En el sureste de la provincia de Sevilla, Estepa se alza sobre una elevación que domina la campiña circundante y la sierra del mismo nombre de la localidad, lo que ha condicionado históricamente su desarrollo urbano y su función estratégica. Su posición geográfica ha favorecido el desarrollo de actividades, entre las que destaca la elaboración de mantecados y otros dulces, que se han producido de manera continua en el municipio durante más de cuatro siglos y constituyen un elemento central de su economía y patrimonio cultural.
El municipio fue declarado Conjunto Histórico Artístico Nacional en 1965, un reconocimiento que refleja la diversidad de su patrimonio y la presencia de edificaciones de distintas épocas. Este estatus protege tanto su trazado urbano como los edificios religiosos, civiles y defensivos que se conservan, incluyendo torres, murallas, iglesias y conventos. La ciudad mantiene así un equilibrio entre el desarrollo urbano y la conservación de elementos históricos, constituyendo un referente para el turismo de interior y para quienes buscan comprender la evolución cultural y arquitectónica de la región.
La industria del mantecado
La presencia de dulces elaborados en Estepa queda constatada por primera vez en una referencia escrita de mediados del siglo XVI. En 1559, en el documento que formaliza la venta de la villa por parte de la Orden de Santiago a un miembro de la familia genovesa Centurión, aparecen menciones a estos productos, lo que permite situar su existencia en un contexto histórico preciso. Este registro confirma que la elaboración de mantecados y otros dulces formaba ya parte de la actividad local en esa época.
Cualquier aproximación al origen de esta tradición debe incluir el papel desempeñado por el convento de Santa Clara, fundado en el mismo año. Desde este espacio religioso se ha mantenido una producción continuada de dulces durante más de cuatro siglos, lo que lo convierte en uno de los focos históricos de esta actividad. La elaboración conventual contribuyó a fijar prácticas y recetas que con el tiempo trascendieron el ámbito religioso y se integraron en la vida económica del municipio.
El desarrollo posterior condujo a un proceso de industrialización que transformó una actividad artesanal en un sector organizado. En la actualidad, más de veinte fábricas operan en Estepa dedicadas a la producción de mantecados y polvorones. Las plantas funcionan mediante sistemas completamente automatizados y alcanzan una producción que supera las veinte toneladas, consolidando al sector como uno de los principales soportes económicos tanto del municipio como de su entorno comarcal.
Estepa cuenta con espacios dedicados a explicar la historia y la evolución de estos dulces, entre ellos el Museo del Mantecado y una fábrica visitable donde se muestra el proceso de elaboración. Además, el municipio alberga Chocomundo, considerado el mayor museo del chocolate de España por el volumen de su colección y reconocido a nivel internacional, lo que amplía el ámbito cultural asociado a la tradición repostera local.
Qué ver en Estepa: patrimonio histórico y arquitectónico
Entre los principales atractivos se encuentra el Cerro de San Cristóbal, que concentra edificaciones y estructuras de diferentes épocas, incluyendo la Torre de la Victoria, el único vestigio de la desaparecida iglesia de la Victoria, asociada al convento de los Padres Mínimos. Esta torre, construida entre 1760 y 1766, fue declarada Monumento Nacional en 1955 y forma parte de un conjunto que permite interpretar la evolución arquitectónica del municipio.
El recinto amurallado que rodea el cerro es otro de los elementos históricos más relevantes. Su origen se remonta al siglo X, durante el periodo islámico, con posteriores reconstrucciones almohades en el siglo XII y reformas realizadas por la Orden de Santiago entre los siglos XIII y XVI. Dentro de estas murallas, la torre del Homenaje destaca como la construcción de mayor interés arquitectónico, cumpliendo históricamente funciones defensivas.
El patrimonio religioso de Estepa incluye también la iglesia de Santa María, levantada sobre una mezquita del siglo X tras la reconquista de 1241. En el siglo XIV se edificó un templo mudéjar, del que se conservan arcos y pilastras que evidencian las sucesivas fases de construcción. Asimismo, la iglesia y el convento de Santa Clara, fundados en 1599 por los Marqueses de Estepa, tuvieron su mayor desarrollo constructivo durante el siglo XVII. A estas edificaciones se suman otras iglesias barrocas situadas en el centro de la localidad, que forman parte del entramado histórico del casco urbano.
Las calles y plazas de Estepa completan la experiencia del patrimonio local, articulando los distintos edificios y fortalezas en un trazado urbano con continuidad histórica. Este conjunto permite comprender cómo se organizaron los espacios defensivos, religiosos y civiles a lo largo del tiempo, así como la interacción entre la planificación urbana y la vida social del municipio. La integración de estos elementos constituye un recurso central para el turismo cultural y de interior.