De Periferias a Extrarradios y Spin: dos herencias opuestas de un mismo vacío cultural en Huesca

Miguel Barluenga

15 de octubre de 2025 23:01 h

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El mapa cultural del Alto Aragón se partió en dos el día que el Ayuntamiento de Huesca decidió suprimir el festival Periferias, una cita que durante más de dos décadas había sido un referente nacional de la experimentación artística y el pensamiento contemporáneo. Lo hizo el PP, a instancias de Vox, que condicionó su apoyo al presupuesto municipal de 2024 a la eliminación de un evento al que había tachado de “nido de culturetas progres subvencionados”. De sus cenizas han brotado dos propuestas antagónicas: Extrarradios, auspiciado por el Ministerio de Cultura y los ayuntamientos socialistas de Ayerbe y Almudévar, y Spin, la apuesta del consistorio oscense por mantener viva -aunque en versión domesticada- la marca cultural del otoño.

Ambos festivales comparten origen, presupuesto similar y calendario próximo, pero representan visiones del mundo opuestas. Mientras Extrarradios reivindica la cultura como derecho y territorio de disidencia, Spin se presenta como un producto de entretenimiento ciudadano, pensado para todos los públicos y libre de aristas ideológicas.

El festival Extrarradios se celebrará este año entre el 31 de octubre y el 9 de noviembre, repartido entre Ayerbe y Almudévar, dos municipios de apenas unos miles de habitantes que se convierten por unos días en epicentro de la creación contemporánea. Bajo la dirección de Luis Lles, programador histórico de Periferias, la cita reivindica el retorno de la cultura a los márgenes y la posibilidad de que el mundo rural sea algo más que un decorado melancólico.

El cartel de esta segunda edición, obra del ilustrador Bernardo Vergara, condensa el espíritu del festival: un alienígena con boina se saluda con una anciana con gorra moderna. “Los usos tradicionales y las nuevas ruralidades se reconocen y se saludan”, resume el autor. En esa imagen se sintetiza el propósito de Extrarradios: mirar al campo no como un lugar atrasado ni como un refugio bucólico, sino como un espacio en transformación donde conviven quienes se quedaron, quienes vuelven y quienes llegan buscando sentido.

El programa traduce esa tensión en una mezcla de música, artes escénicas, cine, cómic y debate. En los conciertos destacan Las Sanguijuelas del Guadiana, tres amigos que regresaron a su “Siberia extremeña” natal y convirtieron la experiencia del retorno en un fenómeno musical, o propuestas como Trucs, que explora la musicalidad de los cencerros pirenaicos. La C.O.S.A., una caravana-estudio de grabación que recogerá sonidos y voces de los vecinos para incorporarlos al concierto, materializa la idea de cultura como proceso compartido.

Extrarradios también proyectará películas como Lo que queda de ti, de Gala Gracia, sobre una joven que regresa de Nueva York a un pueblo del Pirineo, o el documental Habitar la nada, centrado en los pueblos de colonización. El cómic Barbecho, del turolense David Sancho, y la fábula teatral de Los Titiriteros de Binéfar sobre el último habitante de una aldea completan un retrato poliédrico de la llamada España vaciada.

Las mesas redondas sobre “Cultura y nuevas ruralidades” o “Cruces y colonos” servirán de foro para reflexionar sobre la despoblación y las tensiones entre los habitantes de los pueblos y quienes llegan desde la ciudad. En ese sentido, Extrarradios no se limita a llevar espectáculos a lo rural: hace del propio territorio su tema central.

El festival cuenta con un presupuesto de 96.000 euros, de los que el 70% procede del Ministerio de Cultura. El resto lo aportan los consistorios anfitriones y la taquilla. En su primera edición, en 2024, reunió a 4.000 asistentes. “Queríamos ofrecer derechos culturales a todos y lo hemos conseguido”, afirmó Lles. Para los alcaldes Antonio Biescas (Ayerbe) y Sofía Avellanas (Almudévar), el proyecto demuestra que los pequeños municipios pueden ser agentes culturales, no solo receptores de políticas de compensación.

El ministro Ernest Urtasun lo definió como “un gran encuentro por la libertad y contra la censura”. No es un gesto retórico: Extrarradios nació, explícitamente, como respuesta política a la cancelación de Periferias. Y en su espíritu late la convicción de que la cultura puede -y debe- ser incómoda.

Cultura sin conflicto

A 35 kilómetros de Ayerbe, la capital oscense presentaba casi al mismo tiempo su propio heredero del vacío: el Spin Festival, que se celebrará del 23 al 26 de octubre. Bajo la marca de la “cultura para todos”, el Ayuntamiento de Huesca busca convertirlo en un evento de masas, con 15.000 asistentes en su anterior edición y una programación “abierta a todas las generaciones”.

El cartel de este año, Lady Spin, diseñado por los hermanos Fratelli Moca, apuesta por el brillo digital y el movimiento óptico, con una estética que la concejala de Cultura, Sonia Latre, definió como “fresca, juvenil y moderna”. La descripción parece deliberadamente alejada de cualquier carga ideológica: el festival se concibe como un escaparate “de convivencia y dinamismo”, en palabras de la alcaldesa Lorena Orduna, que subraya su vocación de “espacio compartido”.

Con un presupuesto de 142.000 euros, financiado en su mayoría por el consistorio y la Diputación -ambos gobernados por el PP-, en el apartado musical, el festival contará con dos noches de conciertos que se celebrarán en la plaza General Alsina, un nuevo escenario con el que se pretende reforzar la presencia del Spin Festival en el espacio urbano y en la vida cultural del centro histórico de la ciudad. El viernes 24 de octubre contará con las actuaciones de la artista local Lassi 0 y de Las Ninyas del Corro, uno de los dúos más potentes de la escena hip hop actual.

Al día siguiente será el turno para los oscenses Dedito Finger y para Los Punsetes, banda de referencia del indie nacional. Entre las actividades programadas destacan el evento gamer los días 25 y 26; un vermú musical; un tardeo; dos pasacalles; una instalación fija; los mencionados conciertos y una programación de artes escénicas abierta a diferentes públicos.

Periferias había logrado articular durante 23 años una red de pensamiento y experimentación que situaba a la ciudad en el mapa cultural español. Su cancelación, por exigencia de Vox, no solo supuso un golpe simbólico, sino que evidenció hasta qué punto la cultura puede ser campo de batalla ideológica.