo hace falta asomarse a Missouri, un estado que pronto no tendrá ni una sola clínica que practique abortos.

Traducido por Emma Reverter

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