Deslizamiento de tierras en Vizcaya por lluvia arrastró 100.000 m3 de ladera

Un corrimiento de la ladera de un monte en Larrabetzu (Vizcaya) por las lluvias, que ha desplazado unos 100.000 metros cúbicos de suelo, equivalentes a cuatro campos de fútbol, mantiene cortada la carretera BI-3102, en la que un coche quedó atrapado pero sus tres ocupantes pudieron salir ilesos.

El diputado foral de Desarrollo Económico y Territorial de Vizcaya, Imanol Pradales, que ha visitado hoy la zona afectada en la carretera local que enlaza Larrabetzu con Morga y Mungia, ha señalado que la vía permanecerá cortada entre 3 y 4 meses.

Tres personas resultaron ilesas tras quedar atrapado el coche en el que circulaban por ese tramo cuando se produjo el desprendimiento, sobre las tres de la madrugada de ayer, al conseguir salir del vehículo por sus propios medios.

Pradales ha explicado que la acumulación de agua por las abundantes lluvias de este “duro” invierno ha sido la causa del desprendimiento, que comenzó en la ladera del monte unos 500 metros por encima de la carretera.

Esa primera rotura se fue desplazando y provocó una gran fisura cerca de la carretera que hizo caer sobre la calzada unos 100.000 metros cúbicos de tierra, “como la que cubre cuatro campos de fútbol”, ha comparado Pradales.

Un grupo de geólogos y topógrafos de la Diputación trabaja en la zona para analizar el alcance del derrumbe, que cubrió por completo unos cien metros lineales de la carretera.

Apoyados con drones para observar el alcance del desprendimiento, los técnicos de la Diputación trabajan en una cartografía de la zona afectada y harán catas en el terreno para comprobar cómo está la ladera.

El diputado foral espera que durante esta semana se lleve a cabo un análisis completo, con vistas a empezar la próxima semana a realizar actuaciones para estabilizar la ladera.

Pradales ha indicado que se deberá trabajar en la parte superior de la ladera, para ir desviando y drenando agua.

El diputado foral ha advertido de que es peligroso acercarse al lugar del desprendimiento, ya que la ladera “sigue moviéndose” y hay que actuar con cuidado hasta que se asiente.