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Los hogares españoles vuelven a la bombona de butano, acuciados por el alza del gas y la electricidad

Un operador transporta una bombona de butano / EFE

Antonio Ruiz del Árbol

La llamada “energía de los pobres”, la bombona de gas butano, vuelve a instalarse en los hogares españoles. Así lo reconocen los tres principales suministradores de este producto, Repsol, Cepsa y Galp. La antaño popular bombona naranja sufrió en los pasados años del dispendio económico un evidente ocaso y descendió en porcentajes de dos dígitos, a medida que se expandían las instalaciones del gas natural. Con la prolongación de la crisis el descenso se ha frenado y, en comunidades deprimidas como Castilla-León, se registra un significativo crecimiento en la distribución, según indicaron fuentes de Repsol a la prensa de esta comunidad.

Esta nueva juventud del butano se asienta en dos fundamentos. El primero, el exponencial incremento en los hogares de la factura de la electricidad y del gas natural, que en los últimos 13 meses acumulan alzas del 14% y 7% respectivamente. En segundo lugar y pese a que el precio del butano también ha subido entorno a un 6%, su mayor poder calorífico en relación con el gas natural y, sobre todo, la ausencia de las partidas fijas en los recibos, lo convierten en un recurso más barato y, por tanto, más apreciado en las maltrechas finanzas familiares.

Alza del año nuevo

Como viene siendo ya una tradición, la energía, igual que los precios y tasas de otros productos y consumos básicos, ha vuelto a subir en el arranque de 2013. La Tarifa de Último Recurso (TUR) de la luz recibió las campanadas del año nuevo con un alza del 3%. El día 1 de julio el recibo eléctrico ya había crecido un 3,95% de media. Mientras, el gas natural se incrementaba un 2,26% y el precio de la bombona de butano creció un 5,92%. En la anterior revisión de abril, la tarifa del gas natural se incrementó una media del 5% y la eléctrica un 7%. En enero de 2012 el recibo de la luz permaneció estable, mientras que el del gas subió un 0,5%.

Este espectacular incremento en los precios de los suministros energéticos afecta a todos los hogares. El gas natural tiene 7,2 millones de clientes, de los que 4,7 millones están en el mercado libre y 2,5 millones se encuentran vinculados a la tarifa regulada. Los consumidores de electricidad acogidos a la tarifa regulada suman 20 millones. En 2011 se consumieron en España unos 80 millones de bombonas de butano, contando como clientes a unos siete millones de familias. Repsol lidera este mercado con una cuota del 75%. Cepsa y Galp se reparten el 25% restante.

Múltiples usos

Los principales usos domésticos del butano vuelven a ser para cocinar y asegurar el suministro de agua caliente. Por encima de cualquier otro, no obstante, se encuentra el abastecimiento de las ancestrales estufas para sustituir a otras formas más caras de calefacción. El gas natural que se distribuye por canalizaciones permanentes en los hogares es más cómodo y seguro. Sin embargo, en un momento en el que el ahorro es la primera prioridad, la tradicional bombona naranja ofrece ventajas.

Un estudio del Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético afirma que el butano tiene mayor poder calorífico que el gas natural: 12,7 kWh por cada kilo frente a 10,8 kWh por m3. Pero la diferencia principal entre ambos tipos de suministro hay que buscarlo en los costes fijos que conlleva el gas canalizado frente al que se suministra en bombonas. El consumo de gas natural obliga al alquiler del contador (16,28 euros al año en el caso de Gas Natural) y, en algunos casos, el denominado canon IRC, que se abona por el uso y mantenimiento de la instalación común del edificio cuando esta es propiedad de la comercializadora (79,72 euros anuales). A todos los apartados anteriores hay que añadir el 21% de IVA, que en el caso de los 16,10 euros que cuesta la bombona ya está incluido, según información suministrada por Repsol.

Pobreza energética

El repunte en los hogares españoles de la bombona de gas butano es un síntoma preocupante de pobreza energética que se ha instalado entre nosotros con la persistencia de la crisis económica. Otros síntomas asociados son el establecimiento en muchas casas de una única ducha semanal, la reducción de las horas de calefacción o eliminar puntos de luz.

Las ONG alertan sobre esta nueva cara de la pobreza que, según un estudio de la Asociación de Ciencias Ambientales, afectó en 2012 a uno de cada tres hogares cuyos miembros están en paro. La Cruz Roja señala que el 43% de la población que recibe sus servicios asistenciales tiene dificultades para pagar sus facturas de energía, por lo que, además de repartir alimentos, la organización ha tomado la decisión de distribuir estufas de bajo consumo durante este invierno.

El estudio de la Asociación de Ciencias Ambientales calcula que entre 2.300 y 9.300 muertes prematuras al año en España pueden deberse a la pobreza energética. Estos datos de víctimas mortales se sitúan por encima de los accidentes de tráfico.

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