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Rajoy congela su pretensión de cambiar el sistema de elección de alcaldes

Rajoy dice que un andaluz puede vivir con un corazón de catalán gracias al trasplante

Luz Sanchis

La pretensión del Gobierno y del PP de cambiar el sistema de elección de alcaldes para que sólo gobierne el del partido más votado se ha quedado en un cajón. Socialistas y conservadores han mantenido este jueves una reunión para abordar el paquete de medidas de regeneración democrática, pero la reforma electoral ha quedado aparte. El plan es separarla completamente de iniciativas como los dos proyectos de ley para controlar la actividad financiera de los partidos y los estatutos de los altos cargos y que puedan ser aprobadas antes de final de año.

De esta forma, los socialistas han logrado que en el PP den, por el momento, su brazo a torcer. Desde el partido del Gobierno ya no se insiste en que estén dispuestos a lograr una reforma electoral gracias a su mayoría absoluta y sin consenso con los socialistas. El hecho de que se hayan avenido a que se estudie en una futura mesa en la que estén presentes los partidos y fuera del Parlamento abona la teoría. Hasta ahora, el PP había defendido que la reforma electoral era una de las medidas que contribuirían a aumentar la calidad de la democracia y una reivindicación exigida por los ciudadanos.

Comida en Moncloa

A la reunión, que ha consistido en una comida en la Moncloa que se alargó casi dos horas y media, asistieron el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón; José Enrique Serrano, miembro de la Comisión Constitucional; el portavoz del PP en el Congreso, Alfonso Alonso, y su homólogo en el PSOE, Antonio Hernando. Según los dos últimos, el clima de negociación fue bueno y se comparte un cierto optimismo sobre llegar a acuerdos en materia de regeneración.

Si los conservadores convocan la mencionada mesa de partidos para hablar de la elección de alcaldes, la intención de los socialistas es acudir para decir que no, según explican. La respuesta ampliada consistirá en explicar que antes de las próximas elecciones municipales no hay nada que negociar. Caso de que el PP se empeñara en seguir adelante, toda la negociación saltaría por los aires.

En el ámbito del Parlamento, ambas formaciones se han mostrado de acuerdo en intentar sacar adelante cuantas más medidas mejor para ahondar en una mejora de la calidad democrática. Para ello, cuando hayan finalizado las rondas con todas los partidos, la idea es que se puedan sumar todas las medidas que hayan quedado fuera de los dos proyectos de ley en marcha y que pasen a formar parte de una proposición de ley que también se presentaría antes de diciembre.

Este ambiente de colaboración queda lejos del que presidió la reunión del pasado 19 de marzo. En aquella ocasión, socialistas y conservadores no llegaron a más acuerdos que el de ampliar el plazo para seguir escuchando las comparecencias de más expertos en la comisión constitucional del Congreso.

La corrupción del caso Bárcenas se convirtió en el escollo principal porque desde el PSOE se ponía como condición que Rajoy diera explicaciones sobre el caso ya que las ofrecidas el verano anterior en el Senado no se consideraron satisfactorias. Pero ahora, la corrupción no parece ser el mayor condicionante para un PSOE que ha renovado su dirección y que aspira a no ser visto sólo como un partido de oposición sino también con posibilidades de volver a gobernar.

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