“Ya no pienso en el suicidio”: un testimonio de superación y una mirada experta por un fenómeno “infravalorado”

Un total de 120 personas murieron en Aragón el año pasado por suicidio, 22 más que en 2023 y con especial prevalencia entre los hombres: 82 fallecidos frente a 38 mujeres. Este 10 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, una de las causas de muerte peor gestionadas en la sociedad actual, según los expertos. Las cifras carecen de un valor real que contextualice su riesgo y una prevención efectiva. “El suicidio está infravalorado”, alerta la psicóloga zaragozana María José Ochoa, fundadora además de la Asociación Aragonesa de Prevención del Suicidio y la Conducta Autolesiva (LIANA). Eduardo vive en la capital aragonesa y es un superviviente: “Siempre hay una salida, aunque en el momento más oscuro cueste verla”

Hoy se celebra, en el Centro Joaquín Roncal de Zaragoza, la IV Jornada Aragonesa de Prevención del Suicidio, organizada por varias entidades y cuyo objetivo principal es cambiar la narrativa y comenzar a identificar los colectivos de mayor riesgo. La inauguración corre a cargo del Colegio Profesional de Psicología de Aragón (COPPA).

La Asociación Paso a Paso Aragón creó en 2020 un Grupo de Ayuda Mutua de Supervivientes, un equipo formado para acompañar a personas en situación de duelo debido al suicidio de un ser querido. “Nació por el triste caso de una chica que era socia y amiga: su familia no encontró ayuda alguna en Aragón al conocerse la pérdida de su hija y el padre se comprometió con la causa. A pesar de no ser profesionales, hacemos lo que está en nuestras manos”, asegura la secretaria de la entidad, María José Lasheras.

El suicidio está infravalorado

“España es uno de los países dentro de la Unión Europea que mejor intenta contabilizar los casos, aunque es muy difícil no caer en sesgos a la hora de los registros. Por ejemplo, una muerte por ahogamiento puede ser intencional, pero si no se investiga el contexto se cataloga por otras causas, lo que sería un suicidio enmascarado. Por eso, resulta curioso que para 2024 a nivel nacional baje un 6,6% el número de suicidios y sin embargo suba un 6% por otros accidentes”, analiza Ochoa.

Las estadísticas globales muestran un descenso significativo al cierre de 2023, según la OMS. “¿Es del todo correcto?”, se pregunta la experta, quien a su vez resalta: “La bajada de un 40% en los datos registrados por China con respecto a periodos anteriores podría influir directamente en las cifras. Por otro lado, en países de Latinoamérica, como México, la subida del porcentaje de muertes por suicidio es escalofriante, sobre todo en mujeres. Desconocemos cómo los clasifica cada país, no hay un consenso internacional”, añade.

La que aseguran los especialistas es que los datos son muchos más de los que se contabilizan. Y mientras exista al menos uno, hay que trabajar en función de su erradicación. De ahí que desde las asociaciones se pida una mayor inversión a la contratación de personal y su formación. Como recalca la psicóloga: “Hay muy buenas intenciones, pero faltan acciones”. En Europa se calcula que existen 18 psicólogos por cada cien mil habitantes, lo que explica por qué las citas de salud mental acumulan retrasos. “Aragón está por debajo de la media comparada con otras, pero siguen faltando camas en los hospitales, no hay personal sanitario contratado suficiente, en los servicios de Urgencias no tienen psicólogos, falta formación… No hay una voluntad clara y se necesitan presupuestos”, destaca.

En el suicidio los factores de riesgos son muchos, aunque algunos, como el acoso escolar, el laboral o el trastorno mental, suelen repetirse en la mayoría de los casos. En cuanto al primero de ellos, se ha visto que suele incidir incluso en edades adultas, cuando ya el paciente llega con la confianza quebrada. En el caso del acoso laboral, se produce el maltrato a la víctima sobre todo por jefes de equipos y líderes que no están bien capacitados y que optan por los gritos o las ofensas reiteradas como abuso de poder. El trastorno mental se puede ejemplificar con casos como la depresión que, si son trabajados con rapidez desde Atención Primaria, podrían llegar a no generar autolesiones, resume la profesional zaragozana.  

Prevención

Si se contextualizan las cifras de muertes, se identifica que un 18% de quienes cometen este acto han acudido ese día a su médico de cabecera. Una alerta clara de que requieren atención. “Las personas en riesgo de suicidio o de autolesiones se sienten solos, motivo por el cual demostrar lo contrario sería muy efectivo para su rescate. De ahí la importancia del seguimiento constante, ya sea presencial o telefónico”, asegura la experta.

Otra estrategia de prevención es el cambio en el discurso a través de la difusión de información que ayude a “desmitificar los pensamientos o creencias relacionados a la existencia de la persona como una carga o un estorbo en el ámbito familiar, cuando es todo lo contrario, pues genera una pérdida y el dolor de sus familiares se multiplica”, añade.

En este sentido, los medios de comunicación juegan un papel crucial. Ochoa plantea que “la manera en que se emiten las noticias, el tratamiento de este tema en la televisión, o en las redes sociales, requiere dejar de lado el sensacionalismo y no utilizar este tipo de contenido para ganar audiencia. De esa manera solo se promueve el contagio y no la prevención. Lo correcto es realizar un trabajo pedagógico, compartir testimonios reales y dar ejemplos de resiliencia”.

María Jesús plantea unas pautas a seguir para prevenir un intento de suicidio. Para ello, indica que se debe estar alerta ante pequeñas expresiones verbales y no verbales. A partir de ahí, lo primero es preguntar sin titubeos si ha pensado en suicidarse, ya sea un familiar, una amistad, un compañero de trabajo o cualquier persona que ofrezca una señal sutil de estar pensando en cometer este acto. Si la respuesta es afirmativa, hay que realizar preguntas abiertas y mostrar una escucha activa para que se pueda desahogar. Ese momento quizás dé pie a ofrecer otra perspectiva de lo que le ocurre y ayudarlo a mirar con otro enfoque. Una vez compartida esta información, se debe agradecerle la confianza depositada y acercar el caso a una persona de confianza como un familiar, un profesor o su médico. A partir de este momento, no se trata de hacerse responsable, pero en la medida de lo posible estar pendiente, con preguntas sencillas para que sepa que no está solo y demostrar que le importas.

“Ya no pienso en el suicidio”

Eduardo, 25 años, es un superviviente del suicidio. No tuvo una infancia fácil. Cuenta que llegó a España a los dos años de edad junto a sus padres ecuatorianos. “La situación era precaria, nos vestíamos con ropa de donación de las iglesias, y a veces me sentía solo porque ellos tenían que trabajar muchas horas para mantenernos. Y no me podía quejar, tenía que apañármelas solo para ayudarlos”. Desde pequeño le costaba socializar, no tenía muchos amigos y se sentía diferente: “Aprendí a moverme a mi propio ritmo, pero eso también me dejó con la sensación de que no encajaba, de que había cosas que los demás comprendían y yo no. Ellos tenían relaciones más estables, venían de familias con otras condiciones económicas y más acomodadas”.

Por otro lado, las expectativas sociales como las derivadas del machismo crearon un agujero en su interior: “Me repetían aquello de que un hombre tiene que ser fuerte, que no puede mostrar debilidad. Eso me marcó mucho, porque por dentro estaba roto, pero por fuera intentaba mantener una coraza”, explica.

Se atacaba a sí mismo con pensamientos muy duros: “Nunca voy a tener nada porque soy un vago, soy pobre, no te esfuerzas lo suficiente, tengo que ser perfecto, no puedo fallar. ”No sabía que no sólo dependía de mi, sino que también jugaba su parte la sociedad, los factores externos de los que nadie me habló porque el discurso era totalmente positivo, como ahora predican muchos ‘influencers’ desde Instagram que no hacen ningún bien“. Recuerda que no contaba tampoco con recursos económicos como para estar a la altura de las exigencias sociales y poder quedar con amigos, ir al gimnasio, entre otras actividades que requerían de un presupuesto del que carecía. 

Su peor etapa fue durante los estudios de Grado Superior de Desarrollo de Multiplataformas, en el IES Pablo Serrano en el barrio Las Fuentes, en Zaragoza: “Casi no podía entrar a clase, me quedaba en la puerta y me paralizaba. Había un bar en la esquina, me tomaba unas cañas incluso a primera hora de la mañana, porque pensaba que así podría aguantar un poco más. Pero en realidad me hundía.”

“Al final, todo se me iba acumulando hasta que exploté. Cuando hablo de esto reconozco que lo que estaba buscando al lesionarme era sentir dolor. Llegó un momento en el que todo me sobrepasaba, me veía incapaz de resolver mis cosas. Pensaba que estaba solo contra el mundo”, recuerda ensimismado. Fue entonces cuando intentó acabar con su vida sin tener una causa en concreto, como él mismo asegura, sino como “resultado de muchos factores: la soledad, la presión, la falta de apoyo emocional y la idea equivocada de que tenía que demostrar ser perfecto y hacerlo bien todo solo”.

A partir de ahí sintió que algo tenía que cambiar y alega que tuvo la “suerte” de que su entorno, tanto familiar, social y económico, comenzara a mejorar. Se pregunta qué habría sido de él de no ser así. Otro factor que influyó en soltar su autoexigencia de perfeccionismo y darse otras oportunidades fue el ser diagnosticado de TOC (trastorno obsesivo compulsivo). Eso lo ayudó a “entender por qué a veces reaccionaba diferente a otras personas o compañeros de clases. Me hubiera gustado saberlo antes”, agrega.

La verdadera ayuda, relata, fue estudiar teoría política de manera autodidacta: “Hice de ella una herramienta para intentar entender cómo soy, aprender cómo funciona el mundo, tener mejores habilidades sociales, y poco a poco fui cambiando la forma de hablarme a mí mismo”.

El joven reconoce que, a pesar de no estar bien, hay otras soluciones: “Ya no pienso en el suicidio, siempre hay una salida, aunque en el momento más oscuro cueste verla”. Con la mirada puesta en el autoconocimiento y mejorar la salud mental, invita a quienes no encuentran su camino a “no dejarse llevar por valores impuestos que a él sólo lo llevaron a alejarse de quién es realmente”.