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Masculino y rural: el campo ofrece más opciones a los hombres que a las mujeres

Mujeres trabajando en un olivar jiennense

Concha Araújo

Jaén —

En los últimos tiempos, la crisis económica ha fomentado la vuelta de la población al medio rural. Sin embargo, son más los hombres que las mujeres que vuelven a los pueblos. Según un informe de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR), que compara los últimos censos, el número de habitantes en núcleos urbanos ha crecido casi un 25 por ciento, mientras que en los rurales apenas un 1,5, aunque ha cambiado la tendencia negativa de comienzos de este siglo, cuando todavía descendía un 1 por ciento el volumen de población. Pero esa población no es joven. Y es sobre todo masculina.

De hecho, según los datos del informe las mujeres solo son mayoría a partir de los 65 años. Algo lógico si se piensa que la esperanza de vida femenina es más alta. Los varones constituyen el grueso de la población entre 40 y 59 años. Algo menos lógico en una comunidad donde la población femenina es casi un 2 por ciento más que la masculina.

Los datos que maneja FADEMUR, muestran que hace poco más de una década los hombres ya empezaban a regresar a los núcleos rurales, que experimentaron un incremento cercano al 1 por ciento de la población masculina, mientras que la femenina descendía en torno al 1,5. De otro lado, la población urbana femenina crecía un 4,89 y la masculina bajaba 0,7.

La razón de que las mujeres no retornen al medio rural es simple, según la presidenta de FADEMUR en Andalucía, Montserrat Moyano: “por primera vez, las mujeres han tenido un periodo de formación largo, pero en sus municipios no encuentran grandes oportunidades laborales”. La presidenta de la Unión de Mujeres Empresarias de Jaén, Carmen Rueda, abunda en ese argumento al señalar que “a menudo las mujeres se han formado en la universidad, en especialidades que no encuentran salidas laborales en sus municipios y su única opción en la ciudad”.

Moyano advierte que “ahora hay una situación excepcional de falta de oportunidades en cualquier ámbito”. No obstante, es más evidente esa falta de oportunidades para las mujeres allí donde el empleo está más masculinizado. En el medio rural, el 72 por ciento de los puestos de trabajo los ocupan hombres [de acuerdo con los datos del informe sobre el impacto de género de los presupuestos de Andalucía] y el desempleo ha crecido mucho más entre las mujeres que trabajan en el sector primario (agricultura y pesca). Entre 2009 y 2011, el paro entre los varones subió un 24%, seis puntos más que el promedio en la comunidad. En las mujeres, un 36%, 18 puntos por encima de la media andaluza.

La oferta laboral en municipios rurales se sigue dirigiendo mayoritariamente a los hombres. Moyano recuerda que “este año, que ha habido poca cosecha de aceituna se ha notado más, porque directamente han dejado de contratar a las mujeres”. Pero añade que la realidad demuestra, que “cuando hay más oportunidades para las mujeres, ellas prefieren quedarse en su entorno”. La misma razón que está facilitando el retorno de los varones.

“En los pueblos el mercado es más limitado y si ya existe el negocio en el que se ha pensado, las mujeres saben que es complicado que funcione otro parecido y que sea rentable”, señala Rueda para explicar que las opciones para el emprendimiento tampoco son mayores en el entorno rural. En parte porque a menudo los habitantes de núcleos pequeños buscan servicios en pueblos más grandes, a pesar de tener opciones dentro de su localidad. Aún así, el número de iniciativas entre las mujeres en 2012 creció un 50 por ciento más que el de hombres.

Además, las que se quedan o regresan están apostando por iniciativas menos tradicionales que abren perspectivas para el resto. Rueda sostiene que “el 90 por ciento de nuestras socias son consultoras” y señala que se ha roto con los roles tradicionales de la mujer empresaria en el medio rural: peluquería, estética o comercio.

En el último censo, aunque las cifras no son significativas, el campo sigue perdiendo mujeres (-0,04% )) y ganando hombres (+3,5%). Ese dato es aún más relevante en los municipios de menos de 2.000 habitantes, donde la población sigue menguando entren ambos sexos: han perdido más de un 9% de mujeres frente al 1,71% de caída de la población masculina. Masculinización y envejecimiento progresivos, según los datos de FADEMUR.

Las oportunidades laborales no constituyen el único inconveniente para las mujeres, también los son los servicios de atención. Moyano advierte que “la Ley de Dependencia ha sido una oportunidad laboral para las mujeres”, las que han encontrado empleo y las que han podido retomar su actividad porque han contado con ayuda para atender a los familiares dependientes. Los recortes que la han limitado han atentado “sobre todo contra el empleo femenino”, señala.

Pero no sólo ha sido un yacimiento laboral anulado por la crisis. Carmen Rueda explica que la existencia de menos recursos sociales y sanitarios en los municipios hace que las mujeres “decidan quedarse en las ciudades y traer con ellas a los mayores, porque en el municipio no tienen siempre cuentan con centros de día o un hospital cerca, por lo que prefieren mantener su empleo en la ciudad que buscar una oportunidad en su municipio”. La función habitual como cuidadoras hace que valoren más este tipo de servicios a la hora de fijar su residencia en un entorno u otro. Un aspecto que no suele condicionar el retorno de los hombres.

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