La ‘brillante’ idea de Mel

Pepe Mel saluda a Vicente del Bosque antes del CD Tenerife-Real Madrid de la temporada 01-02.

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —

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José Mel Pérez (Madrid, 1963) había sobrevivido en la temporada 01-02 a cinco tropiezos que en cualquier otro tiempo –y más aún con Javier Pérez como exigente presidente– hubieran sido causas fulminantes de destitución: el insufrible traspiés inaugural (0-2) ante el Alavés, la humillación copera (5-1) frente al Lanzarote, una absurda derrota (0-1) ante el colista Real Sociedad tras ver cómo Xisco incumplía su orden de que 'Bichi' Fuertes tirara un penalti, la victoria (1-3) de Las Palmas en el Heliodoro en el primer derbi canario en la élite y, finalmente, la goleada (0-6) del peor Barça de las últimas décadas. Motivos para el cese había, pero Pérez no se decidía a cambiar de entrenador a pesar de que, a trece jornadas del final del campeonato, el Tenerife era último.

A Pepe Mel le había salvado por última vez el agónico empate (1-1) logrado ante el Sevilla, con gol de Jordi Ocaña en el tiempo de prolongación. Y también le salvaba la clasificación: el Tenerife era último... pero estaba a tres puntos de la zona de permanencia y esa semana afrontaba un choque decisivo ante el penúltimo clasificado, el Rayo Vallecano. Curiosamente, entre tanta derrota, al final no le condenó un mal resultado, sino la 'brillante' idea que tuvo: aislar al equipo de los peligros del carnaval chicharrero y llevárselo durante toda la semana a un cutre hostal de carretera en las afueras de Segovia. Así, el lunes 11 de febrero de 2002 la plantilla blanquiazul abandonaba la isla para pasar un frío polar en la Península. Eso sí, lejos de los 'peligros' del Carnaval.

La desolación de los jugadores al ver las instalaciones (y percibir el insufrible olor a humedad) fue notoria. Y el campo anexo, duro y helado, tampoco ayudaba a los entrenamientos. El balance que hizo Bruno Marioni en el mismo hostal fue demoledor: “La concentración, en lo personal, me sirvió para que me duela la nariz y la rodilla, para fallar muchísimos tiros por el estado del campo y para que me duela la espalda por las camas. Para nada más. He tenido problemas físicos y todo el mundo sabe que con el frío y el cambio de clima aparecen los dolores de huesos. Creo que esto se podía haber hecho en Tenerife”. Además, el delantero argentino se convirtió en portavoz de la plantilla... y de la prensa, pues a los enviados especiales a la concentración no les hacía gracia perderse el Carnaval.

“Mis compañeros y yo estamos extrañando a la familia y tratando de sobrellevar esta concentración. Esta es la realidad y la coincidencia es general; y no sólo los deportistas estamos pensando lo mismo, sino que el periodismo también se está preguntando los beneficios de haber venido aquí”, explicaba Marioni mientras Mel tragaba saliva. Pero Marioni aún dejó una última perla dialéctica para el entrenador: “La gente que toma las decisiones tiene sus criterios y nosotros tenemos que dar nuestra opinión. Lo digo ahora, porque a la persona que se lo tenía que decir [Pepe Mel] ya se lo dije a la cara”. El domingo siguiente, el Tenerife firmaba una pésima actuación, caía (2-0) en Vallecas ante el Rayo y Pepe Mel dejaba de ser entrenador del CD Tenerife.

(*) Capítulo del libro ‘El CD Tenerife en 366 historias. Relatos de un siglo’, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.

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