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La ‘vasquitis’ catalana se hace de derechas: “Puigdemont parece del PNV cuando dice que negociará con quien esté en la Moncloa”

Andoni Ortuzar y Aitor Esteban reciben en la sede del PNV a los dirigentes de Junts, Jordi Turull y Míriam Nogueras.

Arturo Puente

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Nada menos que 40.000 catalanes votaron en las elecciones europeas de 1987 a Herri Batasuna. Era la primera vez que había circunscripción única y que, por tanto, cualquier ciudadano podía votar a partidos de otros territorios. Aunque muchos de aquellos votantes se arrepintieron de haber cogido esa papeleta solo unos días después, cuando ETA atentó en el Hipercor de la Meridiana de Barcelona, aquella cifra ofrece un primer esbozo sobre la admiración por el mundo abertzale que se vivía en Catalunya en los primeros años de la democracia.

A aquel fenómeno se le llamó 'vasquitis' y, pese al terrorismo y los vaivenes políticos en Euskadi, en la izquierda independentista catalana ese sentimiento caló hondo durante mucho tiempo. Pero, tras una década en la que Catalunya ha convulsionado mientras el País Vasco entraba en un periodo de inédita tranquilidad política, son los sectores catalanes que aspiran por volver al orden los que ahora miran con envidia hacia Euskadi.

“Se da la paradoja de que EH Bildu puede obtener sus mejores resultados en Euskadi con la estrategia de ERC”, afirma Joan Rusiñol, subdirector de Informativos de Catalunya Ràdio y un periodista que ha cubierto para diferentes medios todas las elecciones vascas de la última década.

Y, mientras la izquierda abertzale se pone el traje de los de Oriol Junqueras, en Catalunya Pere Aragonès sufre ante una Junts que ha acabado abrazando las tesis del pacto con el PSOE en Madrid y un PSC que en ocasiones ha suspirado porque el nacionalismo catalán se pareciera más al PNV.

De la 'vasquitis' a la 'catalanitis'

Eli Zunzunegi ha sido durante tres décadas la corresponsal en Barcelona de EiTB, la radiotelevisión pública vasca, y recuerda bien cómo era aquella primera 'vasquitis'. “Cuando yo llegué a Catalunya, a principios de los noventa, había cierta admiración hacia Euskadi. Y no solo por parte de los independentistas, sino también cierto reconocimiento de la defensa de la lengua, del autogobierno vasco. En general diría que los catalanes tenía un sentimiento de hermandad hacia los vascos”, relata la periodista.

Pero todo eso cambió durante el procés. El auge del independentismo catalán a principios de la década pasada, en combinación con un PNV que se alejaba de las posturas soberanistas que había intentado el lehendakari Ibarretxe, dejaron la 'vasquitis' bajo mínimos.

Mucha gente en Euskadi se pregunta cómo es posible que el procés se haya gestionado tan mal

“Durante todo el procés los partidos catalanes dejaron de mirar a Euskadi. Hubo una cierta soberbia o al menos la sensación de que Catalunya ya había pasado esa página”, explica Rusiñol.

La 'vasquitis' desaparecía en Catalunya, pero la tortilla se daba la vuelta. “Durante el procés Euskadi sí que miró hacia Catalunya. Y mucho. En el caso de Bildu, con admiración y para inspirarse, como ha explicado Otegi alguna vez. Y, en el caso del PNV, se miraba con recelo, con miedo a que le pasara lo mismo que a CiU, que perdió las siglas”, incide Rusiñol.

Martxelo Otamendi está de acuerdo con este punto de vista. El exdirector de Berria y, antes, de Egunkaria, asegura que para él Catalunya no es su segunda patria sino más bien “su otra patria”. Él le pone nombre al fenómeno. “En una parte de la sociedad vasca hubo 'catalanitis' durante el procés, sin ninguna duda”, asegura Otamendi.

Zunzunegi da cuenta de que la 'catalanitis' fue real. “Solo hacía falta ver el gentío que venía de Euskadi a aquellas diadas masivas”, explica la corresponsal de EiTB. “Una parte de la sociedad vasca vio que parecía que los catalanes podían conseguir aquello que siempre se había dicho que sin violencia se podía conseguir”, remacha.

“El Estado no ha estado nunca tan preocupado por una posible independencia como con el procés. Incluso con 800 muertos de ETA, la preocupación del Estado por la independencia de Euskadi siempre fue menor”, indica Otamendi. Por eso el exdirector asegura que el independentismo vasco vivió una “envidia” que, sin embargo, ha acabado en cierta decepción.

“Mucha gente en Euskadi se pregunta cómo es posible que el procés se haya gestionado tan mal”, indica el exdirector de Berria. “¿Cómo es posible que movilizando a la gente que han movilizado, después de ganarse tantas simpatías en el exterior, eso haya acabado tan mal?”, se pregunta.

De hecho, el fracaso del procés ha acabado, al menos en parte, con la 'catalanitis' vasca. “A Bildu no le ha sorprendido lo que ha pasado en el procés, simplemente han tomado nota de lo que ha funcionado y de lo que no. Y el PNV en cambio lo usa para decir: si no queréis que ocurra lo que ha pasado en Catalunya, vótanos a nosotros”, ilustra Rusiñol.

La 'vasquitis' vuelve tras el fracaso del procés

Ese fenómeno al que se le suele denominar “el procés” fue muchas cosas a la vez, desde un rápido crecimiento del sentimiento independentista hasta una movilización sin precedentes de esta opción política en la calle. Pero también fue el giro de los partidos tradicionales del nacionalismo catalán hacia derivas unilaterales, bajo la idea de que podían hacer conquistas solo con la mayoría del Parlament y sin pactos en el Congreso.

Si eso fue el procés, ERC le dio la primera estocada en mayo de 2019, cuando pactó una mesa de diálogo a cambio de apoyar la investidura de Pedro Sánchez. Y Junts le dio la estocada en noviembre de 2023, cuando Carles Puigdemont dio un paso similar, esta vez a cambio de la amnistía.

Los dos grandes partidos del independentismo abandonaban así la unilateralidad y se sumaban a una vía que lleva años practicando EH Bildu, pero en la que el absoluto referente es el PNV.

“En la época de Pujol ya había habido una política del peix al cove, pequeñas negociaciones que iban arrancado cosas en Madrid. Pero después desde Catalunya hubo un todo o nada, mientras el PNV se mantuvo en esa política de alianzas y negociaciones sobre cuestiones más pequeñas”, explica Zunzunegi.

Tras el fracaso del procés, los partidos catalanes vuelven a mirar a Euskadi, pero el modelo ya no es tanto la izquierda abertzale más combativa, sino los partidos que saben sacar provecho a su posición en el Congreso.

“Cuando Puigdemont dice que solo negociará con quien esté en la Moncloa parece un candidato del PNV”, asegura Rusiñol, que apunta que históricamente lo que ha hecho el nacionalismo vasco es tratar de hablar de tú a tú con Madrid, pasando por delante a sus rivales internos en Euskadi.

Puigdemont puede haber abrazado las tesis pactistas, como en su momento lo hizo ERC, pero su retórica hace que el PNV aún ponga distancia con Junts, pese a que en los últimos meses han tratado de acercar posiciones. “Los años del procés los han separado mucho y octubre de 2017 abrió una brecha importante entre Junts y el PNV o, mejor dicho, entre Urkullu y Puigdemont”, asegura la corresponsal de EiTB.

“Para el PNV era un problema la actitud que Junts tenía en Madrid, porque no tenía nada que ver con ellos. El PNV estaba huérfano de referentes en Catalunya, por lo que ha ido poco a poco acercándose a Puigdemont”, afirma Martxelo Otamendi. “Y también tiene que ver que todos los intentos de sectores conservadores o de 'La Vanguardia' de crear un PNV catalán hayan fracaso”, apuntala.

Mientras tanto, la alianza entre ERC y EH Bildu, a la que se suma una BNG en auge, está más engrasada que nunca. “Están alineados en una misma estrategia en Madrid, y eso sincroniza mucho”, afirma Rusiñol. Sin embargo, el periodista de Catalunya Ràdio sí ve una asimetría: “A ERC le va muy bien la alianza con Bildu, sobre todo en el plano nacional, pero en cambio a Bildu le es más igual, porque en las elecciones vascas casi solo se habla de gestión”.

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