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La RAE se baja del burro

Las Academias publican "El buen uso del español", destinado al gran público

elDiario.es

Madrid —

Aunque no del todo: El buen uso del español, que ahora lanza Espasa para facilitar el conocimiento de las principales normas gramaticales y ortográficas, saldrá sólo en papel. Las 45 millones de personas que consultan el diccionario de la academia cada día se lo tendrán que comprar.

En su presentación, el académico Salvador Gutiérrez ha dicho que la obra tiene muy presente que “el centro de gravedad” de este idioma “no está en España sino en Hispanoamérica” y que ha sido redactado “desde la óptica del panhispanismo”, bajo la convicción de que “en estos momentos, no existe una sola norma culta, una norma monolítica”. En ese encuentro, que tuvo lugar en la sede de la RAE, estuvieron su director, José Manuel Blecua, y la directora de Espasa, Ana Rosa Semprún.

Las Academias hispanoamericanas han participado activamente en la preparación de este libro, igual que lo hicieron en obras de referencia tan importantes como la nueva Gramática o la nueva Ortografía, añadía Gutiérrez .

Redactado de forma clara y didáctica, y con abundantes ejemplos que facilitan la comprensión de la norma lingüística, el manual llega ahora a las librerías españolas en una primera edición de 20.000 copias y se irá distribuyendo en los diferentes países de América a lo largo del primer trimestre de 2014.

Los linderos del buen uso

El título deriva del prólogo del filólogo venezolano Andrés Bello para su Gramática, donde se hablaba de “los linderos del buen uso de nuestra lengua”. Las Academias han configurado exáctamente 224 linderos, que son los bloques temáticos en los que se ha dividido el libro, que supera las 500 páginas.

Fenómenos como el seseo, el ceceo y el voseo, y cuestiones como las reglas de acentuación gráfica, los signos de puntuación, los latinismos, los extranjerismos, el uso de mayúsculas y la formación del plural desfilan ante los ojos del lector, en pequeños apartados de dos páginas cada uno y con tramas de color gris en las que se hace hincapié en las principales dificultades o incorrecciones.

Los académicos no creen que la lengua haya ido empeorando con el paso del tiempo. Un idioma, aseguraba Gutiérrez, “es un organismo vivo, que va cambiando y que va introduciendo palabras y expresiones nuevas, que al principio pueden sorprender pero que pueden acabar convirtiéndose en norma en el futuro”.

En el siglo IV, por ejemplo, se recomendaba decir “mensa” y no “mesa”, que era la palabra utilizada por la gente de la calle, y todas las cosas que se condenaban entonces “triunfaron en la lengua romance”, recordó el investigador. “El uso es el que determina la norma y no las Academias, cuya labor es dar fe de ese uso y orientar. Tratar de parar la evolución del lenguaje es como poner puertas al océano, subrayó este académico que también coordinó la nueva Ortografía, publicada en 2010.

Los académicos insisten en que en los correos electrónicos, mensajes de móvil y redes sociales “no se debería descuidar la norma”. Y no creen que se le deba “echar la culpa del mal dominio de la lengua” por parte de la juventud a esos medios electrónicos. Si no se expresan con corrección es, según Salvador Gutiérrez, “porque no han aprendido bien” la lengua.

“El peor daño que se le puede hacer a la lengua es la poca importancia que se le otorga a la enseñanza de esta disciplina. El muchacho que no sepa a los trece años leer con fluidez y escribir con cierta soltura, tiene una deficiencia difícilmente salvable y que, además, le va a lastrar para el aprendizaje de otras asignaturas”, añadió este académico.

Hacia una lengua no discriminatoria

En la presentación hubo también preguntas sobre la nueva edición del Diccionario académico, que está ahora en fase de revisión y que se publicará en octubre de 2014, y sobre si se suprimirán o no términos que están mal vistos por determinados colectivos, como “judiada” o “gitanada” u otros de marcado carácter discriminatorio.

Lexicógrafo de profesión, Blecua conoce bien el Diccionario y sabe que “son difíciles de casar” los criterios académicos con lo que pide la gente, aunque quien lo haga sea la propia Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, que estos días se ha dirigido a la Academia para ver “si se soluciona lo de 'gitanada'”, ha comentado el director, que eludió precisar si ese término desaparecerá del Diccionario.

“Querer ver el Diccionario como un organizador social, capaz de remediar todas las injusticias que una sociedad machista como la nuestra ha hecho es realmente una utopía”, afirmó Blecua.

Desde Uruguay, una sociedad antiesclavista le ha propuesto a la RAE que quite la expresión “trabajar como un negro”. “¿Habrá que sustituirla por 'trabajar como un chino'”?, se preguntaba el director de la RAE. “Todo esto hay que tomárselo con un cierto relativismo y no pretender que los libros modifiquen una sociedad desde el punto de vista léxico”, afirmaba el cabeza de la institución.

El Diccionario, zanjó Blecua, se hace según “unos principios lexicográficos universales y lo que no puede hacer la Academia es estar en contra de la ciencia”.

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