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La laparoscopia logra que una mujer con una hernia gigante retome su vida normal

La laparoscopia logra que una mujer con una hernia gigante retome su vida normal

EFE

Madrid —

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Una operación a través de laparoscopia ha logrado hoy que una mujer que padecía una hernia de hiato gigante, y que le comprimía el corazón y los pulmones, pueda retomar su vida normal tras dos horas en el quirófano.

Conocido como “el padre de la laparoscopia” y que ha desarrollado a nivel mundial la cirugía digestiva mediante esta técnica, el doctor Carlos Ballesta ha sido el encargado de intervenir a María Vega, una jienense de 71 años que apenas podía respirar, comer y andar.

Ballesta ha realizado la operación en el Hospital Ruber Internacional de Madrid con el objetivo de evitar que María solo llevara una vida “de la cama al sillón y del sillón a la cama”, según ha afirmado la mujer a Efe poco antes de ser intervenida.

Por su lado, el doctor ha explicado que comenzó a aprender este tipo de cirugía, mucho menos invasiva que la operación en abierto, a partir de 1987, cuando “sólo la practicaban cuatro a nivel mundial”.

Hoy en día se realiza en casi todos los hospitales y los avances han permitido que ésta pueda llegar a paliar la diabetes tipo 2.

“La cirugía laparoscópica es un arte como la pintura o los toros; hay muy pocos expertos y se ha enseñado siempre de maestro a discípulo”, ha comentado el doctor en medio de la operación, en la que han participado cerca de una decena de profesionales.

La hernia gigante de hiato es una enfermedad poco frecuente: la paciente tiene un gran agujero en el diafragma de unos 15 centímetros de diámetro, por el que el estómago se introduce en el tórax y comprime tanto el corazón como parte de un pulmón, lo que dificulta la respiración y le provoca arritmias.

Poco antes de la intervención, María se ha mostrado un poco asustada, aunque “con la fuerza” que le dan las fotos de sus dos nietos en la mesilla de la habitación.

Después de casi un año con este problema, la jienense no podía respirar bien, le daban vértigos y se ahogaba rápidamente al andar.

Tampoco toleraba ciertos alimentos, como la leche, que le provocaba una “enorme acidez”, y cualquier pequeño bocado hacía que se llenara como si hubiera comido mucho. En definitiva, le “invalidaba” la vida, ha destacado Ballesta.

“El oxígeno no le llegaba a la sangre y la ingresaron. El cirujano puso pegas y el anestesista del hospital de Jaén nos dijo que las probabilidades que tenía tras una operación eran escasas: una de cinco, es decir, que íbamos al matadero”, ha manifestado Juan, su marido.

Para el doctor Ballesta, los otros médicos han sido “un poco exagerados” y, aunque no niega que ésta es una intervención “complicada y laboriosa” que requiere mucha experiencia, ha asegurado que esta operación no tiene esa tasa tan baja de éxito y para él se trata de “un reto muy bonito”.

Ya en quirófano, el doctor ha realizado cinco incisiones en el abdomen de la mujer, por las que han introducido los distintos instrumentos quirúrgicos y el laparoscopio, un fino tubo que emite imágenes del cuerpo de la paciente para permitir que el doctor vea los órganos internos en una pantalla grande.

El momento más delicado de la operación se ha producido al principio, cuando el cirujano empujaba el estómago a su sitio y liberaba los órganos, para lo que hay que conocer muy bien la anatomía y no perforar órganos vitales, como la vena aorta del corazón o la pleura de los pulmones.

Posteriormente, el experto ha cosido el “gran agujero” ocasionado por la hernia con varios puntos, al tiempo que sujetaba el estómago en su sitio.

Dos horas después de entrar en quirófano, un poco más de lo previsto porque “había más vísceras de lo que se pensaba”, el doctor Ballesta ha dado por finalizada la intervención y ha avisado a los familiares de que ha sido “un éxito”.

“Los síntomas son casi inmediatos, ésta es una operación muy agradecida. En cuanto despierte, respirará mucho mejor, no le dolerá el pecho y comerá bien”, ha concluido Ballesta.

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