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Francisco Franco Martínez-Bordiú, juzgado en Teruel por atentado a la autoridad

Elisa Alegre Saura

Teruel —

La duda es si la noche del 30 de abril de 2012 Francisco Franco Martínez-Bordiú viajaba en un vehículo pick up que embistió a una patrulla de la Guardia Civil en la localidad turolense de Calamocha, o estaba en Madrid. Si el juez considera probado finalmente que estaba allí, será culpable de varios delitos contra la seguridad vial y de atentado a la autoridad, porque el vehículo implicado acabó golpeando al de la patrulla de la Guardia Civil para poder escapar cuando los agentes les dieron el alto.

Franco ha alegado desde el principio que él ese día estaba en la capital de España, algo que avala con testigos, y que el vehículo implicado se lo había prestado a un extrabajador rumano.

Pero ese extrabajador, en paradero desconocido hasta hace poco, acaba de declarar que no lo conducía él porque por esa época no estaba ni siquiera en España, sino ya viviendo en su Rumanía natal.

Matius Olteanu, que trabajó para una empresa de la familia Franco hasta 2009, dijo que él no viajaba en el coche. Además, explica Carlos Muñoz, abogado del agente personado en el caso, anunció que su sobrino, Silviu Rosca, declarará ahora lo mismo que él, contradiciendo su primera versión que situaba a su tío conduciendo el vehículo esa noche.

Esta nueva declaración, que se producirá el próximo 18 de febrero, busca aclarar estos testimonios contradictorios, claves para situar a Franco en las pistas forestales aquella noche.

Cazadores furtivos

El 20 de marzo de 2014, el juzgado de la pequeña localidad de Calamocha se revolucionaba con la presencia de periodistas que se afanaban en obtener alguna declaración de Francis Franco cuando entraba sonriente para comparecer ante el juez: “No es día de declararse nada”, decía escuetamente.

Tras dos años de investigación, el juez le preguntaba aquel día por lo que pasó la madrugada del 30 de abril de 2012 en la pista de Collados, en el término de Calamocha. Aquella noche, una patrulla de la Guardia Civil detectó la presencia de un vehículo que viajaba con las luces apagadas, tal y como acostumbran a hacer los cazadores furtivos, y se dispusieron a seguirles por las pistas en lo que acabó siendo una persecución.

Cuando los agentes dieron el alto al vehículo, éste embistió al coche patrulla para poder escapar y fruto de ese golpe, uno de los agentes habría resultado herido.

A Franco se le relaciona con el caso por la declaración del propio agente, que creyó reconocerlo en la noche, aunque no con toda seguridad, recuerda Muñoz, y de otro testigo que acudió al día siguiente a socorrerlos.

También el rastreo de móviles sitúa a Franco en la zona ese día, según las investigaciones, y el coche implicado está a nombre de una empresa de la familia de Franco. Pero su defensa se basa en poner en duda los testimonios de los testigos y presentar a otros que avalan que él estaba a cientos de kilómetros esa noche. El juez de Calamocha decidirá.

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