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Una alien en la cumbre de la ONU en Sevilla
Yo no he ido a la ONU, la ONU ha venido a mí. Una fantasía realizada pues en mi última novela, Horizonte, me inventé que Sevilla acogía una cumbre Europa-África para inaugurar, al fin, la era de justicia Norte-Sur. Estaba extra motivada por acreditarme, ver qué se cocía entre mandatarios internacionales y contároslo. Os confieso que todo el tiempo me sentí como Sting en su tema Englishman in New York o Lorca en su Poeta en Nueva York: una alienígena.
Crucé controles y barreras en un hiperrefrigerado Palacio de Congresos sintiendo la responsabilidad de asomar yo la nariz adonde al activismo global le habían impedido tener el mismo espacio que sí le han concedido a los empresarios.
Lo sé porque mi prioridad, por encima de la cumbre oficial, ha sido cubrir el Foro Feminista, Foro Social y su manifestación conjunta donde he escuchando iluminadores testimonios de pakistaníes, nigerianos, colombianas… de diversas edades, perfiles y activismos, todos frustrados porque en la redacción del Compromiso de Sevilla y la cumbre oficial los hayan ignorado. Gente como la keniata Memory Kachambwa, directora de la mayor red feminista africana con 900 organizaciones y lúcida perspectiva.
Líderes haciendo de activistas
En la inauguración del plenario (entera aquí), el rey Felipe VI, el presidente Pedro Sánchez y el Secretario General de la ONU, António Guterres, parecían portavoces de esos foros ciudadanos. Todos coincidentes en que vivimos tiempos donde nos amenazan imposiciones autocráticas.
Sin citar a Trump ni el neofascismo global que lidera, pero evocándolo, clamaron contra su ataque al multilateralismo, contra su retirada de fondos para el desarrollo (que también perpetra el gobierno laborista británico), contra la violación de la ley internacional y los derechos humanos, contra su boicoteo al desarrollo sostenible colectivo, en especial del Sur Global.
“Debemos persistir en la diplomacia multilateral. No porque sea el camino más rápido o directo o neguemos sus fallas. Sino porque sabemos a dónde han conducido otros en la historia”, advirtió Felipe VI.
Sánchez y Guterres, concretando, hicieron suyas exigencias del activismo:
- Reformar la deuda que asfixia al Sur Global impidiéndole costear salud y educación con tal de pagar a los acreedores –como, pese a las protestas del 15M, nos impusieron a nosotros el veranos del 2011 con la reforma por PP y PSOE del art. 135 de la Constitución–.
- Cambiar la arquitectura financiera global, incluyendo más voces del Sur Global en las instituciones que deciden los préstamos (porque, ahora el Norte impone las condiciones de los créditos al Sur, algo tan injusto como el Mundial de Clubes donde los equipos del Norte, que fichan a los mejores futbolistas africanos y latinoamericanos, compiten con los del Sur pese a la total desigualdad).
- Establecer una fiscalidad progresiva internacional y erradicar los flujos ilícitos de capitales,
- Poner la ONU en el centro, aplicar la Declaración de Derechos Humanos, el feminismo y ecologismo, y parar el belicismo.
“Otro mundo es posible”, llegó a clamar Pedro Sánchez, recuperando aquel lema del Foro Social Mundial creado en Porto Alegre, Brasil, en 2001, en el primer mandato de Lula da Silva, frente al ultracapitalista de Davos, Suiza.
“No hay un Norte y un Sur, sólo una humanidad que necesita soluciones a desafíos comunes”, exhortó Sánchez, que llamó a las fronteras “cicatrices aleatorias de la historia” y dijo que ninguna “por blindada que esté, ni muro por más alto que sea pueden frenar el impacto de los desafíos”. Guterres, que exigió el alto el fuego de Israel en Gaza, subrayó el papel de España con este gobierno como “pilar del multilateralismo, desarrollo y paz”.
¿Es reemplazable hoy Pedro Sánchez?
¿Pensáis que son sólo palabras? Yo, allí, recibí con escepticismo ese compromiso español de dedicar el 0’7% a cooperación en 2030, tras décadas de pedirlo en vano, y tengo que ver que se concrete la Plataforma Sevilla, el aumento de fondos para vacunas en países en desarrollo, o la acogida en Madrid de las agencias ONU hoy hostigadas por los ultras. Pero, pese a todo, ¡menos mal que aún se defienden valores y principios humanistas en los foros del poder del mundo! ¡Y qué bien que quienes nos representan disidentan de la corriente imperialista y violenta!
Si Sánchez se va y adelanta elecciones, o incluso si dimite para que lo sustituya otra figura socialista, ¿su recambio se plantará con tanta determinación como él ante el creciente poder neofascista?
Quiero destacarlo justo ahora que a, partir de la gravísima corrupción en el PSOE, vía Koldo, Ábalos, Cerdán, sectores políticos, intelectuales y sociales (según encuestas) piden como solución que dimita Sánchez.
Yo, que no idolatro a nadie, que tanto he criticado y critico a Sánchez (cuya política migratoria desmiente sus bellas palabras sobre las fronteras), lo veo asumir postulados del activismo, sea por convicción o por supervivencia (su intervención entera aquí), y me pregunto: Si él se va y adelanta elecciones, o incluso si dimite para que lo sustituya otra figura socialista, ¿su recambio se plantará con tanta determinación como él ante el creciente poder neofascista? ¿Se negará a subir al 5% el gasto militar como él ha hecho?
FMI y BM, enemigos en casa
No digo yo que apoyarle a ciegas sea tampoco la respuesta. En la cumbre Sánchez echó la vista a 2015 y dijo que entonces aún se recordaba el sufrimiento de la Segunda Guerra Mundial y cómo la ONU y el multilateralismo eran la única opción de supervivencia digna, pero que en un abrir y cerrar de ojos eso se ha olvidado.
Yo estaba, en 2015, allí donde todo empezó, en las playas de Lesbos (Grecia) a las que llegaban huidos de la guerra Siria, Afganistán, Irak… a quienes la UE metió en campos de concentración o echó a Turquía o dejó que se hundieran en el Egeo. El fascismo ha crecido y entrado en nuestros parlamentos y gobiernos porque la comunidad internacional pisoteó los derechos humanos, haciéndolos papel mojado. Recordémoslo para cambiarlo.
Salvar el multilateralismo y la democracia pasa por frenar a sus enemigos internos: Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional que en esta cumbre han defendido con descaro que el capital va a lucrarse del Sur Global.
Pero cuidado que, además, el multilateralismo tiene sus enemigos dentro y descarados. ¿Pues no que Nigel Clarck, subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), dijo que “para desarrollarse los países tienen que subir impuestos”, evitando apuntar a los ricos –en línea con la presidenta de la Comisión UE, Von der Leyen–? Eso me recordó a la pakistaní que el día antes me narró, llorando, que a la gente humilde de su país “nos crujen a impuestos para pagar la deuda y los estamos pagando con nuestra sangre”.
El presidente del Banco Mundial (BM), Ajay Banga, aún fue más claro cuando abogó por “bajar las barreras al capital” para que “inversores privados entren a financiar a los países en desarrollo” (sus carreteras, hospitales, escuelas, agricultura…), advirtiendo que, por su experiencia de 40 años en el sector privado, sabe que estos inversores “no financian buenas ideas, sino oportunidades donde hay probabilidad de retorno”. O sea beneficio.
Cinco cuestiones chocantes
Para acabar quiero compartir una batería de asuntos reveladores:
Primero, lo chocante que resulta a una profana que los acuerdos lleguen a estas cumbres 100% cerrados –el Compromiso de Sevilla por unanimidad, salvo de EEUU– y los puntos se aprueben por aclamación del plenario como en una reunión de vecinos desganados.
Segundo, que el supuesto apoyo en la Cumbre a la igualdad de género cae como un castillo de naipes cuando de los nueve intervinientes en la sesión inaugural, sólo hay una mujer, la penúltima, la directora general de la Organización Mundial de Comercio, Ngozi Okonjo-Iweala. A ver si iniciativas como GWL Voices logran que una mujer sea la próxima Secretaria General de la ONU y desmontamos esta pata del machismo estructural.
Tercero, que es indignante que el sistema de la rueda de prensa de Sánchez y Guterres fuera, en teoría, de mano alzada en igualdad de condiciones pero luego sólo se diera la palabra a cuatro periodistas, todos hombres, a quienes Sánchez conocía por su cara, nombre y medio, todos “paracaidistas” de Madrid donde trabajan en medios nacionales o internacionales. Algo que propongo paremos, a través de las asociaciones de prensa.
No sólo por respeto a la solvencia demostrada en la periferia de España, sino porque por nuestra lejanía del poder estamos más libres de ciertas inercias y podemos hacer preguntas incómodas como: ¿Van a abrir un espacio, los días de la cumbre oficial, para atender a la solicitud del Foro Social y Foro Feminista de presentar aquí las demandas de la sociedad civil en pie de igualdad con las del sector empresarial?
Es una tomadura de pelo tanto la escasez de mujeres líderes al frente de la Cumbre ONU para Financiación al Desarrollo como la asistencia a la cita de la infanta Cristina que cobra una millonada de la Fundación Aga Khan para, en teoría, combatir la pobreza.
Cuarto, que flipé y sigo flipando, por la presencia en los asientos para prensa, en el plenario, junto a los auriculares para las traducciones, de unos estuches con tapones para los oídos rotulados con el lema “Made by the UK to tune out the global South” (Hecho en Reino Unido para acallar al Sur Global): no sé si son una performance de denuncia de los países en desarrollo o el colmo del desprecio hacia ellos.
Quinto y guinda del pastel: cuando salía me topé con la infanta Cristina que entraba desenvuelta hasta que el controlador le pidió la acreditación. ¿Qué pintaba ahí –me pregunté– la hija del emérito huido a Emiratos, la que era la mujer de Urdangarin cuando fue condenado por malversación, prevaricación, fraude a la Administración, dos delitos fiscales y tráfico de influencias? Pues como, al parecer, ha revelado Pilar Eyre, Cristina de Borbón y Grecia gana 33.000 euros al mes, 400.000 euros al año, de la Fundación Aga Khan, por su trabajo en proyectos de cooperación internacional en países en desarrollo. ¡Qué tomadura de pelo! Claramente, la alien fuera de lugar era ella y no yo.