El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.
¿Es posible envejecer saludablemente?
A nuestro alrededor crecen los reclamos publicitarios para que retrasemos o impidamos el envejecimiento. Se habla también de terapias antienvejecimiento como si éste pudiera ser evitado mediante un determinado tratamiento farmacológico, clínico o nutricional. Pero no es así, el envejecimiento es un proceso inexorable que se desarrolla lenta y paulatinamente deteriorando la funcionalidad de nuestras células, tejidos y órganos y, hasta la fecha, no se ha encontrado ningún gen, ninguna proteína o ningún factor que podamos modificar o modular y que evite este pausado pero incesante proceso.
La cuestión, por tanto, se debe plantear de una diferente manera. ¿Podemos enlentecer la aparición de las características más dramáticas del envejecimiento que afectan severamente a la salud? ¿Podemos envejecer de una manera más sana? En este caso, la respuesta es sí. Pero para poder contestar con mayores argumentos primero debemos entender qué ocurre durante el proceso de envejecimiento.
Nuestras células se comportan como cualquier otro sistema complejo de mecanismos que dependen unos de otros. El fallo en el funcionamiento de un proceso afecta severamente a la actividad de otros muchos llevando finalmente al colapso del sistema. En algunos casos, estos errores conducen a un comportamiento anormal de las células que las lleva a perder cualquier relación con las que las rodea y a un afán perpetuo de alimentación y crecimiento conocido como cáncer. En otros muchos casos, la célula simplemente pierde su funcionalidad y va aminorando sus actividades hasta que muere en lo que conocemos como senescencia.
Pero, ¿por qué se producen estos errores? Las actividades celulares no están exentas de errores que producen daños en las moléculas que forman nuestras células. Prácticamente todas las moléculas como lípidos, proteínas, ácidos nucleicos, azúcares, sufren daños, siendo el oxidativo el más significativo. Cuando somos jóvenes, los mecanismos antioxidantes naturales de las células acompañados por sistemas de eliminación y renovación de lo dañado son muy efectivos y evitan que el daño se acumule. Pero conforme vamos acumulando años en nuestro DNI, esos sistemas van fallando y el daño se va acumulando. Por simplificar, nuestras células van envejeciendo porque no pueden cumplir sus funciones de manera eficaz al ir acumulando basura molecular dentro de ellas y a su alrededor.
Un organismo en estado activo
¿Qué podemos hacer entonces? Básicamente mantener al organismo en un estado activo. En los últimos años se ha demostrado que estresar moderadamente al organismo le induce una respuesta encaminada a defenderse de ese estrés. Es decir, las células se hacen más fuertes si son estimuladas de manera moderada que no induzca un daño extremo. Y, ¿cómo podemos estresarlas? Hasta el momento hemos encontrado varios mecanismos basados en la nutrición y en el ejercicio físico. Los nutrientes procedentes de vegetales frescos y de sus productos como el vino (el famoso resveratrol) contienen pequeñas cantidades de sustancias que estimulan los mecanismos antioxidantes naturales de las células así como los mecanismos de reparación celular. Al parecer, estas sustancias inducen pequeños daños o afectan a los mismos procesos que estimulan estos sistemas protectores.
De igual forma, la restricción calórica, es decir, el alimentarse con menos calorías sin llegar a una malnutrición, produce que las células compensen esta falta de nutrientes con un aumento de la efectividad a la hora de utilizarlos y una menos producción de estrés oxidativo. Y, finalmente, el ejercicio físico moderado también produce un efecto general en todo el organismo aumentando la protección frente al daño oxidativo a la vez que aumenta la efectividad para la producción de energía y su utilización.
Es decir, que básicamente manteniendo una dieta equilibrada, con abundancia de nutrientes bajos en calorías especialmente de origen vegetal y frescos y practicando ejercicio físico de manera moderada estamos manteniendo nuestras células, tejidos y órganos en un estado de revista general de manera que están más protegidos frente a un estrés mayor como puede ser una infección o un trauma, a la vez que evitan que se acumule el daño molecular producido por su actividad habitual.
No podemos evitar envejecer pero sí que podemos mejorar nuestra calidad de vida, nuestra independencia y nuestras habilidades motoras, sociales y cognitivas simplemente manteniendo unos hábitos de vida sanos, equilibrados y activos. Los reclamos publicitarios antienvejecimiento llaman mucho la atención en el sentido de que permiten pensar que una pastilla o una bebida pueden evitar que envejezcamos manteniendo unos hábitos de vida sedentarios y de alto consumo de calorías. Estos sustitutivos pueden ser útiles cuando no podamos hacer otra cosa, pero como dice el refrán, “quien algo quiere, algo le cuesta”, y si queremos mantenernos jóvenes y sentirnos jóvenes durante el mayor tiempo posible debemos evitar la pereza y darle un poco de vidilla a nuestro cuerpo. Nos lo agradecerá.
La actividad física
Hemos realizado un estudio sobre el efecto del ejercicio sobre parámetros bioquímicos relacionados con la prevención de la oxidación del colesterol en sangre. Personas de ambos géneros y de edades comprendidas entre los 19 y 25 años para el grupo de personas jóvenes o alrededor de los 68 años para las personas mayores han intervenido voluntariamente en este estudio. Los voluntarios jóvenes fueron reclutados de entre los estudiantes de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla mientras que las personas mayores fueron reclutadas de diferentes centros de mayores de Dos Hermanas y Sevilla capital.
El estudio consistió en establecer la actividad física habitual semanal de estas personas y relacionarlo con parámetros bioquímicos en sangre que afectan a la salud general tales como colesterol y triglicéridos. Igualmente procedimos a determinar el efecto del ejercicio físico sobre parámetros antioxidantes en la sangre relacionados con la prevención de la oxidación de las lipoproteínas de alta (HDL) y baja densidad (LDL), es decir, el colesterol, en la sangre. El coenzima Q10 es uno de los factores principales en la defensa antioxidante del colesterol en plasma, tanto del HDL como del LDL y, especialmente en el caso del LDL, en la prevención de problemas cardiovasculares asociados al desarrollo de la aterosclerosis.
En primer lugar, hemos encontrado que las personas responden de manera diferente a los niveles de coenzima Q10 y al daño oxidativo en el plasma sanguíneo dependiendo de su edad. Mientras que los jóvenes que mantienen una alta actividad física presentan un menor daño oxidativo medido como oxidación del colesterol en la sangre pero con un menor nivel de coenzima Q10 en ella, las personas mayores sufren el proceso al contrario, es decir, sus niveles de coenzima Q10 en la sangre suben cuando mantienen una mayor actividad física y así mantienen un menor nivel de oxidación en el colesterol LDL.
En segundo lugar, hemos establecido que la práctica de la actividad física en las personas mayores previene el daño oxidativo manteniendo altos niveles de coenzima Q en su sangre, similares a los de las personas jóvenes. Así, en personas mayores sedentarias, los niveles de coenzima Q10 fueron del orden de la mitad respecto de los niveles alcanzados por las personas mayores que mantenían una mayor actividad física. Este hecho provoca que la cantidad de coenzima Q10 disponible para ser utilizado en la prevención del daño oxidativo sea mayor en las personas mayores que mantienen una alta actividad física y, por tanto, presenten una mayor protección antioxidante.
Respuesta fisiológica diferente
De hecho, obtuvimos una relación inversa respecto al daño oxidativo, es decir, mayores niveles de coenzima Q10 en la sangre de estas personas estuvieron relacionados con menores niveles de oxidación de lípidos y, en especial, de LDL. Así, mientras que la oxidación de estas partículas aumenta con la edad, las personas mayores que mantienen una alta actividad física mantienen niveles de oxidación similares a los encontrados en personas de edades comprendidas entre los 18 y los 25 años.
De acuerdo con estos resultados podemos decir que la respuesta fisiológica de los individuos depende de su edad y este estudio indica que es importante centrar los trabajos en el grupo de edad al que va dirigido, en este caso las personas mayores, ya que cabe la posibilidad de que la respuesta fisiológica sea diferente dependiendo de la edad de los individuos como es en este caso.
Nuestro estudio demuestra que el mantener una moderada o alta actividad física a edades avanzadas influye de una manera muy positiva en la prevención de los problemas cardiovasculares, no solo a nivel vascular como se ha demostrado en otros estudios, sino también en la regulación de los sistemas antioxidantes que influyen en el progreso de la aterosclerosis. Nuestro estudio incide en la importancia que el coenzima Q10 tiene para prevenir la oxidación del colesterol en la sangre y que los niveles de este importante lípido pueden ser regulados mediante hábitos de vida activos de manera que un estilo de vida sedentario está afectando per se de una manera muy negativa a la capacidad antioxidante natural en la sangre y provocando una mayor oxidación del colesterol en la sangre.
Por tanto, la adquisición de hábitos de vida más activos influirá muy positivamente en los mecanismos propios del cuerpo para prevenir el daño oxidativo en el colesterol. Este estudio aporta una pieza más para incidir en la importancia que terapias preventivas basadas en la adquisición de hábitos de vida más saludables relacionados con la nutrición y la actividad física tienen en la prevención y tratamiento de enfermedades que afectan a grandes grupos de población y en especial a personas mayores como son, en este caso, los factores que influyen en la aterosclerosis.
Sobre este blog
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.