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Bosques y montes de Castilla-La Mancha: entre el abandono y la privatización

Serranía de Cuenca. Foto: serraniadecuenca.net

Alicia Avilés Pozo

Hay un patrimonio que pertenece a toda la sociedad y que en ocasiones se relega a cuestiones secundarias o menores: el patrimonio natural. Cuidar del entorno, del medio ambiente y demandar su protección define a una sociedad, algo especialmente significativo en una región como Castilla-La Mancha, la tercera comunidad autónoma con mayor superficie arbolada de España, tras Andalucía y Castilla y León, pero al mismo tiempo la “peor tratada”, a nivel institucional y en este sentido, durante los últimos cuatro años.

En el Día Internacional de los Bosques, efeméride declarada por Naciones Unidas en defensa de estos espacios, una mirada crítica a la situación de la superficie forestal castellano-manchega es obligada para comprobar que es el mejor patrimonio de la región, con 3,5 millones de hectáreas de monte y árboles, donde la protección es “escasa” y la “poca que hay apenas se cumple”. Así lo considera el catedrático de Producción Vegetal y Doctor en Ciencias Biológicas de la Universidad regional, Jorge de las Heras, quien además es coordinador de un grupo de investigación en temas relacionados con la regeneración de la naturaleza.

Una de sus reflexiones más significativas sobre esta cuestión es que la conservación de los bosques y del monte mediterráneo y la actividad del hombre “van de la mano”, de forma que el despoblamiento del medio rural, con mucha incidencia en la región, ha provocado que deje de estar ordenado por el uso humano y “se haya ido perdiendo”, aumentando con ello el riesgo de incendios.

De las Heras lamenta que ninguna medida haya propiciado que tales familias no abandonen el medio rural, ya que las zonas con espacios donde los montes están bien ordenados “tienen un gran valor económico”. El millón de hectáreas que forman el Parque Natural del Alto Tajo en Guadalajara tienen una densidad de población “similar a la de Laponia”, pone como ejemplo inverso de esa acción positiva del hombre sobre el bosque, por ser quien “maneja la leña, los pastos, corta árboles y los restaura, y cuida de manera personal el patrimonio forestal de todos”.  

Pero a nivel general, el catedrático también considera que esta región “no ha sabido dar una respuesta a los aprovechamientos forestales”. Es consciente de que es “difícil y costoso” encargarse de determinadas zonas ya despobladas, si bien opina que tampoco es normal que esta comunidad autónoma, con su enorme extensión de monte, “no sepa compatibilizar los aprovechamientos cinegéticos, que ya sabemos que dan mucho dinero, con el cuidado del monte, cuyo valor podría superar con mucho lo contabilizado por actividades de caza”.  

Tampoco comprende De las Heras que Castilla-La Mancha sea la comunidad que menos actividad de turismo de interior desarrolló el año pasado: “no se ha sabido vender esa potencialidad turística que, bien regulada, podría reportar enormes beneficios y mucha riqueza a pueblos abandonados. Esos recursos no se han sabido explotar”. La Universidad regional tiene informes, proyectos y tesis abundantes sobre esta materia, “pero hace años que no hay financiación para llevarlas a cabo”, afirma, lamentando cuestiones que “incluso se han quedado en el limbo” como el uso de la biomasa.

 

A la hora de realizar un mapa crítico de la situación de los bosques, el investigador señala la Sierra del Segura como una de las que necesitan actuaciones más urgentes, junto con el sur de Ciudad Real “donde todo son ya cotos de caza mayor”, los Montes de Toledo, la Serranía de Cuenca y “la joya de la corona”, el Parque Natural del Alto Tajo. Son zonas “enormemente vulnerables que se están perdiendo en cuestión de días”, afirma, y aprovecha para elogiar la labor de los agentes forestales, denunciando que la Ley regional de Caza y la futura Ley estatal de Montes les vayan a quitar competencias, junto con una “progresiva privatización de sectores en beneficio de los particulares para poder fomentar la actividad cinegética”. “Eso es simplificar tremendamente la enorme actividad y potencialidad de nuestros montes”, concluye.

“Proceso privatizador de los montes”

Coincide con este análisis, en casi todos sus puntos, Miguel Ángel Hernández, de Ecologistas en Acción, quien denuncia también el “abandono” de la Junta en todo tipo de políticas forestales, “a cambio de un proceso privatizador de los montes, y un ataque en toda regla a su uso público”. Apunta además a otra amenaza global que planea sobre los bosques, como la degradación de la masa forestal por los efectos del cambio climático, “algo de lo que no se ha hablado en los últimos años, sin ninguna medida paliativa ni mitigadora”.

La zona sureste de Albacete colindante con Alicante es de las más perjudicadas por la desertificación, situación agravada por las modificaciones del régimen hídrico, pero Hernández también desgrana otras alertas en Castilla-La Mancha como es el caso de las zonas con repoblaciones de pinos, con plagas y enfermedades que las hacen “enormemente vulnerables”. A ello suma el desplazamiento en cadena de unas formaciones vegetales sobre otras, fenómeno que se está dando en el valle del Tajo, agravado por un “déficit importante” debido al trasvase Tajo-Segura.

 

El responsable de Ecologistas en Acción señala igualmente la privatización como otro “gran problema” de la región, en los últimos años “profundizado con un enfoque sibilino” debido a medidas como la Ley de Caza, dentro un proceso “lento de alejar cada vez más el patrimonio forestal de los ciudadanos”. En el fracaso de la implantación de estaciones de biomasa identifica también otro problema, “ya que se crearon expectativas demasiado economicistas con respeto a la rentabilidad, sin haberse buscado alternativas a esa posibilidad de utilizar la biomasa de nuestros montes”.

Hernández resalta también la cuestión de los incendios para denunciar que ninguna Administración sea capaz de elaborar una buena planificación: “seguimos arrastrando los vicios y malas costumbres de siempre”, en vez de perseguir las malas prácticas y ejecutar actuaciones de limpieza del bosque integradas y eficaces.

En definitiva, considera que todas estas cuestiones se solucionarían con políticas de conservación de la naturaleza, que “no solo se han perdido sino que se han atacado estos últimos años”. “Deberíamos tener una política horizontal con el compromiso de todos y, haya más o menos posibilidad de inversión, es imprescindible una actitud positiva hacia las políticas medioambientales. Lo mejor es que la ciudadanía va por delante de los gobernantes, precisamente a causa de los ataques al medio ambiente, y la sociedad conoce de sobra la importancia de los bosques tanto para su uso y disfrute como para el aprovechamiento de los mismos y de desarrollo del turismo y la biomasa”, concluye.

Estas opiniones de expertos, unidas a las continuas denuncias que sobre la falta de protección de los bosques han realizado trabajadores de GEACAM y los agentes medioambientales, contrastan con la visión que de su propia gestión tiene el Gobierno regional. Ajena a esta situación, la consejera de Agricultura, María Luisa Soriano no ha dudado en afirmar que los bosques “forman parte de la identidad” de la comunidad autónoma, que se “protege y potencia” desde la Administración.

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