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¿Qué es la Bioeconomía para la Comisión Europea?

Carmen Vela, secretaria de Estado de investigación, desarrollo e innovación

Andrés Holgado Maestre, sociólogo

La Comisión Europea ha establecido unas pautas sobre lo que se entiende por “Bioeconomía”, que sintetizo aquí: “Europa está empeñada en obtener una economía sostenible y eficiente en el uso de los recursos. El objetivo es lograr una economía con bajas emisiones y más innovadora, que reconcilie las demandas de una agricultura y pesca sostenibles con una alimentación asegurada y un uso sostenible por parte de la industria de recursos biológicos renovables, mientras se asegura la biodiversidad y la protección medioambiental. Para lograr todo ello la Comisión Europea ha puesto en marcha una Estrategia de Bioeconomía y un plan de acción centrado en tres aspectos:

Desarrollo de nuevas tecnologías y procesos para la bioeconomía;

Desarrollo de mercados y de la competitividad en sectores de la bioeconomía;

Presionar a gobernantes y grupos interesados para trabajar coordinadamente.

(…) La Comisión intenta (…) un enfoque coherente de la bioeconomía mediante diferentes programas e instrumentos, incluyendo la PAC, la Política Pesquera Común, Horizonte 2020, iniciativas medioambientales de la UE, el Crecimiento Azul y la EIP-Agri, entre otras. (Estos son) diferentes aspectos donde la bioeconomía podría permitir que Europa liderase la agenda global como parte de la estrategia del Presidente Juncker para hacer de la UE un actor global más potente. La Bioeconomía está incluida en la Agenda del Comisario Europeo para la Investigación y la Innovación, D. Carlos Moedas“.

Bioeconomía, Economía verde, azul, blanca circular... ¿De qué estamos hablando? De un conjunto de elementos a los que se llama Bioeconomía, porque así se viene entendiendo en la literatura científica y administrativa.

Partiendo de un esquema de interacción entre nuestra especie y la naturaleza que es consustancial a nuestras vidas, se trataría de utilizar bien lo que aún no se utiliza, a la vez que de usar mejor aquello que ya venimos utilizando para subvenir las necesidades de una población creciente en un mundo finito y limitado.

Desarrollar el inmenso potencial de mares y océanos, (agua, en sentido amplio) con vastos recursos de los que apenas sabemos nada hoy excepto el aprovechamiento pesquero y de algunas algas, pero con un mundo entero por descubrir, asegurando una alimentación sana y suficiente y moviéndonos de manera urgente desde una economía basada en materias primas fósiles y no renovables al mismo ritmo que las consumimos, hacia una bioeconomía en la que esos recursos sean renovables y den lugar a un crecimiento global sostenible en el largo plazo.

Ello conllevaría una gestión apropiada de los recursos naturales, en una estrategia de atención al cambio climático y sus desafíos, de modo que se avance hacia un desarrollo responsable y con unas pautas de consumo sostenible por parte de los ciudadanos. Así sería posible, y no de otro modo, un crecimiento integrado, un aumento del empleo y de la competitividad en un entorno de sostenibilidad global. No se trata de que unos países sean “proveedores” y otros “consumidores” sino que en todos y cada uno de ellos (“GLOCAL” el acrónimo de “think Global, act local”) se actúe de forma consecuente para mejorar el nivel de vida de sus poblaciones de acuerdo con las normas internacionales establecidas y con la plena conciencia de que compartimos este único e irrepetible mundo.

Esto vendría a ser la “bioeconomía” en muy pocas palabras: la interacción de nuestra especie con un ecosistema que exige ser tenido en cuenta pues de lo contrario no habrá futuro para la humanidad. Grandes palabras porque grandes son las cuestiones planteadas. Y mucho habrá que hablar en el próximo futuro.

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