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El talento no se retira nunca: “No somos viejos, solo menos jóvenes”

Autores andaluces homenajeados por la SGAE

Alejandro Luque

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Los años pasan, pero el talento no se jubila. Y a juzgar por el buen aspecto de algunos artistas veteranos, hasta ayuda a conservarse mejor. Lo pudieron comprobar quienes asistieron este lunes al Cartuja Center CITE de Sevilla, sede andaluza de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), en el acto de homenaje que dicha institución dedicó a una decena de socios con 50 años de militancia, y que tuvo sus correspondientes réplicas en las sedes de Madrid, Barcelona, Valencia.

A todo ellos les fue entregada la Llave de la Casa de los Autores, un galardón simbólico que fue entregado por Marta Beca y Antonio Onetti, secretaria general y presidente de SGAE, respectivamente. Los receptores de la Llave fueron los músicos José Albero, gran referente en las marchas procesionales; el autor flamenco Antonio Fernández 'Fosforito'; el autor y comunicador Antonio García Barbeito; Rodrigo García Blanca, autor de Señora azul o Solo pienso en ti; Manuel Gerena, máximo exponente del flamenco protesta; Fermín Hache, de Los HH, Los Colorines); Antonio Rodríguez Ferrera, autor de sevillanas como Sueña la margarita; y el prolífico escritor y dramaturgo Antonio Gala, cuyo premio recogió el gerente de la Fundación homónima, José María Gala.

Junto a Gala, estuvieron ausentes otros nombres fundamentales de la creación artística andaluza que también formaban parte de la nómina de galardonados: Maryní Callejo, figura clave en el pop-rock de los '60, descubridora de Los Brincos o Fórmula V, asesora musical de Mari Trini o Marisol; el compositor Vicente Sanchís, director musical muy ligado a la banda sonora del universo de La Cuadra, de Távora, o películas como Yerma; y el asesor, autor y productor Ricardo Pachón, autor de La leyenda del tiempo y de discos memorables de Lole y Manuel, entre otros históricos trabajos.

Música curativa

Fosforito, leyenda viva del cante jondo, el último testigo de un tiempo irrepetible, aprovechó la ocasión para defender su territorio. “El flamenco, como ustedes saben, es un sentimiento, es un arte, es una música cálida que nos pellizca el alma. Decía María Zambrano que la música es la más pura de las artes y la más bella de las ciencias del alma. Chapó para doña María, porque no se puede decir mejor. También la música del flamenco es curativa, medicina del alma que serena nuestro espíritu y nos humaniza”.

Sin salir del terreno flamenco, Manuel Gerena, que se acabó arrancando por martinetes, aseguró que a pesar de los muchos años de escenarios a sus espaldas, sigue haciendo 150.000 kilómetros al volante cada año para seguir en la brecha. “Me alegro mucho de que la Sociedad General de Autores y Editores haga estos gentiles regalos a personas que dan su vida a través de su creación, a diario, escribiendo y componiendo para los demás”, comentó el cantaor.

“Empecé de joven a escribir letrillas, aunque de niños no sabíamos leer ni escribir en mi pueblo, La Puebla de Cazalla. A lo sumo, aprendimos algo leyendo tebeos. Cuando me vine a Sevilla capital y empecé a trabajar como electricista, tuve la suerte de que cayera un libro de mi maestro Miguel Hernández. Vi en él lo que yo había pasado de niño y mi lucha contra la dictadura”, aseveró Gerena. A sus 77 años, no obstante, apostilló que “la voz hay que tenerla siempre despierta”.

La camisa del debut

La sensación general, en efecto, es de que estos célebres nombres mantienen una absoluta lucidez y, en algunos casos, hasta una envidiable vitalidad, que los conecta con los tiempos lejanos en los que hicieron sus primeros pinitos. Así, Fermín Hache aseguró que aún conserva la camisa con la que debutó en 1962, “vengo con ella puesta, la he tenido muy cuidadita en el ropero”, añadió, y recordó que en sus inicios la gente creía que su versión de Unchained Melody era de cosecha propia, pues la interpretaban antes de que se popularizara en España. Y acabó subrayando que “no somos más viejos, simplemente menos jóvenes”.

García Barbeito agradeció el premio, “una llave para seguir abriendo la capacidad de creación, y una rosa para colocar en la mesa de trabajo”, y a renglón seguido felicitó a sus compañeros porque “miren, cuando yo tenía 20 años y escribí mis primeros versitos, alguien me dijo que fuera y me inscribiera en la Sgae, que entonces -creo recordar- estaba en la calle Zaragoza… Nunca pude imaginar que estaría en el mismo acto con estas personalidades”.  

Para Rodrigo García Blanca, la celebración de la Sgae “tiene un componente sentimental además del artístico, que merece todo nuestro respeto: siempre me he sentido honrado de pertenecer a esta sociedad, cuyo propósito es la defensa de las personas que hemos tenido la suerte, casi la bendición, de dedicarnos a las artes y nos consideramos creadores”.

La secretaria general de SGAE agradeció a todos los presentes sus “creaciones, por las que hemos podido mejorar, aprender y llegar a convertirnos en una entidad centenaria que en junio cumplirá 124 años”. Antonio Onetti también se sumó a este reconocimiento, “no ya como presidente, sino, sobre todo, como persona que ha visto construir nuestra memoria emocional, jalonada en todas las épocas de esas obras, canciones, músicas y piezas de teatro o películas, que nos han hecho más felices. Sin duda, sabemos que la mayor aspiración del ser humano es la felicidad y, la cultura, el arte, logra este sentimiento y, también, nos hace mejores personas. Así que sólo puedo agradecer esos instantes de felicidad que he disfrutado gracias a vuestro talento y a vuestras obras”.

Una pionera

elDiario.es Andalucía se puso en contacto con Maryní Callejo, la única mujer entre los galardonados. A sus 78 años, esta madrileña afincada en Málaga recuerda el tiempo en el que no había ninguna fémina en el sector de la producción, al tiempo que subraya que “nunca he tenido ningún problema por estar rodeada de hombres, todo lo contrario. Los músicos estaban también encantados de trabajar conmigo”.

Formada en la música clásica, hizo los 29 años de carrera de Conservatorio en 14, le concedieron becas para Italia y Alemania, pero cuando enfermó su padre renunció a todo por quedarse con él. “Y empezó esto del pop, casi como una broma”, ríe. De Los Brincos a Concha Velasco o Mari Trini, pasando por Rocío Dúrcal, de quien fue directora musical, pianista y arreglista, atesora miles de anécdotas, “pero cada vez que me piden que escriba mis memorias digo ‘qué miedo, ya las haremos’. Todos aquellos artistas me acogieron como si fuera de la familia. Massiel, a quien descubrí, me hizo madrina de su hijo”.

Ahora, dice, la llaman de las televisiones para que cuente chismes. “A la vejez, viruelas”, sonríe. “Si no me he dado bombo cuando estaba en ejercicio, ahora menos. Nunca me ha gustado figurar. He trabajado como una mula, pero para que brillara el artista”.    

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