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El olor de las empresas multiservicio

Un piquete de trabajadores protesta contra el uso de una empresa multiservicios

Gonzalo Pino

Secretario de Política Sindical de UGT —

En la Unión General de Trabajadores llevamos años propiciando un debate sobre las empresas multiservicio (EMS) desde el reconocimiento de sus problemas, que están empobreciendo a los trabajadores y las trabajadoras de sectores enteros.

Tenemos un claro ejemplo, en plena etapa estival, sobre sus efectos en el sector turístico, caldo de cultivo para su acción. Un sector con aportaciones importantes a nuestro PIB —datos del Banco de España indican un incremento de casi 12% de los ingresos que generan los turistas extranjeros en los cinco primeros meses del año— y que tiene una tasa de temporalidad del 36,1%, bajos salarios y en muchas ocasiones condiciones de trabajo lamentables.

En estos meses de 2017, intensificando nuestra acción, hemos azuzado al Gobierno en la mesa de calidad en el empleo insistiendo en las propuestas de modificación de artículos del Estatuto de los Trabajadores relacionados con la subcontratación y externalización. Entendemos que su responsabilidad es indiscutible. Dichos contenidos ya los presentamos a los Grupos Parlamentarios tras acordarlos, conjuntamente, con Comisiones Obreras.

En la misma línea, nos hemos dirigido a la Inspección de Trabajo y Seguridad Social para que controle las condiciones de trabajo en estas EMS, en involucrarle de manera particular. Para ello aportamos el listado de empresas con convenios anulados por impugnación sindical, al no negociarse con las garantías mínimas exigidas por ley.

Pero no hemos parado ahí. Hemos extendido la actuación a una campaña general con la que sacar a la luz las malas prácticas de estas EMS: atendiendo a sus trabajadores y trabajadoras, con los cinco sentidos. Cualquiera de nosotros puede acabar trabajando en una EMS. Luego proporcionar condiciones dignas y transparencia a su situación, nos concierne a todos.

En esta defensa del trabajo con garantías para cualquier trabajador o trabajadora, vamos a calificar a las EMS con un sello de calidad. Valoraremos las opiniones que se reciban en el sindicato, por parte de todo aquel que quiera participar, y se asignará un resultado positivo o negativo, según sean las condiciones de empleo y salarios en cada caso.

Complementariamente, en septiembre, UGT iniciará un plan de sensibilización dirigido a la sociedad en general y, en particular, a las instituciones públicas con autoridad para contratar, —con el dinero conseguido gracias al esfuerzo de todos— y a las grandes empresas privadas.

Impidiendo que se produzca competencia desleal empresarial con dinero público, en el caso de los contratos entre ayuntamientos y otros entes de la administración con EMS, pero también entre las empresas grandes. Unos y otras deben dejar de mirar hacia otro lado y descartar su colaboración necesaria en prácticas injustas, que al aparcar los contenidos de los convenios colectivos sectoriales de aplicación, pese a desarrollar esas mismas actividades, rompen la homogeneidad que procuran las normas pactadas y la propia estructura de la negociación colectiva.

Convencidos de que las EMS no puedan seguir explotando a los trabajadores, pagándoles menos y por más horas que lo que recoge el convenio sectorial, nos comprometemos a trasladar a las asociaciones empresariales de todos los sectores cuál es la situación para que tomen conciencia de los riesgos de una dispersión enloquecida que puede llevarse por delante cualquier actividad.

Porque si contamos con una ley que regula la actividad de las empresas de trabajo temporal (ETT), que su actividad se delimita a la duración temporal, como llevan en su nombre, ¿cuánto más necesario es una norma para estas empresas, que acaparan todas las tareas, permanentes en el tiempo, hasta las que son el cometido esencial de una empresa?

Para identificar los objetivos de las EMS hemos de acercarnos al mismo lugar en que se produce el daño a los trabajadores y dejar que nos guíen las sensaciones. Como trabajadores y trabajadoras, como ciudadanos y ciudadanas, hemos de detectar cada condición intolerable que estas empresas ejerzan sobre las personas trabajadoras que están en ellas. Y actuar en consecuencia, eligiendo los servicios que respeten las condiciones mínimas y derechos de los convenios colectivos de sector y renunciando a dejar nuestro dinero en las demás.

Si algo debe ahuyentarnos es el olor a cloaca y descomposición que desprenden las EMS que explotan a las personas ensanchando la individualización de las relaciones laborales.

No, el tufo que echan muchas de estas EMS, a explotación y a desigualdad, es el que sume a una parte de nuestra clase trabajadora en la pobreza.

En palabras de Albert Camus, “la miseria es una fortaleza sin puente levadizo” y desde UGT afirmamos: Ya está bien. La situación de los trabajadores y trabajadoras de EMS tiene que cambiar. Se deben garantizar sus derechos e impedir los abusos en contratación, en condiciones salariales y de trabajo.

Por ello tenemos que salvaguardar las condiciones de trabajo de todos los trabajadores porque ello redundará en una sociedad mejor y más justa, basada en una estructura de las condiciones laborales que busca la prosperidad de las personas. También y más importante, por la trascendencia que tiene en la disposición vital de nuestras hijas e hijos, en sus oportunidades de salud, en todas sus capacidades y desarrollo personal.

Desde este contexto resulta irritante la jactancia del Gobierno cuando saca pecho por las estadísticas de empleo. ¿Dónde está la calidad de esos puestos de trabajo?

El mal olor de las EMS no nos deja respirar ningún atisbo de éxito.

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