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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

El alcalde Montoro

Las comunidades reducen su déficit a la mitad y cierran 2016 en el 0,82 por ciento

Isaac Rosa

Si el título de “mejor alcalde de Madrid” se lo atribuye la tradición a Carlos III, para el de “peor alcalde” la competición está muy disputada. Piensen que en la capital hemos sufrido, solo en el último siglo, a Ana Botella, Gallardón, Álvarez del Manzano y unos cuantos alcaldes franquistas cuyas huellas urbanísticas todavía son visibles. Pero todos ellos parecen unos aficionados frente a quien está empeñado en ganarse el título de “peor alcalde de Madrid”: Cristóbal Montoro.

Ya sé que el alcalde Montoro no se ha presentado a las municipales, ni tiene sillón en Cibeles (como el “mejor alcalde”, que tampoco era alcalde). Pero desde su despacho en el Ministerio de Hacienda, el alcalde Montoro quiere demostrar que manda más que la alcaldesa: saca del cajón la ley que lleva su nombre (la de sostenibilidad de los municipios), echa sus cuentas, y envía una carta al Ayuntamiento para exigir que aparte 238 millones del presupuesto. Así, 238 milloncillos de nada. Se me ocurren muchas cosas urgentes que se podrían hacer en mi barrio con unos pocos de esos 238 millones.

El alcalde Montoro no recomienda, ni sugiere: exige. Bajo amenaza de tomar medidas, pudiendo llegar a destituir al concejal responsable, intervenir el ayuntamiento y ponerlo bajo sus propios “hombres de negro”. Y le da quince días para hacerlo, con Semana Santa por medio. ¡Ar!

El alcalde Montoro no se conforma con ser el peor de Madrid. También aspira a que le reconozcan en los muchos ayuntamientos que sufren la “ley Montoro”: la regla de gasto que antepone el pago de la deuda por encima de inversiones o gasto social, incluso cuando tienes las cuentas saneadas, con superávit como Madrid. Nos fijamos en Madrid, pero los ayuntamientos pequeños son los que más lo sufren. La carta del alcalde Montoro ordenando los 238 millones es su montórica manera de agradecerles su contribución al cumplimiento de déficit. Es gracias a los 7.000 millones que ahorraron los municipios (más de 1.000 en Madrid) como España ha cumplido con Bruselas.

Pero para ganarte el título de peor alcalde no basta con meter la tijera, ni con cargar a los ciudadanos la penitencia por el destrozo que dejaron otros. Ya dije que el título está muy disputado, y el alcalde Montoro necesita un plus de daño: imponiendo una interpretación restrictiva de la ley y rechazando las alternativas del Ayuntamiento, consigue tensar el ya de por sí tenso equipo de Ahora Madrid, a ver si apretándole un poco más las tuercas de la ortodoxia económica consigue que salten las costuras internas. De paso, pone firme al mayor de los “ayuntamientos del cambio”, para que los demás tomen nota y asuman que aquí se viene a gestionar, no a hacer política.

Porque esta es una batalla política, aunque la quieran disfrazar de discusión económica y técnica. Después de tanta escaramuza cultural, llega la verdadera guerra: quién manda aquí, es decir, quién decide sobre el presupuesto. Ahí es donde se la juega Ahora Madrid, que no llegó a la alcaldía prometiendo cambiar el traje de los reyes magos ni hacer consultas ciudadanas, sino enarbolando la bandera del rechazo a la austeridad salvaje, y defendiendo que hay alternativas a la troika y al alcalde Montoro.

Viendo cómo les han disparado con todo en las batallitas previas, para esta van a necesitar mucho apoyo ciudadano. Si no, ya pueden ir encargando la estatua para el alcalde Montoro (a caballo, por supuesto) y ponerla en Sol frente a la de Carlos III.

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