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Nuestro Pacto de Estado contra la violencia de género

Leticia Cano Vida, integrante de la Plataforma de Mujeres por la Igualdad (PMPI) de Cáceres

El Pacto Social e Institucional contra la violencia de género que reclamamos como feministas es, probablemente, una de las reivindicaciones más importantes de los últimos años. También puedo decirles que vienen tiempos difíciles donde, especialmente quienes han demostrado un desprecio absoluto con las políticas de igualdad, lo usen de forma torticera para llegar a una puesta en escena suntuosa, donde muchos “representantes” firmen un papel sin haber escuchado ni entendido por qué es necesario el Pacto de Estado contra la violencia de género.

Les auguro algo sectorial, de cara a la galería y sin ampliar los medios económicos ni de protección a las víctimas. Parecido a las campañas de estos últimos cuatro años donde el mensaje era sólo y exclusivamente llamen al 016 pero sin después. Ya tenemos nueva ministra que llevará el área de Igualdad pero no podemos esperar un cambio en las políticas con alguien que ha luchado contra la ideología de género.

Necesitamos un Pacto de Estado para entender que vivimos en una sociedad asimétrica, donde la mitad de la población tiene unos privilegios frente a la otra mitad, con fallos estructurales en todos los ámbitos y con pocas ganas de asumir los diagnósticos en común llegando al objetivo de la Igualdad plena. Explicar que las mujeres son abofeteadas, violadas, prostituidas, mutiladas, casadas a la fuerza y asesinadas sólo por ser mujeres debería ser nuestra prioridad.

La sociedad patriarcal, por su misma estructura, es una sociedad violenta, con valores de dominación, luchas de poder y la subyugación de mujeres y niñas el resultado más espantoso y terrible. No hay ningún ámbito del sistema inmune, no crean que el sistema educativo es más o menos patriarcal que el judicial, tampoco los medios de comunicación, por ese motivo verán cómo unos culpan a los otros sin asumir que hay que luchar frontalmente para eliminar la violencia de género.

La violencia contra las mujeres es una cuestión de Estado porque hablamos de una forma de terrorismo, exactamente 826 mujeres han sido asesinadas desde el año 2003. Huelga decirles que son cifras oficiales donde hay casos no recogidos, otros que están permanentemente en estudio sin confirmación, y no contabilizamos ni a las mujeres extranjeras ni mujeres prostituidas. Después de ver esa cifra es difícil tener que explicar por qué se necesita un Pacto de Estado, por qué gritamos ‘nos queremos vivas’ mientras la sociedad sigue sin proteger los derechos humanos y fundamentales de mujeres y niñas.

Debe ser necesario entender este acuerdo como prioritario y estructural, además de la obligación del cumplimiento normativo (nacional e internacional), el aislamiento y eliminación de cualquier privilegio (también con sus descendientes con la suspensión de régimen de visitas) del agresor frente a la sociedad, un plan específico para jóvenes, garantizar la red de apoyos a las víctimas, pero sobre todo dotar a este Pacto de presupuesto, cooperación entre los diferentes ámbitos e instituciones, y comenzar una sociedad que no sea inmune, silenciosa, copartícipe de la violencia contra las mujeres. Debemos repensarnos como sociedad, dejar de educar con valores de culpa a las mujeres y de privilegios a los hombres.

Un Pacto de Estado para ser libres siempre. Un Pacto de Estado para tener una sociedad sin relaciones asimétricas. Un Pacto de Estado para entender que no es un problema sólo de la mitad de la población. Un Pacto de Estado de toda una sociedad que deje de encubrir con silencio a los terroristas.

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