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“En los dos últimos años hemos ayudado a unas cien familias con problemas de violencia de hijos a padres”

Un momento de las jornadas organizadas por FAIM.

Ana Rodríguez

Zaragoza —

La agresividad, la salud mental, la sexualidad, el consumo de drogas o el uso de las redes sociales son asuntos que preocupan a los profesionales que trabajan a diario con menores en situación de dificultad. Y en eso se han centrado las recientes jornadas organizadas en Zaragoza por la Fundación para la Atención Integral del Menor (FAIM).

Esta entidad trabaja, sobre todo, con menores en situaciones de conflicto o de riesgo que necesitan protección, con otros que han delinquido y están en un proceso de reforma y con familias que viven experiencias de violencia de hijos a padres. El perfil de estos menores ha cambiado en los últimos años y ello requiere una mayor competencia técnica. “El sistema de protección está enfocado a chavales de familias de extracción social baja, incluso marginal, y actualmente esos casos suponen aproximadamente el 50 % del total.

La otra mitad son chicos con trastornos de comportamiento asociados a crisis familiares, donde la situación económica ya no es la causa“, explica Pedro Coduras, gerente de FAIM. Por eso, a su juicio, es necesario rediseñar los recursos destinados a atender a los menores en dificultad, ya que los patrones sobre los que están basados se han quedado antiguos. ”Se necesita una intervención terapéutica y no solo socioeducativa“, puntualiza.

Anualmente, FAIM atiende a alrededor de 250 menores y en los dos últimos años ha prestado ayuda a unas cien familias con problemas de violencia de hijos a padres. Estos casos se han dado en Zaragoza, Calatayud, Huesca, Jaca y Teruel. “Hay que trabajar este problema con las familias y no solo con el menor, como se ha hecho tradicionalmente desde los sistemas de protección de la infancia”, comenta.

Y es que los estilos parentales se relacionan directamente con los estilos de socialización de los jóvenes y en este contexto conocer la situación familiar es importante. “Crisis conyugales, pérdidas graves, una situación económica precaria, son situaciones que el adolescente no sabe gestionar adecuadamente. Por eso trabajar únicamente con el chico que es violento con sus padres no resuelve nada”, subraya el gerente de FAIM.

La apuesta de FAIM pasa por una atención integral del menor, donde participen expertos de diferentes ámbitos, además de mejorar las competencias de los educadores. “Los chavales tienen que encontrar un espacio propio y sentirse importantes y queridos en la familia, en la escuela, y en su entorno social.

La influencia de los adultos significativos para ellos es enorme y, como padres o educadores, hay que esforzarse por permanecer en contacto con su mundo“, asegura. Esto es aplicable, por ejemplo, al uso de la tecnología. ”Los adolescentes se expresan a través de las redes sociales y eso no es compatible con la tecnofobia que sufren muchos adultos, ya que no se trata de solo de controlar sino de acompañar“, explica.

Precisamente el uso de las redes sociales y el consumo de cannabis fueron los asuntos que centraron la ponencia del psicólogo y educador social, Jordi Bernabeu. “Su criterio pasa por no demonizar ambas cosas”, comenta Coduras. “A los educadores nos dijo que tenemos que cambiar nuestros esquemas. La imagen que tenemos nosotros sobre las drogas es muy distinta de la que tienen hoy en día los adolescentes. Su consumo está relacionado con el ocio, al igual que el de las redes sociales. Y ambas participan de la dificultad del mundo adulto de entender su uso”, indica.

Todos estos asuntos se han abordado en las II Jornadas que organiza FAIM y que, bajo el título “Menores en dificultad: una visión integral, un acompañamiento sensible”, han servido de encuentro para profesionales que trabajan con este colectivo. “El balance es muy positivo, con ponentes de primera fila y una gran acogida por parte de los profesionales, aunque hubiéramos querido disponer de más tiempo para trabajar con los expertos”, explica Coduras.

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