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Lo mejor del siglo

Los mejores discos del siglo XXI, elegidos por 91 expertos musicales

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Francisco Gámiz

26 de diciembre de 2025 21:26 h

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La música tiene el poder de interpelarnos a cada uno de nosotros y recordarnos dónde estábamos en un momento determinado. Es por ello que, cada vez que pasa cierto tiempo, es un acto necesario mirar atrás y descubrirnos a través del arte. Lo hemos hecho recientemente con este 2025 que ya termina, repasando algunas de las obras clave que definirán esta época cuando nos acerquemos a ella desde el futuro, pero ahora retrocedemos todavía más y viajamos por los 25 discos imprescindibles del primer cuarto del siglo XXI. Entre sus autores, artistas que siguen revolucionando el ámbito nacional e internacional.

Pese a que el nuevo siglo empezó en el 2001, para esta clasificación se ha optado por incluir también el año 2000, puesto que no hacerlo desvirtuaría lo que la gente entiende por décadas. Es por ello que el disco Kid A de Radiohead se considera una obra de los 2000, mientras que otro como Folklore de Taylor Swift se considera uno de los primeros grandes lanzamientos de la década del 2020. Para la selección de los mejores discos del siglo se ha contado con la participación de 91 expertos del panorama musical nacional, incluyendo desde redactores de medios especializados hasta locutores de cadenas de radio.

Cada uno de los participantes ha seleccionado diez álbumes sin clasificarlos entre sí. El sistema de votación se ha basado principalmente en el consenso, premiando así a los discos que han logrado poner de acuerdo a un mayor número de críticos. En caso de empate de votos, se ha tenido en cuenta el peso global del artista y la suma total de menciones de toda su discografía. No obstante, para favorecer la diversidad, si dos discos han tenido el mismo número de votos, pero uno de los dos artistas ya había aparecido antes en la lista, se ha puesto por encima el disco del otro artista.

25. Sufjan Stevens: ‘Illinois’ (2005)

Illinois es una de las joyas del pop indie. Supuestamente, la segunda entrega de un proyecto para hacer un disco sobre cada uno de los 50 estados de Estados Unidos (que nunca acabó dándose), Illinois es uno de los grandes discos del siglo: utiliza coros, orquestas, banjos y electrónica para narrar historias que mezclan hechos históricos reales y figuras locales (como el asesino John Wayne Gacy o el poeta Carl Sandburg). Tras el lanzamiento de Greetings from Michigan (2003), Stevens explora la fe, la identidad nacional y el dolor a través de un álbum de temática geográfica.

24. PJ Harvey: ‘Stories from the City, Stories from the Sea’ (2000)

Si los discos anteriores de PJ Harvey pueden considerarse oscuros y rurales, Stories from the City, Stories from the Sea es brillante y urbano. Inspirado por una estancia de seis meses en Nueva York, la artista capturó la energía de la gran ciudad, el amor y el deseo con un sonido de rock directo y pulido. Se trata de su obra más accesible y melódica, destacando el dúo con Thom Yorke en This Mess We're In. Fue el állbum que consolidó a Harvey como una figura imprescindible del rock británico.

23. Adele: ‘21’ (2011)

El disco de ruptura por excelencia de este siglo. Adele logró unir a amantes de diversos géneros como el pop o el soul en un trabajo que cuenta con toques country. Aun así, el verdadero motor de 21, así como la clave del éxito de Adele, reside en su impresionante interpretación vocal. Rolling in the Deep y Someone Like You volvieron a otorgar relevancia a las baladas, consolidándose como unas de las más importantes de los últimos tiempos.

22. Green Day: ‘American Idiot’ (2004)

Rescatando su carrera del estancamiento, Green Day apostó todo a una ópera punk conceptual inspirada en Jesus Christ Superstar y The Wall. El álbum canalizó la frustración y el miedo de la sociedad estadounidense bajo la administración de Bush y la guerra de Irak. A través del personaje de 'Jesus of Suburbia', Billie Joe Armstrong narra una historia de alienación juvenil, drogas y desilusión política. Musicalmente ambicioso, incluye temas de hasta 9 minutos y baladas acústicas, demostrando que el punk podía evolucionar hacia estructuras más complejas o incluso teatrales sin perder su fuerza reivindicativa y característica.

21. Madonna: ‘Confessions on a Dance Floor’ (2005)

Tras el fracaso crítico del político American Life (2003), Madonna decidió volver a lo que mejor sabía hacer: hacernos bailar. Producido por Stuart Price, Confessions on a Dance Floor está mezclado como una sesión continua de DJ, diseñado para mantener la energía en la pista de principio a fin. Es un tributo elegante a la música disco de los 70 y al electropop de los 80, sostenido, sobre todo, por el masivo éxito de Hung Up, en el que samplea a ABBA. Madonna demostró con su noveno disco que la música de baile también podía ser sofisticada y adulta.

20. Wilco: ‘Yankee Hotel Foxtrot’ (2002)

La discográfica de Wilco rechazó Yankee Hotel Foxtrot por considerarlo no comercial, lo que motivó a la banda a publicarlo de forma gratuita en su web. Tal fue el éxito que consiguió el álbum que obligó a otra discográfica a comprarlo. El disco encapsula una transformación del country-rock. Las letras, escritas antes del 11-S, resultaron proféticas (“Los edificios altos tiemblan. Se escapan voces cantando tristes, tristes canciones”), haciendo que el álbum se convirtiera en la banda sonora involuntaria de unos Estados Unidos traumatizados y confundidos.

19. La Oreja de Van Gogh: ‘Lo que te conté mientras te hacías la dormida’ (2003)

Lo que te conté mientras te hacías la dormida representa la cumbre comercial del pop español de principios de milenio. Es la obra definitiva de la etapa de La Oreja de Van Gogh con Amaia Montero, donde la banda donostiarra sus sonidos de pop-rock para triunfar con canciones como Rosas o Puedes contar conmigo, que trascendieron el estatus de hit y con el paso del tiempo han demostrado su atemporalidad tanto en el país como en Latinoamérica.

18. Taylor Swift: ‘Folklore’ (2020)

Publicado por sorpresa durante el confinamiento por COVID-19, folklore marcó un giro de 180 grados en la carrera de Taylor Swift. Alejada de los estadios y de la purpurina de su anterior trabajo, Lover (2019), la artista colaboró con Aaron Dessner de The National para crear un disco de indie-folk melancólico. Por primera vez, Swift dejó de lado la autobiografía que había caracterizado sus anteriores álbumes para escribir desde la perspectiva de personajes ficticios, creando un triángulo amoroso adolescente a través de las canciones Cardigan, August y Betty. Fue el disco que le otorgó credibilidad ante la crítica alternativa y demostró su versatilidad como compositora más allá del pop de radio y el country.

17. Lana Del Rey: ‘Norman Fucking Rockwell!’ (2019)

Después de nunca haber sido tomada demasiado en serio por la crítica, Lana Del Rey se ganó el perdón de la crítica con Norman Fucking Rockwell!. El disco, que relata la decadencia americana y pone el foco en el romance, es uno de los mejores trabajos de quien es considerada una de las artistas que más ha inspirado el pop de la última década. Producido por Jack Antonoff, el álbum se centra en pianos y guitarras suaves para dar lugar a una atmósfera acústica. Sus letras abordan la masculinidad tóxica y la pérdida de la inocencia, ambientando la obra en una California que arde tanto literal como metafóricamente.

16. Frank Ocean: ‘Blonde’ (2016)

El segundo álbum de estudio de Frank Ocean, Blonde, en ejercicio de vanguardia minimalista que redefinió el R&B. Publicado de forma independiente un día después de su álbum visual Endless (para liberarse de su contrato discográfico), se trata de un disco que utiliza guitarras procesadas y teclados ambientales para hablar sobre la dualidad, la memoria, la bisexualidad y la nostalgia de la juventud. Es un álbum que exige paciencia, lleno de cambios de estructura y colaboraciones sutiles como la de Beyoncé, Jonny Greenwood o André 3000.

15. Arcade Fire: ‘Funeral’ (2004)

El debut de Arcade Fire estuvo marcado por la tragedia. Durante la grabación de Funeral, varios miembros de la banda perdieron a familiares cercanos, lo que impregnó el disco de una temática sobre la muerte, el duelo y la necesidad de vínculos emocionales con otras personas. La banda rechazó el cinismo del indie de la época para abrazar instrumentos poco convencionales como acordeones, violines y zanfonas. Entre sus temas destaca Wake Up, que dio inicio al indie más exitoso de los 2000.

14. Rosalía: ‘Lux’ (2025)

Rosalía ha logrado con Lux en el panorama nacional algo que solo Taylor Swift consigue con todos sus discos en el ámbito internacional: convertir el lanzamiento de su nuevo álbum en todo un evento. Desde que presentara su último proyecto en Callao de Madrid hasta que salió al mercado en su totalidad dos semanas después, Rosalía acaparó todas las conversaciones con un trabajo que recorre la mística femenina y la espiritualidad. Distanciándose por completo del instrumental de Motomami (2022), y optando en ocasiones por rememorar El Mal Querer (2018), la intérprete catalana apuesta por un sonido orquestal que, con tan solo varios meses desde su lanzamiento, es considerado de lo mejor del siglo.

13. Kendrick Lamar: ‘To Pimp a Butterfly’ (2015)

To Pimp a Butterfly es una enciclopedia sónica de la música negra americana. Kendrick Lamar se alejó del sonido comercial para rendir homenaje al jazz, el funk o el soul, colaborando con músicos como Thundercat y Kamasi Washington. El álbum supone una reflexión profunda sobre la responsabilidad de la fama, la depresión y el racismo institucional en Estados Unidos. El viaje del artista a Sudáfrica inspiró gran parte de la temática, conectando la lucha afroamericana con sus raíces. El tema Alright se convirtió en una de las canciones de las protestas contra la brutalidad policial, otorgando al disco una relevancia social durante el movimiento Black Lives Matter.

12. Björk: ‘Vespertine’ (2001)

Tras la grandilocuencia de Homogenic (1997), Björk se replegó hacia el interior del hogar para crear una obra maestra de la intimidad. Vespertine es un disco invernal, frágil y microscópico, construido a base de 'micro-beats' creados con sonidos domésticos (barajas de cartas, pisadas en la nieve) gracias a la colaboración con el dúo Matmos. A esto se suman arreglos de arpa, cajas de música y coros angelicales. Temáticamente, el álbum narra el florecimiento de un nuevo amor (con el artista Matthew Barney) y el despertar sexual y espiritual, logrando transmitir una sensación física de calidez y refugio. Es la cumbre de la electrónica emocional.

11. Arctic Monkeys: ‘AM’ (2013)

Con AM, los de Sheffield lograron lo que pocas bandas británicas consiguen: conquistar América sin renunciar a su identidad. Alex Turner combinó los riffs pesados del rock desértico, una influencia directa de su amistad con Josh Homme de Queens of the Stone Age, con la rítmica y el groove del hip-hop y el R&B contemporáneo. El resultado fue un sonido nocturno, sexy y engominado, perfecto para la radio pero con credibilidad dentro de la escena rock. Canciones como Do I Wanna Know? o la adaptación del poema I Wanna Be Yours de John Cooper Clarke mostraron a un Turner en la cima de su capacidad lírica e incluso performática.

10. Taylor Swift: ‘1989’ (2014)

Este clásico encapsula el momento exacto en el que Taylor Swift abandonó sus raíces country para reclamar el trono del pop mundial. Titulado con su año de nacimiento, 1989 se inspira en el synth-pop de finales de los 80, buscando una sonoridad brillante, pulida y sintética. De la mano de los productores Max Martin y Shellback, y con las primeras andaduras de Jack Antonoff en la producción, Swift construyó una fortaleza de estribillos matemáticamente perfectos. El álbum destaca también por su inteligencia lírica: en temas como Blank Space, Swift satiriza la imagen de “devoradora de hombres” que la prensa había construido sobre ella, tomando el control de su propia narrativa.

9. The Strokes: ‘Is This It’ (2001)

Publicado poco antes del 11-S, lo que obligó a retirar el tema New York City Cops de la edición americana, este disco supuso un reinicio para el rock. En una época dominada por el metal agresivo y el pop, The Strokes ofreció media hora de elegancia despreocupada, guitarras entrelazadas y voces filtradas que evocaban a The Velvet Underground. La producción de Gordon Raphael capturó la esencia de una banda tocando en un sótano sucio pero vistiendo ropa cara. Is This It no solo salvó el rock de guitarras, sino que definió la estética hipster de la década y abrió la puerta a cientos de bandas posteriores como Arctic Monkeys, The Killers o Franz Ferdinand.

8. Kanye West: ‘My Beautiful Dark Twisted Fantasy’ (2010)

Encerrado en Hawái, Kanye West organizó un campamento de rap con los mejores productores y artistas del mundo para crear una obra maximalista y barroca sobre los excesos de la fama, el ego y el sueño americano. La producción de My Beautiful Dark Twisted Fantasy es lujosa y está cargada de capas orquestales, coros y samples progresivos. En la lista de canciones figuran títulos como Runaway, que muestran a un artista diseccionando sus propios defectos con una ambición sónica que ha sido difícil volver a ver en el género.

7. David Bowie: ‘Blackstar’ (2016)

Grabado en secreto mientras Bowie luchaba contra un cáncer terminal que ocultó al público, Blackstar es un disco denso, enigmático y conmovedor que aborda la mortalidad y la espiritualidad. Bowie reclutó al cuarteto de jazz vanguardista de Donny McCaslin para crear una atmósfera opresiva y experimental que lo alejara más del rock. El artista falleció apenas dos días después del lanzamiento, lo que muchos hicieron ver el disco como un regalo de despedida. Lazarus, una de las canciones de este trabajo, hicieron de la escucha del disco una experiencia casi religiosa sobre cómo afrontar el final de la vida a través del arte.

6. Beyoncé: ‘Lemonade’ (2016)

Más allá de la música, Lemonade es una obra cultural y política. Beyoncé utilizó la infidelidad de su marido Jay-Z como hilo conductor para explorar el trauma generacional, la resiliencia y la complejidad de la mujer negra en Estados Unidos. El disco recorre las etapas del duelo, desde la intuición, la negación, la ira y la apatía hasta el vacío la esperanza y redención. Además, salta sin complejos entre géneros, apostando por el rock en Don't Hurt Yourself, por el country en Daddy Lessons, o por el R&B y el gospel. El disco captura el momento en el que Beyoncé se centró en la creación de una obra compleja, culminando con Formation un himno sobre la identidad racial y el orgullo sureño.

5. C. Tangana: ‘El Madrileño’ (2021)

Antón Álvarez, la persona que aguarda bajo el nombre artístico C. Tangana, redefinió la identidad del pop español moderno al mirar hacia el pasado y hacia Latinoamérica. El Madrileño es un proyecto que tiende puentes entre la tradición (copla, pasodoble, rumba) y la modernidad urbana. La lista de colaboradores va desde Toquinho, Eliades Ochoa, José Feliciano o Andrés Calamaro hasta figuras actuales como Omar Apollo. El disco huye del trap que hizo famoso a C. Tangana para buscar un sonido más atemporal, logrando que canciones como Tú me dejaste de querer se convirtieran instantáneamente en himnos intergeneracionales que suenan tanto en discotecas como en verbenas de pueblo.

4. Rosalía: ‘Motomami’ (2022)

Si El Mal Querer (2018) se basó en la estructura y la contención, Motomami representó el caos y la libertad absoluta. Rosalía rompió con las expectativas de quienes esperaban que continuara con el sonido flamenco para entregar un trabajo musicalmente agresivo y también minimalista. El disco oscila entre el reguetón experimental, el jazz, la balada al piano y la electrónica industrial. Las letras, por su parte, abordan la fama, el aislamiento (fue grabado en parte durante la pandemia en Estados Unidos) y la transformación personal. Aunque temas como Saoko o Hentai generaron polarización inicial, acabaron consolidando a Rosalía como una artista capaz de reformular cualquier género.

3. Radiohead: ‘Kid A’ (2000)

El mayor suicidio comercial de Radiohead se ha acabado convirtiendo en una de las obras musicales más importantes de la historia reciente. Abandonando el rock alternativo que tanto éxito le había dado y dando un cambio radical hacia los sonidos electrónicos, el grupo liderado por Thom Yorke huyó de estribillos convencionales en Kid A para capturar la ansiedad ante la llegada del nuevo milenio y la tendencia tecnológica cada vez más fuerte. Ninguna canción se envió a la radio, por lo que Radiohead rompió las normas de la industria al centrarse en la promoción en internet, pero temas como Everything in Its Right Place o How to Disappear Completely han llegado a ser clásicos en su discografía.

2. Amy Winehouse: ‘Back to Black’ (2006)

El segundo y último álbum de estudio de Amy Winehouse fue la obra maestra que definió el sonido retro-soul del siglo XXI. La artista británica se alejó del jazz de su debut, Frank (2003), para abrazar el sonido de los grupos femeninos de los años 60 como The Shangri-Las. El álbum destaca por su crudeza autobiográfica: la cantante narra una tormentosa relación y su descenso a los infiernos del alcohol y la depresión. Su legado abrió la puerta a artistas como Adele o Lana Del Rey, y canciones como Rehab se han convertido en himnos que inspiraron a las futuras generaciones.

1. Rosalía: ‘El Mal Querer’ (2018)

Por muchos discos que publique Rosalía, El Mal Querer siempre será el álbum al que regresemos para contar cómo esta artista catalana consiguió alzarse como una de las figuras clave de la música de este siglo. Su segundo trabajo discográfico no solo cambió las reglas del juego en la industria nacional, sino que la hizo reconocida en todo el mundo. El disco es una obra conceptual basada en la novela del siglo XIII Flamenca y, capítulo por capítulo, disecciona una relación tóxica, desde el enamoramiento (Malamente - Augurio) hasta la liberación (A ningún hombre - Poder). Musicalmente, junto al productor El Guincho, la intérprete mezcló la raíz flamenca y la vanguardia electrónica urbana para crear un nuevo lenguaje sonoro sin apenas instrumentos melódicos tradicionales.

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