¿Qué cara del papel de aluminio va hacia afuera, la brillante o la mate?

Foto: Pixabay

Marta Chavarrías

El papel de aluminio se usa en la cocina para conservar, envolver y cocinar alimentos. Es una solución óptima para numerosas funciones en la cocina, con una larga lista de usos. Uno de los aspectos que llama la atención cuando nos fijamos en este tipo de papel es que un lado brilla y el otro no. En la mayoría de los casos, cuando se usa, se suele poner la parte que brilla hacia afuera y el lado mate hacia dentro, es decir, en contacto con el alimento.

En ocasiones, se ha asociado esta diferencia con características como que un lado absorbe más el calor que el otro o que uno genera más sustancias tóxicas que otro... Pero, ¿hay diferencias reales entre las dos caras? ¿Podemos usar los dos lados indistintamente? Hace tiempo circula la teoría, difundida a través de las redes sociales, que la cara mate es tóxica. El mensaje informa que esta desprende partículas de aluminio que son nocivas y que ponen en riesgo la salud.

Por tanto, según el mensaje, los alimentos deben ponerse en contacto siempre con la cara más brillante y no la opuesta porque es más seguro. “Es así porque se hace un pulido del aluminio para crear una barrera y evitar el contacto directo del aluminio con los alimentos”, dice el mensaje, que continúa diciendo que el pulido “no está en ambos lados porque es un proceso costoso que haría que la comercialización del aluminio fuera inviable”.

Por qué una cara brilla y la otra no

Pese a la diferencia visual de los dos lados del papel de aluminio, no hay diferencias entre ambos. La diferencia de apariencia está en el proceso de fabricación del papel. Según los fabricantes, en el último paso del proceso de elaboración, el enrollado, dos capas de papel pasan por el tren de laminación al mismo tiempo. Este proceso consiste en hacer cada vez más delgado el papel hasta llegar a un espesor de unos 2/10 milímetros. Pero el espesor definitivo es menor, de 1/10 mm.

El problema es que en estas etapas finales se puede romper con facilidad, de manera que para planchar se pasan dos hojas de papel juntas por los rodillos. Así, las dos se hacen cada vez más finas al laminarlas pero la posibilidad de rotura se reduce. El lado que está en contacto con los rodillos de acero se vuelve brillante, mientras que el otro sale con un acabado mate. No hay más secreto ni ninguna intencionalidad particular.

Por tanto, a la hora de envolver los alimentos, es indistinto el uso, aunque la tendencia es dejar la parte que brilla más por fuera, una práctica que podría responder más a una cuestión estética que nada más. Pero ambos lados hacen el mismo trabajo a la hora de cocinar, congelar y almacenar los alimentos. No hay ninguna diferencia funcional.

Las propiedades del papel no quedan afectadas en ninguna fase del proceso de fabricación. Por si hubiera dudas, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) desmentía en 2017 el bulo sobre la toxicidad del aluminio. “El papel de aluminio no es tóxico a no ser que se ingiera”, decía entonces la OCU.

Pros y contras del papel de aluminio

Queda claro que es indistinto usar una u otra cara del papel de aluminio. Pero, ¿cuáles son las principales ventajas de este papel en la cocina?

  • Destaca sobre todo su ligereza y su gran manejabilidad, de manera que se adapta perfectamente a cualquier tipo de alimento que se envuelva.
  • No deja pasar la luz, ni la humedad ni aromas de otros alimentos, por lo que es un buen aislante.

Pero también tiene algunos inconvenientes:

  • Es opaco y no deja ver el contenido del paquete, por tanto, si no lo hemos anotado fuera tendremos que romper el papel para saber qué hay dentro.
  • No puede ponerse en el microondas ni para descongelar ni para cocinar.
  • Tiene un gran impacto ambiental, ya que es difícil de reciclar.

¿Se pueden envolver todos los alimentos con papel de aluminio?

Una de las preocupaciones sobre el uso del papel de aluminio es la cantidad que puede pasar de este metal a los alimentos. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha confirmado en alguna ocasión que las cantidades que pueden migrar son insignificantes. Las investigaciones realizadas al respecto indican que la contribución de los alimentos cocinados con material de aluminio o usado como envoltorio es prácticamente inapreciable, en torno a un 0,1 mg/día.

Aunque el riesgo es mínimo, sí es importante tener en cuenta algunas recomendaciones cuando usemos el papel de aluminio. Según un estudio del Consejo Europeo sobre metales y su uso en contacto con alimentos, realizado en 2013, es recomendable limitar el almacenamiento de alimentos líquidos ácidos (como zumos de fruta), alcalinos (como masas con sosa) o salados con utensilios de aluminio para minimizar la liberación, ya que estos alimentos son más susceptibles a este tipo de metal.

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