La ausencia de los guerrilleros antifranquistas en la memoria colectiva

Candela Canales

Acumuer (Huesca) —

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Manuel es el protagonista de la última novela de Fernando Ezquerra, La balada de las tres ausencias. A sus 15 años se encuentra con una partida de guerrilleros antifranquistas en la sierra de Santo Domingo de Silos, en la provincia de Zaragoza, a mediados de los años 40. Manuel no es el padre de Fernando, o sí: “Lo he creado como personaje literario, pero es evidente que detrás está su historia y anécdotas explicadas por mi padre”.

A través de los recuerdos de su padre, el autor ha construido la historia de este joven que se encuentra con unos maquis que necesitaban su ayuda para atravesar la Sierra. La partida de guerrilleros que se encontró Manuel bien podría ser alguna de las que se adentraron en las sierras aragonesas “esperando levantamientos populares en Huesca y Zaragoza”, tal y como recoge Luis Pérez en su libro Cuando los maquis.

Fue en 1944 cuando aparecieron los primeros maquis en Aragón, con el comienzo de la retirada de las tropas alemanas nazis, muchos volvieron a España con la esperanza de acabar con el régimen franquista: “Los maquis perdieron la guerra, pero no la esperanza de volver a su tierra en libertad. Lucharon contra la Alemania nazi en suelo francés, fueron los primeros en entrar a París y los últimos guerrilleros europeos. Crecidos por el triunfo, creyeron que obligarían a Franco a rendirse con la ayuda política internacional” explicaba Manuel Benito Moliner, divulgador de la cultura e historia de Aragón.

Se elabora de esta manera el relato formado por el protagonista, Manuel; por los guerrilleros, algunos de ellos con nombres y apellidos, y otros como completos desconocidos; y por Ana, el personaje femenino formado a partir de varias mujeres que recordaba el padre de Ezquerra.

Gracias a Ana aparece la esperanza, “en una época histórica tan dura el único recurso narrativo que yo encontraba para hablar de la esperanza fue el amor”. La esperanza en medio de un entorno tan “triste” como era el Aragón de entonces: “En evidente que una guerra como esta, una Guerra Civil, acabo dando problemas en las relaciones entre familias, vecinos y amigos. Cada uno lo vivía de una manera. Entre los que perdieron la guerra encontramos a estos guerrilleros, que huyeron sabiendo que no regresarían jamás a sus poblaciones de origen, es muy triste saber que no puedes entrar al pueblo donde tu naciste porque los primeros que tendrán problemas son tu familia o tus amigos”.

Este libro se ha construido gracias a los relatos orales que el autor ha escuchado durante años, “tomando como punto de partida algunos hechos reales que se conservaron por fuentes orales, he querido hacer una novela que apela al mundo de los recuerdos que nos traspasan los abuelos, los padres o los vecinos de lo que paso en aquella época y a partir de los recuerdos y la imaginación he creado la novela, que es ficción. Podría haber hecho una investigación histórica, pero pensé que, a través de una novela llegaría a más personas, que nadie vaya a buscar un tratado de historia porque no lo es”.

Las tres ausencias

La novela gira en torno a tres ausencias o pérdidas “que en algún momento de nuestra vida todos hemos vivido”: “La primera es la del que pierde la familia, uno de los protagonistas de muy joven pierde la familia y se queda solo y desestructurado, esa ausencia es muy dura de llevar. La segunda ausencia tiene que ver con el amor, que pasa con aquellos amores perdidos, te encuentras con una persona y no sabes si hubiese sido la definitiva o no. Y la tercera ausencia la protagonizan personas que cambian tu manera de entender la vida y luego tiene que alejarse, lo que le ocurre a Manuel con el grupo de guerrilleros, le hacen ver una realidad nueva y tienen que separar sus caminos”.

Fernando Ezquerra quiere que se recuerde a estos últimos, esas personas que “tuvieron que abandonarlo todo, incluso su familia, por tener unas determinadas ideas” y pretende que su recuerdo sirva para evitar que esto vuelva a suceder: “Lo que quiero es que a través de esta novela la gente tenga memoria de lo que sucedió. A mí no me gustaría que volviesen a pasar, yo me considero una persona afortunada por formar parte de una de las generaciones que en Europa hemos vivido en paz, y esto no se puede decir siempre”.