Entrevista

Javitxu, activista de 'Los seis de Zaragoza': “Pasar por prisión me ha dado la misión de denunciar lo que pasa ahí dentro”

Candela Canales

7 de octubre de 2025 22:44 h

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El pasado 23 de septiembre, el Consejo de Ministros aprobó el indulto de Francisco Javier Aijón Vázquez, conocido como Javitxu, y de Adrián Latorre Rayo, dos de los integrantes de 'Los seis de Zaragoza' que llevaban 491 y 526 días en prisión, respectivamente. Dos semanas más tarde, Javitx repasa cómo está siendo la adaptación a la vida fuera de la cárcel y mantiene su implicación con la militancia antifascista. Estos jóvenes fueron detenidos en 2019 tras manifestarse contra un mitin de Vox en Zaragoza. La protesta terminó con cargas policiales y la detención en los bares cercanos a la universidad de seis personas, a quienes la Audiencia de Zaragoza condenó inicialmente por desórdenes públicos, atentado a la autoridad y lesiones.

La pena llegó a ascender a siete años tras la revisión del Tribunal Superior de Justicia de Aragón, y finalmente el Supremo redujo la condena a cuatro años y nueve meses para cada uno de los cuatro adultos. Desde 2021, la Plataforma de Madres y Padres de los seis de Zaragoza ha reclamado repetidamente al Gobierno el indulto y ha movilizado recursos para afrontar las multas mediante campañas de recaudación colectiva. Ahora, dos de ellos han recibido el indulto, pero Daniel e Imad continúan en prisión, este último padece problemas psiquátricos y está a la espera de que se le conceda el tercer grado para recibir tratamiento.

¿Cuándo y cómo se entera de que iba a ser indultado?

Me entero de sorpresa, el lunes me viene Adrián y me dice que le ha dicho su padre que nos habían indultado a los dos. Llamé a mi padre, que no me lo quería decir por si algo se truncaba, no me quería generar falsas expectativas. Pero al final me dijo que sí llorando de felicidad. Estábamos contentos pero decepcionados por los compañeros que se quedan. A Imad se le veía contento porque nos íbamos nosotros pero triste por quedarse. No entendemos por qué no le incluye el indulto, estamos acostumbrados a que este gobierno nos dé victorias parciales en todo, no sé si es para dividir la lucha. La premisa ya de por sí está viciada, ninguno de nosotros tendríamos que haber entrado, en ese sentido vamos a seguir luchando para sacar a nuestros compañeros. 

¿Cómo recuerda el momento de salir tras año y medio en prisión?

Fue muy raro porque no me lo creía hasta el último momento, me llamaron a firmar la libertad con un agente judicial, estaba firmando y no me lo creía, preguntando al señor constantemente si era inmediato. Recogiendo las cosas no me lo creía, todo el módulo dándome abrazos, la enhorabuena… Luego cuando salí, vi a mi familia y toqué un poco de tierra, pero todavía tenía ese pánico, pensaba a ver si me voy a echar a dormir y me despierto aquí dentro otra vez. Hasta que no me eché en mi cama, cerré los ojos y al abrirlos me vi en mi cama, en mi casa, con mis gatas y mi pareja, no me lo creía. 

¿Cómo vive ahora, con la libertad recién recuperada?

Es raro, te vas adaptando poco a poco, flipaba mucho con ver coches, con ver tecnología. Tuve que ir a Madrid para hacer entrevistas y sufrí mucha ansiedad social, pasas de ver las ochenta mismas caras todos los días a ver caras distintas todo el rato, al final te vuelves loco. 

¿Tenía esperanza de que este momento llegara?

Esperanza sí porque nunca se pierde. Como buen militante que soy, cuando se hace una campaña es porque creo que lo que buscamos hay que conseguirlo y se puede. Ahí dentro manejaba mucho el tema de las expectativas, yo me decía he entrado para cuatro años y nueve meses y no me voy a hacer ilusiones de revisiones, indultos, rebajas de condena ni nada, yo a llevar mi condena tranquilo, intentaba no pensar demasiado en eso, pero esperanza siempre. 

¿Cómo era su día a día en la cárcel?

Te fijas una rutina muy marcada, me puse a hacer mucho ejercicio, a caminar, a leer, de vez en cuando jugábamos al rabino, al parchís, al final todos los días son lo mismo. He salido con una desorientación temporal tremenda porque allí todos los días son igual, cuando estás dentro no distingues si es lunes o si es miércoles, salvo que tengas un vis a vis no lo manejas. 

Ha recibido muchas cartas y muestras de apoyo desde fuera. ¿Qué significó para usted ese acompañamiento?

Fue una iniciativa muy bonita. Para mí es un ejemplo de cómo tenemos que organizar las campañas antirrepresivas, con una plataforma. Tuvo iniciativas como esta de enviar cartas tanto a Imad como a mí. Eran momentos muy bonitos, había gente que ponía “no sé que escribirte” y te empezaba a contar una anécdota, que igual le parece una tontería pero esa anécdota te permite tener una pequeña ventana para ver lo que está pasando fuera: eran pequeñas ventanas al exterior que se abren en los muros. 

¿Qué lecciones saca de todo lo vivido?

El mayor aprendizaje es ver una prisión desde dentro, todo lo que supone ser una persona reclusa. Pasar por ahí dentro me ha dado la misión de denunciar todo lo que pasa en prisión. 

¿Qué es lo que pasa en prisión?

Abandono, marginación de la gente. Igual suena fuerte pero yo siempre he tenido en mente que eso era un centro de concentración de gente que no queremos en las calles. Ves pobres, perfiles racializados, gente que ha tenido muy mala suerte, que igual no se merece el trato que recibe de algunos funcionarios y las condiciones que hay, con comida pésima o aislamiento térmico inexistente. Son cosas con las que se nota que pasas a ser un ciudadano de tercera. 

¿Cómo recuerda el momento de la detención?

Estaba tomándome un café con leche después de la manifestación, de repente entra la Policía hasta el fondo del bar donde yo estaba y se lleva a tres chavales. Yo me quedé mirándolos diciendo si esto podía pasar, no sé si el policía me reconoce de antes o de qué, y me dice: “Tú te vienes conmigo”. Fue completamente arbitrario, llego a tomarme el café con leche en otro bar y no estaría aquí. 

Aún hay dos compañeros en prisión. ¿Ha podido hablar con ellos? ¿Cuáles son ahora los pasos para lograr su liberación?

Vamos a seguir pidiendo su libertad, Imad tiene un permiso penitenciario aplicado, por los trastornos mentales que tiene debería ir aun centro de día a tratarse. Una jueza le ha aplicado el artículo 100.2, y estamos a la espera de que se ejecute para que solo tenga que ir a dormir a prisión. Con Daniel es más complicado, igual podemos presionar para un tercer grado, aunque hay que seguir presionando para el indulto. Se solicitó para él pero no termino de entender por qué no se lo dan. 

También quedan multas muy elevadas. ¿Cómo afrontan esa parte del proceso?

No solo son los años de vida que te han robado, sino todo el procedimiento judicial. Y luego las multas. A las personas que somos víctimas de represión, que no somos de clases sociales muy altas, nos suponen un sobrecargo tremendo. Ahora mismo estamos recaudando fondos para poder pagar todas las multas, hay una cantidad que se ha puesto pero todavía falta muchísimo. 

¿Se arrepiente de algo?

De haberme tomado el café con leche en ese bar: si hubiese sido en cualquier otro, no me habría pasado esto. A la manifestación habría ido igualmente. 

En algún momento, ¿ha pensado que el activismo o las manifestaciones no merecían la pena?

Hubo un momento en el que empecé a dudar de todo, no en el año y pico en el que he estado en prisión, sino cuando el Tribunal Superior de Justicia nos subió a siete años la condena, estuve durante una semana fatal. Fue el momento más duro porque llevábamos un año de campaña y yo pensaba para qué había servido tanto esfuerzo y desgaste. Ahí sí que fue una caída gorda. En prisión nunca he dudado, siempre he ido con la cabeza bien alta y orgulloso de estar por lo que estaba. 

¿Qué opinión le merece que la Ley Mordaza siga en vigor?

Al final la represión tiene tres patas. Siempre nos acordamos de la pata policial, el que te señala, detiene y luego miente; la judicial, el juez que firma la sentencia; y la legislativa, de esa es de la que depende el gobierno. Si tienes artículos en el código penal que permiten que un policía coja y diga que has hecho algo que realmente no has hecho acaba siendo una herramienta de criminalización. La Ley Mordaza forma parte de ese entramado de victorias parciales que nos regala el PSOE, si quiere el apoyo de un pueblo de izquierdas ese pueblo tiene derecho a sus victorias totales, cuando se nos anuncia la derogación sólo se tocan una serie de artículos que no van a la esencia. Señalar la organización política es muy importante, los derechos si no se ejercen no se llega a ningún lado y se ejercen desde la organización política. Hago un llamamiento a que la gente se organice. 

¿Cómo ve el panorama político seis años después de aquella manifestación contra Vox?

Han pasado bastantes acontecimientos en este tiempo, al final me preocupa. Ahí dentro lo que más intenso se vivió fue el tema del genocidio en Gaza, sientes rabia de no poder estar con tus compañeras pidiendo el fin del genocidio, creo que el gobierno podría hacer mucho mas, pedir un embargo efectivo a Israel. Lo segundo que más me ha preocupado es el ascenso de las extremas derechas, Trump en EEUU es un peligro para la democracia, y no solo la estadounidense. 

¿Ha ido a alguna manifestación desde que ha salido?

No, de momento estoy muy tranquilo, siempre está el miedo de que coja un policía, te meta un montaje policial y tenga que pagar los cuatro años y nueve meses que me han suspendido más la condena nueva. La verdad que no me puedo arriesgar porque eso me partiría en dos. Estoy volviendo a la militancia poco a poco, ayudo en cuestiones de logística: pintar pancartas, echar una mano... pero con cuidado. 

¿A qué va a dedicar su tiempo a partir de ahora?

Terminar la carrera, seguir tocando el bajo, ver si vuelvo a trabajar en la orquesta o donde sea, pero de lo mío. Estoy escribiendo un libro, empecé hace un mes y por lo menos tiene un final más o menos feliz.