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El caballero sin espada IV

Ignacio Gómez-Acebo

Este último largo fin de semana, por fin llegaron los Juegos Olímpicos a su máximo esplendor. Nadal, la ÑBA, la sincro, el waterpolo, etc... Los resultados de audiencia han sido como lo eran en otros tiempo, todo va bien.

Decía en mi anterior carta que el objetivo de la futura RTVE debe ser informar, educar y entretener. Y yo me pregunto, ¿a quién se le ocurre pasar los partidos de Rafa Nadal de La1 a Teledeporte para dar el Telediario de las 21.00? Habrá sido Eladio Jareño, sin duda. ¿Con qué criterio de servicio público? ¿Que había más importante para informar, educar y entretener que ver al mejor deportista español de todos los tiempos agonizar tratando de ganar a sus adversarios? Señores, respeten a los ciudadanos. Esperen a que termine el partido en La1 y emitan un telediario reducido después. Primero, por rigor informativo, segundo por criterio profesional, no hagan competir a dos cadenas del mismo grupo, prioricen, en este caso a La1, que es donde decidieron que comenzara el partido y es la cadena principal del grupo. Señores, es una torpeza hacer competir a Rafa Nadal con el telediario. Un despropósito.

¿Saben por qué ocurren estas cosas? Porque el presidente de RTVE, Sr Sánchez, y el resto de la cúpula de la corporación no son profesionales independientes.

Por ello, para cumplir con estos objetivos es imprescindible que el presidente de RTVE sea elegido por mayoría cualificada del Congreso y su consejo de administración, también. Si el presidente o los miembros del consejo representan una traslación directa de la composición del parlamento la ecuación no funcionará y en gran medida impondrán sus intereses partidarios sobre los de la generalidad de la sociedad.

Premisa absolutamente necesaria, voluntad política real.

Si queremos una RTVE independiente, los partidos deben quererlo y actuar en consecuencia. El presidente debe ser un profesional independiente elegido por, al menos, 3/5 partes del Congreso. Igualmente el Consejo de Administración debe estar compuesto por profesionales independientes y deben contar también con el voto positivo de las 3/5 partes del Congreso. Si no fuera así es mejor que no exista y deje actuar al presidente. El mandato del presidente puede ser de seis años renovables a otros seis.

En el caso de inexistencia del Consejo de Administración, el control del parlamento se llevaría a cabo mensualmente en la Comisión que se crease al efecto y de forma directa por los representantes de los ciudadanos.

Una vez cumplida la premisa y la primera condición sine qua non nos falta la tercera incógnita de la ecuación; financiación estable y suficiente.

Si queremos una RTVE independiente en los contenidos también debe serlo en las tomas de decisión sobre su estrategia empresarial. Para ello no puede estar al albur de las veleidades y coyuntural del momento de cada gobierno. Su financiación, cuyo origen también debe decidir el parlamento y no el gobierno, debe ser estable por periodos de seis años previa presentación de las líneas estratégicas por parte del presidente de la compañía. El sistema de financiación puede pasar por una publicidad moderada, patrocinios activos, ventas de contenidos e incluso no descartaría un canon que fuera progresivamente aumentando en el periodo que se considerara adecuado. En todo caso suficiente y estable.

Por último, el presidente y la corporación deben ser controlados directamente por los ciudadanos. Propongo que el Defensor del oyente, espectador y usuario de RTVE tenga un estatus similar al del presidente y su consejo y eleve informes anuales independientes al parlamento para asegurase del cumplimiento o no de las obligaciones que le imponga aquel.

Como decía al principio, RTVE debe entretener, educar e informar y para ello sus gestores no deben tener un jefe que tenga que salir en el Telediario. ¿Alguien se imagina quién es el jefe de la actual cúpula de RTVE? ¿Quién arrincona a Nadal? Seguro que saben la respuesta.

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