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Vida y obra de Jorge Bonsor, el buscador de los tesoros de Andalucía

El equipo de El gran tour de Jorge Bonsor, en la presentación de la película

Néstor Cenizo

Se supone que El gran tour de Jorge Bonsor va de la vida de este hombre singular, pero este documental presentado el martes en el Festival de Málaga cuenta algo más. A partir de sus andanzas, la cinta de Antonio Lobo dibuja un recorrido por los hitos de su periplo para conocer a sus herederos: arqueólogos e historiadores de la necrópolis de Carmona, de los túmulos de Los Alcores, de las ruinas de Baelo Claudia y del castillo de Mairena del Alcor, lugares que destapó o puso en valor el arqueólogo que vino del extranjero a descubrir nuestra historia.

Gracias a la curiosidad de Bonsor, todos ellos desfilan por el documental mostrando su trabajo: poner en valor el rico legado histórico que el arqueólogo descubrió. “No sé cómo hemos llegado a contar esto. Es muy difícil hacer documentales raritos de temas que cuesta tanto vender…”, contó el productor José Antonio Hergueta, al frente de una productora malagueña, MLK, concebida para contar historias de arqueología como esta.

Se queda uno con ganas de saber más de George o Jorge Bonsor, un personaje en la estirpe de Schulten, aquel alemán junto al que buscó sin hallarlas las ruinas de la mítica Tartessos. Nacido británico en Francia, Bonsor estudió bellas artes en Bélgica, y en 1881 decidió buscar en Andalucía la inspiración para sus cuadros costumbristas. Empezó con la Semana Santa sevillana, pero la visita a una tumba romana en Carmona le cambió la vocación.

Desde entonces, el pintor inglés, como se le conocía en Carmona, se convirtió en un devoto de la arqueología. Se reunía con otros notables del pueblo en la rebotica de la farmacia de Juan Fernández López, con quien abordaría su primer gran proyecto: desenterrar la necrópolis romana, el primer yacimiento en abrirse al público en España, en 1885.

Bonsor lee, estudia, viaja, y su siguiente parada son los túmulos de Los Alcores. Luego llegaría otro gran hito: las excavaciones de Baelo Claudia junto a la gaditana playa de Bolonia, entre 1917 y 1922. En 1902 compró el castillo de Mairena del Alcor y lo restauró para convertirlo en su residencia. Rico por herencia familiar, el dinero no era un problema. Dicen de él que en su pasaporte consignó la siguiente profesión: gentleman.

Bonsor ha tenido tantos admiradores como detractores. Nadie puede negar sus descubrimientos, pero sus técnicas escandalizarían hoy a cualquier arqueólogo. Sobre él pesa también la sospecha del expolio, pero éste debe situarse en su contexto histórico: vendió gran parte de su colección a un hispanista, y hoy todo eso se exhibe en la Hispanic Society of America. Pero lo que hoy es un delito entonces era legal y habitual. “Compraba barato y vendía caro”, se dice de él.

“Era un curioso integral”, se oye decir a un experto durante el documental. Si así fue, Jorge Bonsor debió sufrir la espina de Tartessos, a la que no encontró ni por su cuenta ni en las exploraciones de Doñana con el alemán Adolf Schulten. Pero eso es materia de otra película.

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