Fallece José María Fernández Nieto, decano de los poetas de Castilla y León

El escritor José María Fernández Nieto (Mazariegos, Palencia, 1920), decano de los poetas de Castilla y León, farmacéutico de profesión y poeta de vocación, ha fallecido esta noche, después de una larga enfermedad, a los 92 años, según han confirmado hoy a Efe fuentes familiares.

Fernández Nieto, académico de número de la Institución Tello Téllez de Meneses y distinguido en 2012 con el Premio de las Letras de Castilla y León por su trayectoria literaria y la promoción y sostenimiento de revistas de poesía como Rocamador, se había roto la cadera recientemente, lo que agravó su situación.

Su cuerpo ha sido trasladado al tanatorio de Palencia y el funeral se celebrará mañana al mediodía en la Iglesia de San Lázaro de la capital palentina.

Fernández Nieto envolvió sus libros de intimismo, con versos de temática religiosa, social, existencial y que también miraron a la tierra castellana.

El poeta palentino volcó ese universo en una veintena de libros entre los que destacan “Aunque es de noche” (1947), “La muerte aprendida” (1949), “La trébede”, “Un hombre llamado José” (ambos de 1961), “La claridad compartida” (1972) y “La nieve” (1974) considerado uno de sus poemarios más relevantes.

Como promotor de revistas líricas, el autor galardonado fue miembro activo de Nubis, editada entre 1945 y 1955, la misma labor que tuvo dentro de Rocamador entre 1956 y 1968, manteniéndola incluso con su propio dinero, lo mismo que hizo con la colección de poesía con la que, con el mismo nombre, publicó cerca de un centenar de títulos.

Con Rocamador, Fernández Nieto se incorporó al debate nacional de una poesía que oscilaba entre el perfil social que imprimieron Gabriel Celaya, Victoriano Crémer y José Agustín Goytisolo, y el formalismo que encarnó Vicente Aleixandre, sin desatender a valores entonces emergentes como José Miguel Ullán o Pere Gimferrer.

Al concedérsele el premio de las Letras de Castilla y León, el poeta refirió a Efe en marzo de 2012 que consideraba esa distinción como el mejor broche a toda su trayectoria, sembrada de poemas escritos por “pasión y vanidad” y a sabiendas de que “de la poesía no se puede vivir” porque “somos los poetas los que nos leemos unos a otros, no el gran público”.

Asuntos como el amor, la muerte, las costumbres, los toros y su tierra, Castilla, siempre han estado presentes en los poemas de este palentino para quien el poeta nacía, no se hacía, y que recordaba a Efe como él, ya a los 15 años había descubierto que le gustaba escribir versos, los primeros dedicados a su padre, que murió al empezar la Guerra Civil “por una bala perdida”.

Amante de la poesía desde muy niño, Fernández Nieto, farmacéutico de profesión y padre de ocho hijos, reconocía que “no se puede vivir de la poesía, de ninguna manera”, “salvo si te dan el Premio Nobel, y eso generalmente llega cuando ya estás muerto”.

No obstante, sostenía: “Sin poesía se puede vivir perfectamente, igual que se puede vivir sin música, pero si no escribiera a mi me faltaría algo”.

Con 92 años, y ahora que la vista no le permitía ni leer ni escribir, confesaba sentirse muy satisfecho de la vida que había llevado y de la felicidad que había cosechado junto a su esposa, Sagrario, con la que compartía ocho hijos, once nietos y cuatro biznietos.