La larga espera para ver al CD Tenerife jugar un partido de Copa en el Heliodoro
La relación del CD Tenerife con la Copa ha sido singular. Así, tardó veinte años en debutar en la entonces llamada Copa de España. O diez, si se establece su fundación en 1922. Y durante un cuarto de siglo más, su presencia en 'el torneo del KO' fue testimonial: jugaba un partido como visitante y otro en campo neutral. Ni siquiera su acceso a las categorías nacionales y su presencia regular en la Segunda División le sirvió de salvoconducto para participar en la entonces denominada Copa del Generalísimo. ¿La razón? Coincidiendo con el ascenso blanquiazul, en el año 1953, se limitó la presencia de los conjuntos de la categoría de plata en este torneo.
Por ello, el Tenerife sólo había disputado tres eliminatorias a lo largo de su historia antes de que, el 1 de marzo de 1959, el Heliodoro acogiera su primer partido de Copa. Fue el encuentro de vuelta de la primera ronda, en la que sólo participaban conjuntos de Segunda División, midiéndose los de un grupo contra los de otro. Los blanquiazules se emparejaron con el Real Unión de Irún, que en la ida había obtenido una cómoda ventaja (2-0). Tres meses después tuvo lugar la revancha, con un Heliodoro ansioso por disfrutar de una nueva experiencia. Además de ansioso, el Heliodoro también estaba harto. Harto de José Espada, un técnico cuestionado a pesar de que el curso anterior había llevado a los blanquiazules al segundo puesto de la clasificación. En esta campaña 58-59, justo antes de medirse al Real Unión, el Tenerife era tercero, a un punto de la promoción de ascenso a Primera División. Y venía de ganar (1-0) el domingo al Málaga.
¿Hubo indulgencia con el equipo? Para nada. A los diez minutos, el público que casi llenaba el Heliodoro ya abucheaba al conjunto local, incapaz de superar el cerrojo gipuzcoano. Espada alineó esa tarde a: Santi; Felipe, García, Pérez Andreu; Villar, Padrón; Tomás, Julito, Galán, Tosco y Antó. A los 14 minutos ganaba el Tenerife gracias un gol de Tosco. Y diez minutos después, el propio Tosco fallaba un penalti y la posibilidad de igualar la eliminatoria. El 2-0 no llegaría hasta la segunda mitad, cuando Antó (57’) remató un centro de Tomás que había peinado Galán. Pero la remontada no se consumó y el Tenerife, despedido con más pitos que aplausos, se vio obligado a disputar dos semanas después un desempate en Vallecas. Para entonces, Espada ya no estaba en el banquillo y su lugar lo ocupaba Antonio Fuentes. La cita se saldó con una goleada (5-1) al Real Unión y con el pase para los dieciseisavos de final, donde fue apeado por el Betis, de Primera División.
Aunque antes, los andaluces cayeron (3-0) en el Heliodoro, convertido en fortín copero durante doce años y 24 partidos, hasta que Las Palmas se impuso por 0-2 en mayo de 1971.
(*) Capítulo del libro ‘El CD Tenerife en 366 historias. Relatos de un siglo’, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.
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