García Montero reúne 35 años de poesía íntima, alimentada por el compromiso

El poeta Luis García Montero, y ahora también candidato de Izquierda Unida a la Comunidad de Madrid, ha hecho una parada en su faceta creativa para que la “urgencia de la realidad” no contamine su obra. Aún así, y en medio de su compromiso político, acaba de publicar su Poesía Completa (1980-2015).

Un gran volumen, editado por Tusquets, que recoge 35 años de trayectoria y búsqueda de conocimiento, con la meditación y la música del pensamiento apoyados en la propia conciencia moral del escritor, “para conocerme a mí mismo y al mundo en el que vivo”, sostiene el propio poeta en una entrevista con Efe.

Luis García Montero (Granada, 1958), al que desde joven le ha caracterizado el compromiso político y social, asegura que al ver publicado este libro que recoge toda su obra siente una doble sensación: “Que uno ha escrito más de la cuenta y que para disfrutar de la poesía es necesario, por encima de todo, tener la mirada de admiración, tener los ojos con los que uno lee a Neruda, Lorca o Alberti, a los grandes maestros”.

“Uno se critica y se dice este poema me gusta; el otro, no, pero lo importante es mantener siempre la incertidumbre ante tu propio trabajo”, añade este poeta, profesor, novelista, ensayista y uno de los máximos representantes de la llamada poesía de la experiencia.

Así, el libro incluye una amplia introducción del historiador de literatura y crítico José Carlos Mainer, en la que dice que García Montero es un poeta “tocado por la rara gracia del talento expresivo y del talento emocional” y considera que se trata de “uno de los pocos destinados a la letra grande de la historia de la literatura”.

Y encierra una nota del autor, para dar paso a todos su libros: “Poemas de Tristia” (1982), “El jardín extranjero” (1983), “Diario cómplice” (1987), “Las flores el frío” (1991), “Habitaciones separadas” (1994), “Quedarse sin ciudad” (1994), “Completamente viernes” (1998), “La intimidad de la serpiente” (2003), “Vista cansada” (2008), “Un invierno propio” (2011) y “Además”, donde también explica su sentir poético y su trayectoria.

Un pulso poético que se ha visto alimentado por diferentes tradiciones con las que el poeta ha dialogado como creador y como profesor.

En sus inicios se nutrió un camino de la vanguardia y la experimentación, la novela negra, los clásicos, con Garcilaso y Jorge Manrique como timoneles, además de la generación de los 50, con Brines, Gil de Biedma y Ángel González, para llegar a la llamada nueva sentimentalidad y a la poesía de la experiencia, en conexión con la realidad y el compromiso.

“Mi trabajo poético ha indagado más en la intimidad que en la defensa de la batalla política -argumenta-, porque creo que una de las tareas del poeta en siglo XXI es hacer de la intimidad su territorio de emancipación y éste de plataforma para sostener los sueños públicos”.

Unas ideas y sueños públicos que están reñidos con la literatura de militancia. El hombre se compromete pero la obra, no.

“Me asusta mucho la literatura de consigna -aclara- y no por el contenido de la obra de arte -añade-. Ayala, uno de mis maestros y uno de los escritores del exilio que padeció la guerra, se puso al servicio de la república pero ese compromiso humano no le concernía a su literatura”.

“La poesía sí puede ser un arma cargada de futuro, pero siempre se tiene que establecer diálogos con las conciencias. Una cosa es un poema y otra un panfleto”, concluye Montero.

Y si tuviera que elegir entre una de su sobras, el poeta dice que tiene mucho cariño a “Habitaciones separadas”, el poemario con el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía, en 1995 y el Premio Loewe, y cuyas páginas fueron muy admiradas por Octavio Paz, y un libro del que se vendieron 50.000 ejemplares, todo un récord para poesía.

Ahora el poeta, militante de Izquierda Unida desde hace 30 años y colaborador en la creación de este partido en Andalucía, “porque considera que la política es fundamental para la convivencia”, dice que se está dedicando a estudiar la Comunidad de Madrid desde todas las áreas para conocer bien su situación.

“Madrid es bastante rica -añade-, con un buen nivel de vida, pero el hecho de que exista tanta desigualdad y tanto maltrato a lo público, a la educación, a la cultura o la sanidad, entre otras cosas, no se debe a las cuentas económicas sino a la apuesta por la desigualdad, que se ha hecho. Yo quiero apostar por lo contrario”.