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Ciclones y violencia persistente aumentan tragedia de 720.000 niños rohinyás

Ciclones y violencia persistente aumentan tragedia de 720.000 niños rohinyás

EFE

Ginebra —

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El próximo inicio de la temporada de ciclones y la persistente violencia agravan las perspectivas de más de 720.000 niños de la minoría rohinyá de Birmania, donde han sido víctimas de la persecución y de los ataques que el Ejército lanzó hace seis meses contra su comunidad.

Lo advirtió hoy Unicef, el organismo de la ONU para la protección de la infancia, en un informe que ha presentado al cumplirse seis meses desde que empezó el peor éxodo de rohinyás de la historia hacia el sur de Bangladesh.

Los refugiados de esa comunidad, de confesión musulmana e históricamente víctimas de persecución en Birmania, se han concentrado en la localidad bangladeshí de Cox's Bazar y sus alrededores, donde totalizan unos 900.000, de los cuales más de 688.000 han llegado en el último medio año.

Según Unicef, que realiza diversas actividades que van desde el aprovisionamiento de agua, construcción de letrinas, vacunaciones y escolarización de niños en Bangladesh, 534.000 de todos los refugiados son menores de edad.

Esta cifra incluye tanto a los que llegaron a Bangladesh a raíz de la más reciente ofensiva militar, así como a los que abandonaron por la misma ruta Birmania en anteriores episodios de violencia.

De acuerdo al informe, otros 185.000 niños continúan en la región birmana de Rakáin, al norte del país y que hace frontera con Bangladesh, donde viven “presas del miedo” y desde donde otros cientos de miles escaparon.

Desde que la violencia volvió a estallar allí el pasado agosto, el trabajo humanitario de Unicef en esa zona está fuertemente limitado, al igual que el de prácticamente todas las organizaciones de ayuda.

Las inundaciones que ya se están experimentando en el sur de Bangladesh y que anticipan el periodo de ciclones “pueden sepultar” los frágiles campamentos que se han levantado en los últimos meses para los refugiados y convertirlos en inhabitables, advirtió Unicef.

A esa situación se agrega el riesgo de epidemias, lo que forzaría al cierre los lugares que se han creado para que los niños reciban educación o participen en actividades acordes a su edad.

Frente a las circunstancias calamitosas que se prevén, Unicef pidió al Gobierno birmano que pongo fin a la violencia contra esa comunidad y la crisis de derechos humanos que se viven en el estado de Rakáin.

Para ello reclamó que se levanten las graves restricciones al movimiento que se ha impuesto a los rohinyás y que limita su acceso a los servicios más elementales de salud, a la educación y les impide trabajar o mantener funcionando sus medios de subsistencia.

Asimismo, pidió a la autoridades que le den acceso al territorio de Rakáin para prestar asistencia a los niños.

Como ya lo ha expresado la ONU y múltiples actores humanitarios, los rohinyás solo podrán empezar a regresar a las tierras que abandonaron una vez que se garanticen sus derechos básicos, entre ellos el de tener una nacionalidad, recordó Unicef.

Birmania se las ha negado siempre alegando que los rohinyás, que viven desde hace siglos en este país de aplastadora mayoría budista, son inmigrantes ilegales de Bangladesh.

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