Científicos plantean que el polvo sahariano en el Pirineo favorece las crecidas del Ebro

El pasado mes de abril el polvo del Sáhara cubrió las montañas de nieve del Pirineo y del resto de Europa. Esto, que podría considerarse una simple anécdota para los esquiadores que esos días se deslizaron por pistas de un tono amarillento, puede tener consecuencias graves para muchos agricultores aragoneses. Este polvo sahariano acelera el deshielo, lo que aumenta el caudal de los ríos del Pirineo y puede favorecer crecidas del Ebro.

Así lo pone de manifiesto un proyecto de investigación realizado por el Instituto Geológico y Minero de España, que ha comprobado que la nieve acumulada en el Pirineo se ha fundido más rápido de lo habitual. En esta ocasión la fusión prematura se registró a finales de abril, cuando ya se había producido la crecida del Ebro. Es decir esta vez el episodio de polvo no ha estado detrás de la última avenida.

La deposición de polvo sahariano es frecuente a lo largo del año, pero no con la intensidad con la que se produjo en esta ocasión. “Ha sido el más bestia del siglo XXI en la Península Ibérica”, indica el investigador Ramón y Cajal Jorge Pey. Durante todo el año, estos científicos han estudiado la reserva nival del Pirineo aragonés de manera rutinaria para llevar un seguimiento del manto de nieve y su composición, dentro de un proyecto de investigación financiado por la Fundación Biodiversidad en materia de adaptación al cambio climático. Para ello, instalaron un laboratorio natural donde realizar los experimentos en Formigal y otro en el Valle de Izas, en Sierra Nevada, donde la afección ha sido menor.

Querían verificar hasta qué punto la deposición de partículas de polvo del Sáhara, la mayor reserva de polvo del mundo, aumenta la velocidad del deshielo en el Pirineo. Tenían registrados dos episodios ocurridos en 2016, pero ninguno como el que ha sucedido este año. “En la zona del Pirineo han caído 12 gramos por cada metro cuadrado, es el doble de lo que cayó en 2016, que fueron 6 gramos por metro cuadrado y que ya entonces calificamos de intensos”, señala Pey.

El ritmo de fusión de la nieve se aceleró

Esta capa de polvo sahariano, que también se ha registrado en Sierra Nevada aunque con menos intensidad, ha incrementado considerablemente la tasa de fusión de la nieve a 10 centímetros por día. “Hace un mes y una semana teníamos 3 metros y medio de nieve y ahora ha desaparecido prácticamente toda”. remarca.

La campaña invernal de este año ha sido particular, con acumulaciones de nieve extraordinarias, que superan los valores habituales y que hacían prever la duración de la reserva nival hasta bien entrado el verano. Sin embargo, tras el episodio del pasado 6 de abril, la nieve en la zona de estudio en el Pirineo aragonés, esto es a 21.00 metros de altitud, había desaparecido por completo ya a finales de mayo.

El deshielo repercute directamente en las reservas hídricas de la Cuenca del Ebro y puede provocar crecidas en los ríos, como la ocurrida en abril.

“El hecho de que en Zaragoza llevemos seis meses con el Ebro con fuerte caudal en parte es porque ha llovido muchísimo pero también es porque está contribuyendo el deshielo”, comenta.

A partir de ahora, desde el Instituto Geológico y Minero de España suministrarán esta información a la Confederación Hidrográfica del Ebro, entidad colaboradora en el proyecto, para que incluyan en sus cálculos este tipo de episodios de polvo. Si tienen en cuenta este parámetro adicional, que favorece de forma directa la fundición de la nieve, podrán afinar en sus previsiones y mejorar la gestión.

“Si tienes los embalses de cabecera del Pirineo al 80 % y un episodio de polvo sahariano, seguramente habrá que empezar a laminar y soltar agua antes de que llegue un periodo fuerte lluvias o el calor, porque esto tiene consecuencias aguas abajo, por lo que es una información de valor para la CHE”, ahonda.

Esta capa de polvo sahariano también puede afectar a la economía de los valles del Pirineo. Por eso, esta investigación también interesa a las estaciones de esquí que, aunque no participan directamente en el proyecto, sí han colaborado con el mismo. Pey explica que con esta información las estaciones podrían anticiparse y sepultar la capa de polvo con nieve artificial. Este año ha ocurrido en abril, coincidiendo con el cierre de la temporada de esquí, pero si llega a suceder antes los efectos habrían sido notables. De hecho, Pey afirma que este tipo de episodios son habituales a finales de la primavera o comienzos del otoño, aunque han detectado que, en los últimos años, ocurren en épocas del año menos habituales. En cambio, en 2016 se registraron en noviembre y febrero.

Por último, estos episodios contribuyen a aumentar la temperatura del entorno, ya que el color blanco refleja la radiación solar y la devuelve a la atmósfera, mientras que el color verde o marrón, propio de las montañas sin nieve, lo atrapa. Pero poco se puede hacer contra ellos, salvo conocer en detalle cuándo se producen y sus afecciones para “poder anticiparse a ellas en la gestión de los recursos naturales”, señala.

En este proyecto de investigación (Aportes de polvo sahariano y black carbón en Pirineos y Sierra Nevada), que cuenta con una financiación de 44.428 euros, han colaborado la Universidad de Granada, el Instituto Pirenaico de Ecología del CSIC y la Universidad de Córdoba. Además, cuenta con el apoyo de los Parques Nacionales de Ordesa y Monte Perdido, de Sierra Nevada, de la Confederación Hidrográfica del Ebro, de Aramón-Formigal y de la Agencia Estatal de Meteorología.