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Volver al Capitolio

Volver al Capitolio

EFE

La Habana —

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Un andamio de enormes proporciones cubre desde hace semanas la imponente cúpula del Capitolio Nacional de Cuba, uno de los edificios más emblemáticos del país y actualmente en proceso de restauración para volver a convertirse en sede legislativa.

“Un día habrá que volver al Capitolio”: con esa frase el presidente de Cuba, Raúl Castro, desveló en febrero ante los diputados de la Asamblea Nacional la intención de trasladar el actual parlamento unicameral al edificio que albergó el Senado y Cámara de Representantes del país desde 1929 hasta el triunfo de la Revolución castrista en 1959.

Efe pudo constatar esta semana los trabajos que se llevan a cabo en el interior del monumental inmueble, cuya rehabilitación completa durará al menos cinco años y supondrá una inversión cercana a los 150 millones de pesos cubanos (unos seis millones de dólares), según fuentes de la Oficina del Historiador de La Habana, organismo encargado del proyecto.

Doscientos operarios trabajan en la restauración del Capitolio, centrada actualmente en el desmontaje y reparación de todas las cubiertas del edificio para impermeabilizarlas y resolver los problemas de filtración de agua.

Muy pronto comenzará la tarea en la cúpula, que se eleva más de 90 metros desde el nivel de la calle y que por su altura y diámetro es la sexta del mundo: de acuerdo a cronistas locales, en el momento de su construcción solo la superaban en su estilo la de San Pedro en Roma y la de San Pablo en Londres.

Tres meses se ha tardado en instalar el andamio que ahora la cubre, una compleja estructura metálica preparada para soportar vientos de hasta 150 kilómetros por hora y a prueba de rayos y tormentas.

Los cubanos, quienes presumen de que su Capitolio supera en altura al de Washington, podrán volver a ver la cúpula en todo su esplendor porque sus dovelas lucirán de nuevo planchas de oro como las que tenía en origen.

Inaugurado en 1929 durante la presidencia de Gerardo Machado, el Capitolio Nacional de Cuba ocupa 43.000 metros cuadrados de una céntrica zona de la capital cubana (entre su casco colonial y el populoso barrio de Centro Habana) y se considera una réplica casi exacta del estadounidense.

Dicen que construirlo costó 16 millones de dólares de la época y que se emplearon cinco millones de ladrillos, 150.000 bolsas de cemento, 3,5 millones de pies de madera, 38.000 metros cúbicos de arena y 3.500 toneladas de acero natural, junto a generosas cantidades de mármol, bronces y maderas nobles para sus escaleras, columnas, pórticos, mobiliario y lámparas.

El resultado fue un colosal edificio de clasicismo ecléctico, al que se accede, en su entrada principal, por una escalinata de granito de 55 peldaños flaqueada por dos conjuntos escultóricos del italiano Ángelo Zanelli.

De Zanelli es también la impresionante estatua “La República” ubicada en el magnífico Salón de los Pasos Perdidos: con casi 15 metros de alto y un peso de 30 toneladas es una de las esculturas más grandes bajo techado del mundo.

Tras triunfar en 1959 la revolución que lideró Fidel Castro, se disolvió el antiguo Congreso y el Capitolio pasó a albergar la Academia de Ciencias de Cuba y posteriormente el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.

Por su parte, la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba celebra sus sesiones (dos plenos al año) en el Palacio de Convenciones de La Habana, un edificio construido en 1979 y que suele acoger congresos internacionales de diferentes temáticas y otros eventos.

No se ha precisado exactamente cuándo se instalará la Asamblea en el Capitolio y es poco probable que pueda hacerlo este mismo año, aunque los técnicos de la Oficina del Historiador de La Habana tienen intención de ir habilitando espacios para algunas funciones parlamentarias.

Para la Oficina del Historiador, que ha llevado a cabo importantes remodelaciones en La Habana sobre todo en su casco antiguo, el del Capitolio es uno de los trabajos de restauración más importantes por la complejidad técnica derivada del gran tamaño del edificio y la profusión y riqueza de sus elementos ornamentales y decorativos.

“Es bueno que se le devuelva su uso original (...) El edificio es del pueblo cubano, más allá de lo que haya significado en un momento determinado”, comentó a Efe Kenia Díaz, responsable de Proyectos, Arquitectura y Urbanismo de la Oficina que dirige el historiador Eusebio Leal.

Soledad Álvarez

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