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Sobre este blog

Periodista. Entre rebote y rebote 'cambió' el baloncesto por la actualidad.

Un día que tembló la democracia

Igor Marín

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Hoy es un día asqueroso. Un señor supuestamente corrupto y ladrón, pendenciero y chantajista ha puesto en jaque a quienes supuestamente han sido sus cómplices, encubridores e impulsores. Hoy, un caradura que ha vivido de pervertir la democracia se ha subido a las barbas de quienes parece que han sacado provecho de ello. El problema es mayor ya que los que habrían sacado provecho presiden una empresa que se llama España y su caída va a arrastrarnos a todos a un pozo del que nadie sabe siquiera si tendrá salida. Lo que dice el corrupto de Bárcenas es de tal calado que el silencio del Gobierno suena a otorgamiento. Nadie puede permitir estas acusaciones sin dar la cara. Ocultarse es para esconder algo y quien nada teme, nada oculta.

La actitud de Mariano Rajoy, sea o no culpable –y eso solo corresponde afirmarlo a la justicia-, es una tacha a la democracia. Si el actual presidente es el autor de los mensajes que publica el diario El Mundo, debería dimitir inmediatamente. Y si no lo es, su silencio público –o el papel de dama ofendida que interpreta- y el bloqueo que ha hecho el Partido Popular de su comparecencia parlamentaria son un insulto imperdonable a la democracia representativa y, por extensión, al conjunto de la ciudadanía. El poder no es suyo. El poder lo ejerce en nombre de un pueblo que lo ha elegido, pero es un préstamo y la única condición de ese préstamo es ejercerlo sobre lo que se prometió, que ya lo ha incumplido, y dar cuentas der lo que se hace, que tampoco lo hace. Rajoy debe dar la cara ante la ciudadanía o abandonar el poder inmediatamente.

Porque ya basta de tancredismo. Basta de cantinfladas. De soflamas floridas y florianas, de ruedas de prensa sin prensa, de SMS mafiosos de amenazas y coacciones. Basta de levantar humo para no dejar ver lo que ya hemos visto. El Partido Popular tenía dos contabilidades. Había cargos del Partido Popular que cobraban dinero, tal y como han reconocido algunos, y si Bárcernas no miente ese dinero es procedente de supuestos sobornos. De empresarios que entregaban dinero a cambio de favores que se deben descubrir y desvelar. Y si se confirma que el Partido Popular competía en las elecciones con más medios de los que la ley electoral les permitía, estamos ante un presidente que es un fraude. Y cuanto más dure su silencio o sus explicaciones absurdas más cómplice y fraudulento será.

Mientras tanto, el resto de partidos amaga y no da. Aprieta pero no ahoga. Estamos ante un escándalo mayúsculo gestionado por políticos minúsculos. No buscan el bien común sino el desgaste del rival. No aspiran a levantar las alfombras, también las suyas, sino a ocupar el sillón del caído. Es desolador.

Igual de grave que ver algunas portadas firmadas por personas que aparecen en la supuesta contabilidad B del Partido Popular. La prensa es garante de la verdad y el rigor. Por supuesto, los periódicos tienen (tenemos) línea editorial, pero de eso a cobrar por ello hay una línea infranqueable.

Por el bien de la democracia, del país y de la prensa muchas personas deberían dar la cara. Y si se demuestra que son culpables, asumir la responsabilidad de lo que hayan hecho. Pero antes de todo eso, dar la cara y ofrecer explicaciones. Porque no se puede esperar a los ritmos de la justicia. Un país no puede estar en pausa esperando un veredicto judicial. Urgen las respuestas y que funcionen los cauces para obtenerlas o es posible que las calle la reclame a su manera.

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