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Equipo en construcción: disculpen las molestias

Josep durante el partido de este pasado sábado en el Gran Canaria.

Alexis González

Las Palmas de Gran Canaria —

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Hace tiempo que uno se pregunta hacia dónde va la Unión Deportiva, después de que aquel enero de ensueño de hace tropecientos mil años enseñara a Las Palmas las escaleras de la apatía y la indolencia. Sí, corría enero de hace y pico mil tiempos, pero del año pasado, no más. ¿O fue el anterior? Sí. ¿Ya estamos en 2020? Iba la UD por enero de 2017 con Quique Setién subido a la cresta de la ola amarilla -qué gusto, cuánta inconsciencia, qué pena todo- y acabó con Jesé y compañía languideciendo con toda una permanencia en Primera División. Como si no valiera su peso en oro.

Lo siguiente fue toda una debacle al más puro estilo del pasote olímpico de 1992 al pozo de la Segunda B: cinco entrenadores uno detrás de otro hasta la derrota final; un presidente con cinco calderos al fuego y a cual peor para atender con criterio al amarillo; y todas esas cosas que pasan en las organizaciones a punto de ebullición hacia la evaporación. Se descendió a Segunda en 2018 -¿fue en 2018 o ha sido ahora? ¿Está siendo ahora mismo 2018 o el descenso en carne cruda?- y el año que hemos vivido anodinamente, quizás no haya pasado en vano. ¿Fue el pasado, no?

Reconozco no haberle prestado puñetera atención a la UD Las Palmas durante la última temporada. Con cuatro o cinco entrenadores, ya me dirán con qué criterio se transita por el fútbol profesional. Pero hubo un dato para mí fundamental que no pasó desapercibido a muchos: en un mundo del fútbol tan aislado como el canario como para confrontar rivales de nivel y exigencia (ya podría patrocinar Ryanair a la cadena de filiales y llevarla por el mundo mundial low cost a foguearse más allá de la endogamia goleadora de cada categoría), que Las Palmas Atlético se mantuviera una temporada más en Segunda B ha sido el mayor de los últimos éxitos del club.

Qué quieren que les diga. Igual que no es de recibo golear y aburrir en infantiles y cadetes a equipos de sus mismas ligas, tampoco es productivo un filial en el grupo canario de Tercera División. De ahí que sea fundamental que la ‘vela chica’ juegue y crezca en Segunda B con filiales como el Castilla, Atlético B o Celta B, o equipos de más bigotes como Racing de Ferrol, Pontevedra y demás gallitos. De ahí salen más y mejores jugadores de fútbol. Peloteros o contundentes. O las dos cosas a la vez. Y ahí -aunque no haya sido el caso directo de Pedri, la penúltima perla juvenil a punto de caramelo para el mercado suprainsular- ha de pulirse el futuro amarillo.

Esta última tarde de agosto la Unión Deportiva ha demostrado ser un equipo en construcción. Por todo lo expuesto y conocido. Y también por lo más íntimo y desconocido que dicen que nunca sale de un vestuario. Y de los despachos. Las Palmas ha demostrado que tiene tópicos para hacer mimbres que hagan un cesto, como se dice a quien buen árbol se arrima, aunque sea en Barranco Seco. Y que si quiere, puede y se estampa. O no. Cosas de los misterios del redondo de Cappa.

Pero fue así, sí. No fue hace siglos, sino hace horas. La Unión Deportiva ha vuelto a exhibir cantera, a veces incluso, casi lo único diferente sobre el terreno de juego (con perdón); ya fuera este último sábado de agosto ante el Racing de Santander o hace una semana en Málaga (del estreno ante el Huesca, ni hablar que nos cogió a todos en pleno gran incendio forestal #IFValleseco y sin ganas de darle a la bola).

Exhibe cantera la UD con Pedri por bandera y paga la novatada en la última jugada. Y como decía Pepe Mel en el lamento de rueda de prensa y todo el mundo amarillo veía venir: mejor ir a matar el balón y el tiempo a una esquinita sin VAR, con 2-1 y un jugador menos en el 94’ y largo, que encharcarla con un 3-1 soñado entre Pedri y otro de los nuestros que debuta, Juan Fernández. La jugada inconclusa acabó en la otra portería con el 2-2 del Racing. Fútbol es fútbol, que diría Vujadin en serbocroata.

Y aunque a muchos se les quedara ese tópico de buena sombra le cobija al cara de tonto este que me entrevista, perder una victoria así no irrita tanto como saber de dónde venimos, e intuir que sepamos hacia dónde vamos. Estemos solos en la galaxia, o acompañados: sobre todo de esas galopadas por la banda de ese portento aparecido llamado Drolé y el olfalto de un viejo canterano como El Moña. Y yo criticándolo justo antes de la remontada a medias. Tres goles en tres partidos lleva Rubén Castro ;) Disculpen las molestias...

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