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Carlos Sadness asegura que “tuve que controlarme para no convertirme en Juan Luis Guerra”

Carlos Sadness asegura que "tuve que controlarme para no convertirme en Juan Luis Guerra"

EFE

Madrid —

El catalán Carlos Sadness se quedó “con ganas de bailar” tras su primer álbum, por lo que para su segundo disco decidió envolver la historia, una alegoría espacial sobre la incomunicación entre los amantes, en un estilo “galactropical” con rap, sintetizadores y elementos de reggeatón.

“Tuve que controlarme para no convertirme en Juan Luis Guerra”, comenta con humor en una entrevista con Efe este músico catalán, que hoy en Madrid ha considerado que la extraña mezcla resultante suena “moderna y cool”.

Cuando inició el proyecto, Sadness (Barcelona, 1987) tenía en mente una montura “dulce”, pero el galope “se fue de las manos” y junto a los momentos más luminosos, aparecieron otros “más oscuros y extremos”, de ahí su nombre, “La idea salvaje” (Octubre/Sony), publicado esta semana.

“Era como un caballo que no se puede domar. Partía de un disco dulce y encontré aristas y respuestas viscerales, dentro de la visceralidad que permite el pop”, añade.

Se trata, “en cierto modo”, de un disco conceptual que versa sobre “la comprensión entre las personas, sobre qué nos despierta la distancia”, pero no la geográfica, sino la mental, desde que se abre ese abismo hasta que la experiencia y el recorrido de una relación permiten cerrarlo con una conclusión de una intimidad que toca y trastoca a los protagonistas.

Las letras, que rehuyen las frases manidas en busca de un giro original, responden al impulso de quien durante tres años se dedicó profesionalmente a la publicidad y que se considera “más una persona creativa que un músico”.

“Hago música para contar más que para cantar”, afirma.

El primer tema que surgió de esta nueva hornada fue “Sputnik, el día que dejaste La Tierra” y él le dio la idea de recurrir a la metáfora del amor con un astronauta, con un “final feliz” que llega, tras un encuentro imaginario con el mismísimo presidente de EE.UU., en el corte final, “El día que volviste a La Tierra”.

“Así se ilustra de forma mística algo muy humano”, explica el barcelonés, que en sus nuevas canciones habla de esa empatía perfecta y casi mágica (“Qué electricidad”) y de su polo opuesto, la del desencuentro (“Los días impares”).

Otra muestra de entendimiento perfecto, pero musical, se encuentra en “No vuelvas a Japón”, en la que la voz de Sadness parece “poseída” por el característico tono de Santi Balmes, su colaborador estelar en esta canción escrita y pensada para ser interpretada junto al líder de Love of Lesbian.

En el repertorio también queda tiempo para lanzar algo de crítica social. Así, en “Miss Honolulu” arremete contra la superficialidad de esos iconos de Instagram, chicas que venden una imagen perfecta, apta solo para los buenos momentos. “No me gusta que se tome como referencia a las gansas”, apunta.

Grabado en Barcelona, durante el proceso contó con la ayuda de Stefano Maccarrone y del joven productor Dan Hammond, “alguien con buen gusto en las guitarras y dominio del sonido”.

En contraposición, la postproducción corrió a cargo de un peso pesado de la industria, el mismísimo Tony Doogan, productor escocés de grupos como Belle & Sebastian o Mogwai.

El próximo jueves firmará discos y ofrecerá un pequeño show en un conocido centro comercial de Barcelona, donde abrirá la gira de presentación de “La idea salvaje” el próximo 13 de marzo (sala Music Hall), antes de viajar a otros puntos como Madrid (sala Paddock, 27 de marzo) y, ya en abril, el Festival SanSan de Gandía (Valencia).

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