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Escuelas que cambian el mundo

Escuelas que cambian el mundo

EFE

Madrid —

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El mundo nunca había cambiado tan rápido como ahora y hay escuelas en los cinco continentes que son capaces de transformarse para adaptarse a estos tiempos, encontrar soluciones innovadoras, creativas, concretas y reales para lograr el éxito de todo el alumnado en las zonas más deprimidas.

Desde los EEUU hasta Australia, pasando por Uruguay, Ghana, Dinamarca o la India, el psicólogo, orientador escolar y formador de profesorado Alfredo Hernando Calvo da la vuelta al mundo para contar las experiencias de 50 colegios de una veintena de países en el libro “Viaje a la Escuela del Siglo XXI” (Fundación Telefónica).

En España, se comentan los modelos de los colegios Padre Piquer, Santa María La Blanca (ambos de Madrid), Montserrat (Barcelona) y Escola Mare de Déu de Montserrat de Tarrasa (Barcelona).

“La innovación surge porque existe una necesidad y un desafío y un equipo de profesores que está dispuesto a cubrir esta necesidad”, explica a Efe el autor, quien ha conocido personalmente 35 de esos centros.

Muchas de estas escuelas nacen en “lindes del fracaso escolar” o donde los recursos son menores y, por tanto, surgen del “coraje” para compensarlo con prácticas pedagógicas alternativas.

Todas ellas son “escuelas21” y coinciden en una clave: toda la organización escolar (el recreo, los horarios, las mesas... todo lo que ocurre dentro del centro) se pone al servicio de las necesidades de aprendizaje de cada uno de los alumnos, fomentándose una actitud participativa de estos en el proceso educativo.

“Una escuela dedicada a la comprensión y a la creatividad, donde se aprende el lenguaje del pensamiento y el de las emociones”, dice Hernando.

No se trata de ser distintos por el simple hecho de serlo, pues todos estos colegios tienen un compromiso con sus alumnos para lograr lo mejor de cada uno. Es decir, no es un afán inicialmente por ser un centro de referencia, sino por el éxito escolar.

Porque innovar supone soluciones creativas con resultados de mejora concretos, precisa.

“Y el alma y el principal valor de calidad son los equipos de profesores: cada escuela puede llegar a ser tan buena y tener tanto éxito como la calidad del equipo de docentes y la implicación de las familias”, subraya como otro elemento fundamental.

Estos profesionales trabajan en equipo, intercambian experiencias e ideas que prueban, experimentan, observan los resultados y cambian para perfeccionar. “Son conscientes de que ese cambio constante es vital”, apunta Hernando.

Al planificar el viaje por estas escuelas, el objetivo no era sólo conocerlas, sino explicar lo que está funcionando muy bien en Sydney o Manchester y “traducirlo” en una guía para aplicarlo en otros colegios (www.escuela21.org).

Son escuelas públicas o concertadas que han demostrado, con los mismos recursos o menos que otras de su entorno, que se puede llegar a un fracaso escolar muy bajo en el plazo de cinco, diez o quince años, según los casos.

Su impacto social en el entorno es enorme, según Hernando, ya que un colegio público de la Alianza Educativa de Colombia puede tener un 10 por ciento de fracaso escolar en una zona de alta exclusión cuando otros de la zona llegan al 30 o 40 por ciento.

Son pioneras, las que antes abren brecha con modelos que ahora otros muchas están aprendiendo y reproduciendo.

Por ejemplo, el instituto High Tech High de San Diego (California, EEUU) fue uno de los primeros que empezaron a desarrollar el aprendizaje basado en proyectos, que ahora está “extendidísimo” por otros muchos lugares.

Todos sus alumnos superan los estudios secundarios postobligatorios; el 40 % de ellos pertenecen a las clases sociales más desfavorecidas de la zona.

Pero todas son escuelas “impresionantes”: las comunidades de aprendizaje personalizado, las de aprendizaje cooperativo, las del movimiento Design for change, las que despiertan el interés del alumno con juegos...

En otros casos, se echa mano del ingenio para facilitar la asistencia a clase, como en Bangladesh, donde las escuelas barco de la organización Shidhulai atienden a más de 88.000 alumnos.

Antes eran desconocidas en su barrio, pero ahora las escuelas innovadoras se han convertido en referente del vecindario, también en las redes sociales, pues todo lo interesante que hacen es visible en internet.

Jesús Lozano

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